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Carta a la AEDEP
La Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos (Aedep) ha decidido “separar” de sus filas a nueve periódicos, entre ellos a El Telégrafo. Como gremio de prensa, quienes tomaron esa “decisión” debieron en primer lugar verificar, periodísticamente y legalmente, la situación de este diario antes de enviar una comunicación de esa naturaleza al Ministerio de Inclusión Económica y Social.
Lo decimos enfática y frontalmente: desde hace más de cinco años El Telégrafo no tiene ninguna relación con la Aedep. Desde el mismo momento en que nos convertimos en diario público dejamos de ser parte de una organización que defiende postulados e intereses muy particulares. Valga recalcar: nuestra línea editorial, principios fundamentales y compromiso público es a favor de un periodismo responsable, de verdadero y auténtico servicio a nuestras audiencias, trabajamos para consolidar procesos comunicacionales que acompañen los cambios estructurales a favor de la sociedad y no solo de las corporaciones privadas.
Incluso, no tenemos nada que ver con las decisiones y posturas que ha tomado la Aedep sobre asuntos medulares de la democracia ecuatoriana. De hecho, públicamente lo hemos reprochado y rechazado.
Esta organización ha sido uno de los pilares para que no exista en el Ecuador una Ley de Comunicación y ha sido baluarte de la defensa de organizaciones, periodistas y gremios que niegan la necesidad de mayor rigor y respeto para todos los actores sociales, políticos y culturales del país. Incluso, ahora, como sus integrantes son miembros activos de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), se han plantado en contra de la reforma al sistema interamericano de derechos. ¿Por qué? Porque son parte de esa corriente minoritaria en el mundo y en nuestra región que solo busca garantizar la preeminencia del capital sobre el ser humano.
Para asegurar y hacer respetar los derechos humanos de los periodistas, la CIDH debe ser reformada, debe integrarse de manera coherente y estructural a todo el sistema, si no las demandas de los periodistas quedarán en el olvido, como ya pasa con muchos casos, salvo cuando son esas “personalidades” que tienen detrás un gran lobby político y cuando corresponden a disputas con gobiernos legítimos y populares. Por tanto, si la Aedep ha decidido “excluirnos” dejamos claro que ese es un trámite con un retraso de más de cinco años, ya que se han demorado demasiado en hacerlo público. Pero también revela cómo excluyen a otros de sus miembros y sin embargo, a pesar de no haber pagado sus cuotas y asistir a sus reuniones, fueron parte de todos los comunicados públicos que emitieron en las páginas de todos ellos. ¿Ahí sí eran miembros activos y muy valiosos? Ahora que ya no pagan, ¿ya no existen y quedan fuera?
Reiteramos: no somos parte de la Aedep ni asumimos nada de lo que ha hecho estos últimos años. Al contrario, formamos parte de los medios públicos, de ese conglomerado de periodistas responsables, profesionales y comprometidos con el servicio público, para consolidar la comunicación, defender la libertad de expresión, la libertad de prensa, pero ante todo a nuestros ciudadanos, sus conquistas, sus triunfos electorales y para, no está demás, profundizar la democracia y construir una sociedad y un periodismo del buen vivir.