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Grandes plumas: José de la Cuadra
El literato de Los Sangurimas, La Tigra, y El montuvio ecuatoriano nació en Guayaquil el 3 de septiembre de 1903. Sus padres fueron Vicente de la Cuadra (Vasco) y Ana Victoria Vargas (Piura, Perú). Cursó sus estudios en el Colegio Vicente Rocafuerte y se graduó a los 18 años; después siguió la carrera de Jurisprudencia. De la Cuadra perteneció al Grupo de Guayaquil, con Enrique Gil Gilbert, Joaquín Gallegos Lara, Demetrio Aguilera Malta y Alfredo Pareja Diezcanseco. Falleció en febrero de 1941.
El amor que dormia
¡Halalí!
¡Vive Dios, y cómo grita ese endemoniado marinero chileno!
¡Halalí! ¡Juich! Ssss.
Agotaos, muchachos; no importa; ya descansaréis
cuando gracias a vuestro esfuerzo pueda el barco soltar
el áncora en la bahía risueña. Pensad que será dulce el vaivén
de las ondas allá. Allá, hacia donde la prora (proa)
se enfila como la nariz de un rostro en expectativa.
¡Halalí! ¡Juich! Ssss.
Tirad de los cabos sin temor a que se rompan.
Arriad -a prisa- esas maldecidas velas que infla como ubres
vacunas el vendaval.
¡Capitán!
No; no atiende. Para él -hinchado en el convencimiento de su
misión- soy una cosa más, que habla, que se mueve,
en este pandemoniaco movimiento del barco y del mar.
-Oye, araucano de Satanás, ¿pereceremos?
Me mira sin responder...
José de la Cuadra
Algo más del personaje
El primer novelista mágico de latinoamérica
Libro publicado en 1934. Fue escrito décadas antes de Cien años de soledad. (I)
Los relatos de De la Cuadra escapan a los reparos demasiados generalizados que se han hecho a la literatura ecuatoriana de aquel entonces. De la Cuadra es de los raros de su generación que comprendieron que al compromiso con su época debía ir unido el compromiso con la literatura..., escribió Jorge Enrique Adoum en La gran literatura ecuatoriana del 30.
Miguel Donoso Pareja, 1985, señaló que ”entre un lenguaje colonizado, palabras y frases de corte modernista y asuntos de la misma tesitura, José de la Cuadra se debatió un buen tiempo husmeando en esos sarcófagos destapados que la tradición literaria del país le brindaba, preparando, poco a poco, la ruptura dentro de la tradición, a partir de ella y contra ella...
De la Cuadra logró una penetración sicológica muy difícil de conseguir, sobre todo en los personajes de mujeres. El autor demuestra en ese cuento-novela La Tigra, un conocimiento admirable de la total condición humana, en cuya expresión -como siempre en De la Cuadra- toma parte activa la categoría universal de la ironía, dijo Alfredo Pareja Diezcanseco en el prólogo de El mayor de los cinco.