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En el panteón guayaquileños están sepultados los restos de presidentes de la república

Una ruta turística e histórica entre bóvedas, lápidas y mausoleos

Caminar dentro del cementerio de Guayaquil es un encuentro con las raíces de sus habitantes. Foto: William Orellana / El Telégrafo
Caminar dentro del cementerio de Guayaquil es un encuentro con las raíces de sus habitantes. Foto: William Orellana / El Telégrafo
15 de noviembre de 2015 - 00:00 - Andrea González Castro, Estudiante de la UPS

El Cementerio de Guayaquil es considerado Patrimonio Cultural del Ecuador. Con más de un siglo desde su creación, ha sido el centro de descanso e inmortalización simbólica para muchos ciudadanos quienes en vida han dejado un legado de orgullo para su ciudad, familiares, e incluso comunidades.

Fundado oficialmente un 27 de abril de 1823 por el vicario, Dr. Francisco Xavier de Garaycoa, el cementerio abre sus puertas para acoger de manera digna y segura a sus habitantes. Ubicado en las calles Julián Coronel y Pedro Menéndez Gilbert, en las faldas del Cerro del Carmen, fue declarado Patrimonio de Guayaquil en octubre de 2003.

En los años 1700, los guayaquileños se distinguían por realizar entierros en las mismas iglesias y monasterios, por lo que el Cabildo dispuso crear un sitio en donde se situaran dichos cuerpos, ya que la peste producida por la descomposición de los cuerpos se percibía en cada una de las misas, afectando a  los feligreses.

Por ello el Cabildo ordenó la creación de un camposanto, tras la manifestación y aceptación del virrey José F. Abascal, represor y honorado peruano, quien impuso la orden en las ciudades de Lima y Guayaquil de construir un panteón.

El 6 de junio de 1809 llegó una Orden Real desde metrópoli que declaraba el establecimiento de cementerios públicos en las ciudades de la América española. Fue entonces cuando el Dr. Bartolomé Cucalón, gobernador de Guayaquil, se dispuso a seguir órdenes reales.    

Tras problemas financieros la obra tuvo que detenerse, sin embargo, luego de la llegada de Simón Bolívar se decretó enterrar los cuerpos en descomposición en los campos, mas no en los templos. De esta manera la obra se fue agilitando a pesar de las múltiples dificultades que se presentaban por la misma época.   

Tras arduo trabajo, la obra fue inaugurada el 27 de abril de 1823. A cargo de su diseño estuvo Juan Francisco Ycaza. Luego de la epidemia que azotó a Guayaquil en esos  años, que llegó a arrasar con más del 10% de la población, se vieron escasos los terrenos para las sepulturas. Por este motivo decidieron construir un nuevo cementerio detrás del cerro para aquellos que no disponían de un espacio para sus familiares.

La religión católica era la cabeza principal, de ahí se presionaba para  levantar un cementerio exclusivamente para los no católicos y extranjeros que no profesaban dicha fe, aparte del cementerio católico o conocido como general.

El Dr. Francisco Campos Coello, presidente del Concejo Cantonal de Guayaquil, decidió crear la Junta de Beneficencia Municipal para aquella población no protegida, es así que con la ayuda de Eduardo Arosemena Merino, el 29 de enero de 1888, se crea la Junta de Beneficencia de Guayaquil, la cual se encargaría de administrar hospitales, orfelinatos y el cementerio.   

Sitio patrimonial

El cementerio de Guayaquil tiene  una extensión de 169.089 m2 aproximadamente (17 ha) en la zona construida y una cantidad semejante en la parte superior del cerro. Posee 16 puertas de ingreso en total, de las cuales 6 permanecen  abiertas al público: 1, 3, 6, 8, 10 y 13.

Cuenta con personajes de gran renombre como los expresidentes Vicente Rocafuerte, Eloy Alfaro, José Urbina, Carlos Julio Arosemena, Carlos Arroyo del Río, Emilio Estrada y Jaime Roldós Aguilera;  exvicepresidentes Francisco de Marcos, Abel Gilbert Pontón y Francisco Illingworth.

Además de próceres como José Joaquín de Olmedo, Rafael Ximena, Claudio Roca, Gral. José de Villamil, almirante Juan Illingworth y poetas como Medardo Ángel Silva, Numa Pompilio Llona y Dolores Sucre. Asimismo, escritores de la talla de José de la Cuadra, Enrique Gil Gilbert, Joaquín Gallegos Lara, etc.

También médicos laureados, como el Dr. Julián Coronel, Dr. Alejo Lascano, Dr. Juan Tanca Marengo;  y personajes ilustres como Pedro Carbo, Francisco Campos Coello o Luis Vernaza. También allí reposan los restos de artistas populares, como el entrañable Julio Jaramillo Laurido.

A nivel anual se registra una cantidad aproximada de 3.500 personas inhumadas, según manifiesta el arquitecto Roberto Wong, jefe de Operaciones del Cementerio General de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, quien lleva 32 años trabajando en esta labor.   

Cuenta con una infraestructura de 130.348 bóvedas, 144.808 nichos, 8.441 nichos cinerarios y 1.047 mausoleos.

Aproximadamente se registra en los 3 últimos años un porcentaje de 4.987 inhumaciones al año y 415 al mes, mientras que en exhumaciones se registran 4.408 al año y 367 al mes, según datos estadísticos de la Junta de Beneficencia de Guayaquil.

Mientras que por su parte el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural creó 4 rutas turísticas en el cementerio: Ruta de las Esculturas, Ruta de los Presidentes y Próceres, Ruta de los Artistas Musicales, Poetas y Escritores, y la Ruta General.

El objetivo de los recorridos, manifiesta Ángela Fajardo, una visitante del lugar, es que el turista conozca un poco la historia de la ciudad y del país, que también está plasmada en las lápidas del cementerio. “Cuando vienen amigos de fuera del país todos quieren visitar la tumba de Julio Jaramillo”, dice. (I)

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