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Su origen montubio le granjeó una animadversión de los blancos y mestizos urbanos

Manuel Briones: montubio, pirata y “¿héroe?”

Manuel Briones: montubio, pirata y “¿héroe?”
23 de febrero de 2014 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

Los relatos de piratas y corsarios europeos son un lugar común en la historia de Guayaquil. Ríos de tinta han corrido en páginas salpicadas de fantasía sobre filibusteros pérfidos, cuyo afán de destrucción contrasta con el arrojo de los guayaquileños que defienden sus mujeres, su tierra y su patrimonio, hasta el punto de jugarse la vida.

Pero otros piratas estremecían las costas del Pacífico: los bandidos y delincuentes que, al margen de la ley, merodeaban en pueblos y caseríos “haciendo de las suyas”. Uno de esos piratas nativos fue Manuel Briones, quien incluso mereció que el ilustrado chileno Manuel Bilbao escriba, en 1855, la que probablemente es la primera novela sobre el Ecuador: “El Pirata del Guayas”. Junto a este  relato de ficción que alimentó el viejo imaginario de la piratería, un artículo escrito por el historiador Camilo Destruge, en 1910, abordó la vida de Manuel Briones desde la historia y los testimonios orales que aquel recogió.

Entre los numerosos episodios de la vida de Briones, hay un elemento que me interesa destacar: la figura del bandido como ese héroe popular al estilo “Robin Hood”, que aparece para desestructurar el sistema y la moralidad de su época.   

En el caso de Manuel Briones, su origen montubio -había nacido en Daule- le granjeó una animadversión de los blancos y mestizos urbanos que lo convirtieron en un “monstruo” de la lujuria y el mal. Se sabe que mantuvo relaciones incestuosas con su hermana, quien también le secundó en sus tropelías. Este aspecto, reprochable para la sociedad ecuatoriana del siglo XIX e incluso para la actual, es una realidad que muchas veces ocurre por la promiscuidad que se vive en el entorno montubio.

Hay un elemento que interesa destacar: la figura de bandido como héroe popular al estilo “Robin Hood”.El bandolerismo rural, por su parte, es un fenómeno que mereció la atención de intelectuales de la talla del historiador Eric Hobsbawm, quien acuña la expresión de “bandolerismo social” como un fenómeno propio de las sociedades arcaicas que expresa, en parte, el abandono de la institucionalidad estatal en sectores apartados de la centralidad política, donde la “ley de la costumbre” se impone sobre la legislación oficial.

Briones era cuatrero, al igual que su padre, y desde joven empezó a asolar los pueblos de la cuenca baja del río Guayas, convirtiéndose en el “terror de la sabana”. El bandolerismo social puede verse como un fenómeno de resistencia popular que tiene raíces profundas en regiones aisladas e incorporadas tardíamente al espacio nacional.  

Entre los expedientes antiguos que revisó Camilo Destruge, consta un informe firmado por el Jefe Político de Puebloviejo (1847), quien describe la indiferencia del pirata montubio Briones frente a la autoridad de turno: “Anoche volvió a asomar Briones en esta población, profiriendo, públicamente, palabras con respecto al poco temor y al desprecio que le merecen estas autoridades; y habiendo nombrado una comisión para que lo capturara, se ha puesto en mi conocimiento que había regresado a Ventanas. Anda armado de un trabuco, una espada y un puñal”.

Hasta las autoridades policiales temían la violencia de Briones, por cuya ferocidad se ganó una gran fama.Como vemos, hasta las autoridades policiales temían la violencia de Briones, por cuya ferocidad se ganó una fama que llegó a Guayaquil, donde constantemente llegaba para esconderse de sus perseguidores. Francisco Lara, Jefe Político de Daule en 1847, explicaba las razones del desasosiego que el nombre del bandolero y ladrón provocaba en el ánimo de sus subalternos: “Siendo repetidas las quejas y reclamos que hacen en esta Jefatura los ciudadanos de este cantón, por los robos y demás excesos que está cometiendo el criminal Manuel Briones; sin embargo de haber dado todas las órdenes que han estado a mi alcance, para tomarlo con los agentes de Policía, no se puede lograr, ya porque ese malvado tiene relaciones de amistad con todos, ya porque las comisiones que se despachan para el objeto le tienen un terror pánico, pues temen que en una fuga que haga, venga a ejercer su encono con ellos”.

En una de sus escapadas a Guayaquil, finalmente es capturado y desterrado a las islas Galápagos, para cumplir una condena de ocho años de trabajos forzados. Y el final de esta historia es digna de las mejores páginas del realismo mágico latinoamericano: como era de esperarse, Briones planifica su fuga, no sin antes enterarse que el expresidente Juan José Flores preparaba una expedición contra el Ecuador. En 1852, concibe la idea de apoderarse de la primera embarcación que fondeara la isla Floreana y así lo hace con el ballenero estadounidense “George Howland”: diez presidiarios al mando de Briones, con mucha astucia evaden la línea de vigilancia, someten a los tripulantes del buque y parten rumbo a Guayaquil.

En las cercanías del puerto, Briones se cruza con una goleta de la expedición floreana que venía del Perú, la toma y asesina a sus ocupantes. Ya en tierra firme, anuncia su proeza y pide ser indultado por su “acción heroica” en defensa de la patria. Casi sorprende al tribunal que lo juzga por piratería y asesinato con sus argumentos “nacionalistas”, pero al final se decide su ejecución, la que se da el 29 de marzo de 1852, en el Malecón y a la vista de una multitud de curiosos que comentan, con no poca admiración, las proezas del “pirata del Guayas”, las sorprendentes historias de un “Robin Hood” montubio, audaz, pendenciero y mujeriego que le arrebataba el ganado a los terratenientes para entregárselo a otros campesinos como él, burlando y desafiando la autoridad de los “niños bien”.

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