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Los cuerpos de los ‘años viejos’ son laboratorios de experimentos estéticos

Steven Vargas construye los años viejos por partes y luego las junta con engrudo. En la elaboración usa papel periódico y un cartón especial. FOTO: WILLIAM ORELLANA / EL TELÉGRAFO
Steven Vargas construye los años viejos por partes y luego las junta con engrudo. En la elaboración usa papel periódico y un cartón especial. FOTO: WILLIAM ORELLANA / EL TELÉGRAFO
21 de diciembre de 2014 - 00:00 - Redacción Guayaquil

En una vereda de la calle 6 de Marzo y Capitán Nájera -el principal punto de venta de años viejos de Guayaquil- se encuentra Steven Vargas, de 18 años de edad, con una olla, quemada y deforme, llena de engrudo. Usa una brocha delgada para untar la sustancia en papel periódico y con las manos la pega en la superficie de lo que parece una piñata (en realidad es la cabeza de un personaje de cómics).

Ese es uno de los primeros pasos de la gestación de los ‘nuevos viejos’. Vargas, quien empezó a elaborar muñecos a los 8 años de edad (hace una década), recuerda que él creció haciéndolos de esa manera, es decir, de forma fraccionada.

Cuando habla de su técnica no menciona el martilleo de clavos en madera para estructurar un ‘esqueleto’. Tampoco se refiere a la utilización de ropa vieja ni a rellenos de aserrín. Incluso, duda en responder si en la 6 de Marzo, poblada en estos días por réplicas de personajes de cómics y películas, aún se venden los clásicos muñecos. “Casi no se ven por aquí ya”.

Los rostros de las recreaciones actuales -explica- se elaboran con espumafón, los cuales son ‘esculpidos’ con estilete. “Sobre esa forma, que sirve de molde, se coloca papel y cartón que se endurece. Finalmente se lo retira, dividiéndolo en dos, y se lo vuelve a unir. Así se saca la cara”, resume el joven creativo.

El resto del cuerpo también se hace por partes. En la vereda, donde se encuentra, hay caparazones y piernas que al ser enlazadas hacen una tortuga ninja de 2 metros de altura. Es el tamaño de moda. “Las partes se las pega con silicón”. Otros de los elementos usados, para mejorar el acabado, es la fibra de carro. “Así se ven mejor los detalles”.

¿A quién se le atribuye la nueva técnica? Milton Quiñónez, otro de los creativos de la zona, no sabe con exactitud cuál fue el pionero.

Aunque en su puesto, en 6 de Marzo y Gómez Rendón, están a la venta varios de los monigotes más llamativos del barrio. Hay una figura de tres metros de altura llamada monstruo de tres cabezas. “$300 es su precio”, le dice a las personas que, en camionetas, se acercan a preguntar por su valor. Su mentor dice que es el último que le queda, pues ha vendido varios esta semana. Asimismo, en su puesto se puede apreciar un Chapulín Colorado de más de 3 metros.

Según Quiñónez él solo tiene 3 años en el oficio, pero ha aprendido a hacer imágenes parecidas a las originales.

En el puesto donde atiende, junto a otros creativos, emplea aerógrafos para dar detalles definidos a los rostros. En algunos de sus personajes pegan esponjas en los cuerpos que al ser coloreadas dan la ilusión de que son ropas.

Para Quiñónez ellos están entre los artesanos con más talento en el sector. Prueba de ello -expresa- está en que algunos de sus colegas pasan por el taller para ver lo que hacen. “Algunos nos copian los modelos”.

En la 6 de Marzo, efectivamente, ya no están a la vista los muñecos con las estructuras de antaño. En la mayoría de los puestos solamente se ofrecen los gigantes de cartón y de colores intensos. Hay desde Iron Man, de 4 metros, hasta un Atahualpa de similar tamaño.

El artesano Oswaldo Narváez, quien se dedica desde hace 4 años a elaborar los gigantes, cuenta que debe quedarse a dormir en la calle, donde confecciona sus creaciones, pues es difícil trasladar todas las figuras a otro lugar y, luego, armar la galería nuevamente.

“Para poder recogerlos necesitaría una bodega grande. No tengo dónde guardarlos”. Por esa razón, en algunas calles se observan sillones de playa y colchones para descansar, ya que varios se amanecen pegando y pintando las figuras. Sin embargo, hay expositores que cuentan con un amplio patio donde viven y trabajan. Vicente Merino, de 44 años, es uno de ellos. En su taller hay, principalmente, figuras de jugadores de fútbol de todo el mundo: Luis Suárez, Messi, Ronaldo, entre otros.

En el proceso de confección también emplea la técnica nueva. Sus figuras son de gran tamaño y las estructuras son de cartón, es decir, no usa madera.

Lo que conserva de la metodología típica es la pintada a mano con brocha. Según él, así se ve mejor el producto. “Con el aerógrafo los detalles no son tan buenos”, discrepa con sus colegas.

De la misma manera, evita el uso de la fibra para carro, que se adquiere libremente, ya que él la considera nociva para la salud. “Tiene un olor muy fuerte. Temo que pueda producirme cáncer por estar tanto tiempo expuesto. Tampoco la uso porque tengo un hijo que es alérgico”. Al igual que los retratistas requiere un modelo para reproducir la imagen. Para lograrlo usa un recorte o foto del personaje.

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