La fotografía en la exposición del año 1899

La fotografía en el siglo XIX era considerada parte de las artes mecánicas e industriales.   

A pesar de eso, ya en 1880 concursaba en una exposición organizada en Guayaquil para recaudar fondos destinados a levantar una estatua de José Joaquín de Olmedo.  

En la Exposición Nacional de 1899, en Guayaquil, la fotografía copó las vitrinas y estanterías, como parte integrante de las “bellas artes”, junto a la escultura y la pintura.

La especialidad fue el retrato y las vistas urbanas; en el primero, se prefirió la técnica del carboncillo, que lograba un efecto de difuminado en los bordes de la imagen.

También se trabajó con retoques y relieves, especialmente con la técnica de la iluminación que consistía en aplicar óleo a las fotografías para obtener un mayor naturalismo. Se presentaron álbumes con vistas iluminadas, las que, según el público, resultaron pintorescas.

La intervención del fotógrafo en la imagen para retocarla con colores nos indica la búsqueda de una sensación de realismo, recurso visual que está íntimamente ligado a lo pintoresco, categoría estética que surgió en el siglo XVIII y que guarda relación con el romanticismo pictórico. La idea de lo pintoresco como aquello “parecido a una pintura” se observa claramente en las acuarelas y grabados de los artistas viajeros del siglo XIX.