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¡Guayaquil por la Patria! (II)

¡Guayaquil por la Patria! (II)
13 de octubre de 2013 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

La decisión de Olmedo y los patriotas guayaquileños de financiar y emprender una expedición armada con tanta celeridad, indudablemente, fue arriesgada. De hecho, era previsible una derrota ante el bien preparado ejército realista que conocía perfectamente las condiciones geográficas y meteorológicas del interior. Frente a  los continuos reveses sufridos en menos de un año, a fines del invierno de 1821, Guayaquil pidió la protección militar a Bolívar, quien envió a su principal lugarteniente, Antonio José de Sucre, con la estricta consigna de asegurar la victoria patriota.     

Una vez más, el talento político de Olmedo estaría a prueba, al tener que lidiar con la arrogancia del estratega venezolano. En misiva dirigida a Santander,  Sucre se quejaba en estos términos: “En Guayaquil se han suscitado los partiditos, pero la generalidad de la provincia está por nosotros y anhelan su reunión; algunos quieren ser independientes (pobres diablos) soberanos y absolutos, y formar una masita de Nación en medio de los Estados […]  Si en lugar de las instrucciones que traje me hubieren mandado que incorporara de hecho la Provincia a la República, tal vez la cosa no estaría en tanta broma”.  

Es decir, la intención del ejército libertador siempre fue asegurar el control del puerto, no solo por su posición estratégica, sino porque le permitía iniciar la campaña al Perú y frenar el avance de San Martín, único líder americano capaz de opacar a Bolívar.

En mayo de 1822, cuando Sucre vencía en Pichincha con un ejército transnacional y Bolívar rompía el cerco de Pasto, los generales victoriosos proclamaban la anexión de Quito a Colombia.  Pero no todos los quiteños consentían la medida, como lo demuestra una reveladora carta que Bolívar envió a Santander, el 3 de agosto de 1822.  En ella, el Libertador se quejaba de que “los abogados de Quito querían formar un estado independiente de Colombia con estas provincias” (Jaime E. Rodríguez, La revolución política durante la época de la independencia. El Reino de Quito, 1808-1822), es decir, con Guayaquil y Cuenca, como era la ilusión de Olmedo y los miembros de la defenestrada Junta de Gobierno de Guayaquil.

Esos “abogados de Quito”, realmente eran patriotas veteranos del 10 de agosto de 1809, seguramente allegados a Olmedo, quienes al manifestarse inconformes con el estilo político bolivariano, fueron llamados “bochincheros enemigos de Colombia... hombres perdidos, viciosos aunque antiguos patriotas”.

Si bien el análisis de las fuentes documentales nos lleva a pensar que el proyecto de Olmedo, Roca y Ximena consistía en unirse a Quito y Cuenca,  al inicio de la revolución tuvo mucha simpatía la idea de mantener la independencia, al margen de las potencias vecinas. No obstante, los carismas de Bolívar y Sucre fueron acicates para impulsar el crecimiento del “partido colombiano”, que también debía competir con un grupo de comerciantes que se mostraban favorables de una agregación al Perú. 

Confiando en el prestigio que tenía entre sus coterráneos, José Joaquín de Olmedo había comprometido el apoyo de Sucre en la campaña, pero conservando el poder político. Su alto mando le facultaba a conducir, desde el puerto, la estrategia diplomática, lo que constituía motivo de constantes roces con el general.  Sucre le reprochaba a Olmedo que no había tenido el suficiente apoyo del gobierno en la campaña, y escribía a Bolívar quejándose de este particular. Bolívar, por su parte, tenía al futuro cantor de sus triunfos militares como un hombre bien intencionado, pero ineficiente en la administración pública.

En medio de ello, los seguidores de los distintos “partidos” seguían peleando por una mayor aceptación pública. No hay consenso sobre las simpatías políticas e ideológicas de los guayaquileños antes de la anexión a Colombia.   Pero la corriente de apoyo a una república independiente decayó y fueron los “peruanistas” y “colombianistas” quienes se repartieron las preferencias.

En julio de 1822 se resolvería la “cuestión Guayaquil”, cuando después de su entrada triunfante en Quito, Simón Bolívar reclama para Colombia todo el territorio de la antigua jurisdicción colonial. Mientras tanto, Olmedo envía delegaciones a San Martín pidiendo su respaldo, como contrapeso al inminente arribo de las tropas libertadoras.

(Texto extraído de: Ángel Emilio Hidalgo, “El 9 de octubre de 1820 y Guayaquil independiente: proceso histórico y trascendencia”, en Carlos Calderón Chico (editor),” Guayaquil en la historia. Una visión crítica 1820-2009”).

Ángel Emilio Hidalgo

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