La bebida de la abuela se convirtió en un manjar a través del tiempo y ha pasado a otras generaciones. Se trata de la ‘chicha resbaladera’, una receta que data de 1928.

En 6 de Marzo y Gómez Rendón, Rosita Amendaño, oriunda de la provincia de Cañar, prepara la bebida junto a su esposo, originario de Chimborazo, Emilio Barba; ellos se dedican a esta actividad desde hace 20 años y lo hace con mucho orgullo porque, según dicen, mantienen una tradición de hace muchos años.

La preparación de la chicha empieza remojando y moliendo los granos de arroz cocinado, eso se hace harina que luego se mezcla con agua, se le suma leche descremada y se pone a hervir. Una vez frío se agrega azúcar y hielo, también clavo de olor, esencia de vainilla y pimienta dulce.

Para Rosita, el secreto está en la preparación del arroz y en la cantidad exacta de hielo. Con eso se obtiene el dulce de la bebida.

Según don Barba la puedes tomar con cualquier postre, y resbala fácilmente, de ahí proviene su nombre. Rosita vende aproximadamente de 450 a 500 vasos al día a un costo de $0.50 y $1, esto equivale a una ganancia de $250 a $300 diarios, que deja al mes a $1.500.

El negocio fue planeado para el sustento familiar y con el fin de que no se pierda la costumbre de la chicha en las futuras generaciones y que se mantenga el sabor tradicional.

Por dos años consecutivos los han invitado a la Feria Gastronómica de la ciudad. Barba asegura que respeta a la competencia, pero se siente seguro de la preparación de su chicha.

“No solamente nos dedicamos a ofrecer un buen producto sino también a brindar una excelente atención. El sabor es el mismo, pero la atención es mejor todos los días”, manifestó. (I)

Las ventas se mantienen todos los días del año

El lugar en donde están ubicados garantiza que los clientes acudan con frecuencia. Cuenta Barba que de lunes a viernes la ventas se mantienen a buen ritmo, pero diciembre es cuando el negocio tiene más clientes.

“La chicha me ha permitido mantener a mi familia y ahora solo espero concretar un proyecto que me permita vender fuera de Guayaquil. A mí siempre me ha motivado que esta tradición se mantenga en la ciudad”. (I)