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El Telégrafo
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Cabildo prohíbe bailar en el cerro Santa Ana

Cabildo prohíbe bailar en el cerro Santa Ana
29 de agosto de 2013 - 00:00

A la altura del  escalón 260 del cerro Santa Ana, en la mitad del trayecto de las escalinatas, una chica le grita al dueño del bar “¡suba el volumen! ¡Solo escucho su conversación! El propietario, un hombre de la tercera edad que nació en ese céntrico barrio, un poco avergonzado, acepta la recriminación y con mucha cautela permite apreciar mejor la letra de una salsa.     

Pero después, rápidamente, mete la mano debajo del mostrador, donde está el equipo de sonido, y mueve una perilla porque la siguiente canción  está mal grabada.    

El morador, quien pide omitir su nombre y el de su local, es uno de los que hace  más de dos semanas tuvo que firmar un acta de compromiso con el Municipio de Guayaquil para, entre otros aspectos, prometer que pondrá la música en decibeles bajos, venderá cervezas solamente acompañadas de piqueos y  controlará que los clientes beban de manera “moderada”.

“Los clientes, como tope, solo pueden consumir dos o tres jarras de cerveza, 4 ó 5 botellas, hasta cuando se vean tambaleantes o empiecen a hablar con un tono elevado”, explica el propietario del negocio sin precisar la lógica empleada para establecer el cálculo. La sanción para quienes incumplan con la disposición del Cabildo es la clausura del local.

Sin embargo, hay otras restricciones que regulan el comportamiento de los visitantes  del Santa Ana. Una de las que más llama la atención es la que se evidencia en la puerta del local Bucanero, en el escalón 244: “Está prohibido bailar”.

La disposición establece que en los bares del cerro -que solo tienen permiso para funcionar como bares y cafeterías- los clientes no pueden bailar, pues para eso está la Zona Rosa. Óscar Cabrera, del local El Faro, en la noche del martes indicó que en su negocio iba a colocar un letrero para informar a los turistas que únicamente podían escuchar música.

El comerciante se muestra preocupado por la medida, pues teme que, como hace un mes, lo vuelvan a clausurar. Antes de las fiestas de julio, precisamente, el Cabildo sancionó a todos los bares de la zona que permitían bailar y tenían la música en alto volumen.  

Entonces, los comerciantes tuvieron que firmar un documento en el que se comprometieron a no volver a cometer las mismas faltas. “No nos podemos ir contra el trabajo hecho por el alcalde Nebot, pero no perdemos la esperanza de que se permita bailar, porque es lo que le gusta hacer a muchos turistas que vienen acá”.

Asimismo, en el escalón 300, Luis Hernández, dueño de otro local, puso focos fluorescentes en reemplazo de sus multicolores luces giratorias. Tomó la decisión porque otras de las disposiciones municipales es que no haya oscuridad en el interior de las construcciones, sino que todo deba verse claramente desde afuera.

“Incluso en la Dirección de Justicia y Vigilancia me sugirieron que no pusiera reggaetón, sino salsa y baladas”, confiesa  Hernández, quien dice que  siente pena cuando les dice a los extranjeros que no pueden bailar allí. “Muchos me han dicho que les parece absurdo y se van”.

Actualmente, policías metropolitanos que deambulan por la zona y funcionarios municipales ingresan con cámaras fotográficas para sorprender a gente bailando.      

Una de las críticas que hacen los comerciantes es que estos controles inician 12 años después de que se realizan dichas actividades en el cerro, por ello un grupo de comerciantes contrató a una abogada para que los ayude a solucionar el problema.

En algunos de los centros consultados afirman que después de la medida las ventas han bajado más de un 50%, por lo que, ante la problemática, analizan la posibilidad de cerrar los negocios.

DATOS

El artículo 8, que norma las actividades en zonas regeneradas del Santa Ana, prohíbe ruidos que perturben o trasciendan el ámbito del establecimiento. Asimismo, la ordenanza prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas en los espacios públicos.     

El artículo 9, vigente desde 2001, señala que no pueden estar en zonas públicas personas en estado de ebriedad.

El Art. 20 obliga a los dueños de locales a dejar ingresar a inspectores municipales.

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