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La vía del noroeste, que fue un asentamiento irregular, ahora es un sitio cotizado

Avenida Casuarina se transforma en un centro comercial popular

La popular vía es considerada por sus habitantes como un lugar de movimiento comercial. Las construcciones que antes eran de caña, ahora son de cemento. Foto: José Morán / El Telégrafo
La popular vía es considerada por sus habitantes como un lugar de movimiento comercial. Las construcciones que antes eran de caña, ahora son de cemento. Foto: José Morán / El Telégrafo
15 de junio de 2014 - 00:00 - Redacción Guayaquil

El ruido de los carros se confunde con la bulla que generan los comerciantes. La vía Honorato Vázquez, también conocida como la Casuarina o la entrada de la 8, fue inaugurada por la Municipalidad de Guayaquil en 2013.  

Actualmente, como en la céntrica avenida 9 de Octubre, ya se ubican en el sitio grandes almacenes como Artefacta, la Ganga y Marcimex, cadenas farmacéuticas, entre otros negocios.

La rehabilitación de la vía, aparentemente, trajo comodidad a los habitantes de la zona, pero no todos están satisfechos con la obra. Algunos aseguran que hay más contaminación por el incremento de vehículos que transitan por el lugar y se quejan de que las ventas han reducido.

Pedro Asqui, un comerciante de víveres, considera que el aspecto físico del lugar mejoró, pero no las ventas porque actualmente hay la competencia de cadenas de supermercados, como TIA y Gran AKI.

En cambio, Manuel Mendoza, propietario de una vivienda en la vía, asegura que la obra municipal trajo desarrollo al sector y aumentó la plusvalía de su vivienda, una edificación de 2 plantas que arrienda a una familia oriunda de la Sierra.

“El beneficio es notorio, una vía pavimentada, segura, de fácil acceso y en donde los locales comerciales pueden exponer sus artículos a miles de pasajeros y transeúntes”, manifestó. Según el Cabildo guayaquileño, la obra benefició a 481.700 familias que habitan en las zonas cercana a la Casuarina. La afluencia de público ha causado que el lugar se vuelva atractivo al comercio.

Para Antonio Rigó, exgerente de marketing de Mall del Sol, el principal atractivo de la vía radica en el gran número de personas que transita por el lugar. “En ventas estar ubicado en un sitio concurrido es una gran ventaja. Añade que la clase media y baja aumentó su poder adquisitivo, por influencia directa de este Gobierno, y eso es un factor determimante. De nada serviría una vía cómoda y segura si no hay dinero para comprar”, dijo.

Seguridad y ventas

Aunque la vía es más segura y con mayor movimiento comercial, Washington Mathías, un sastre de 70 años, considera que la obra física no garantiza que se incrementen las  ventas. Agregó que durante 10 años gana $ 12 diariamente y que el rubro no se incrementó por la obra municipal.

En cambio, Belly Herrera, propietaria de un almacén de colchones, aseguró que las ventas han mejorado, debido a que muchas personas se acercan a preguntar por los productos que promociona. “La nueva  vía hizo de este sector un lugar seguro y concurrido”.

Si transita mayor cantidad de personas por el lugar hay más posibilidades de vender, dijo el economista Luis Cortez, exdirector de la Escuela de Marketing de la Universidad Laica Vicente Rocafuerte. “El mejoramiento urbano transforma a un sector popular en un espacio turístico y comercial. Eso ocurrió con la Casuarina, en donde por la obra del Municipio el sitio se convirtió en un lugar seguro y de fácil acceso. Dos factores de mucha importancia para los inversionistas. Primero, porque nadie instala un negocio en donde le pueden robar y segundo, porque al ser un sitio concurrido la marca estará presente entre los transeúntes”, expresó.

El sociólogo y economista Robert Párraga Cepeda, docente de la Universidad Santa María de Guayaquil, considera que una obra física a más de generar el aumento de la plusvalía en las edificaciones aledañas incorpora a la formalidad a aquellos comerciantes que antes se ubicaban en los mismos sitios, pero de forma ilegal. Aseguró que las grandes marcas siempre buscan a ese público que no va a un centro comercial, pero que está en los sectores periféricos. “Lo que ocurre en la Casuarina sucedió hace años en los Guasmos y el Suburbio oeste. La calle Portete es un ejemplo, hay casas comerciales, farmacias y comisariatos”.

HASTA VENDEDORES EXTRANJEROS BUSCAN LA ZONA

Fausto Quegua, de lunes a viernes, recorre esta vía de Guayaquil. Este colombiano, de 60 años, quien se dedica a vender jugo de caña, llegó a la ciudad hace 6 meses.

Dice que algunos amigos colombianos le contaron que aquí había posibilidades de trabajar, pero cuando arribó se percató que la realidad era otra. Como no tiene profesión, y ante la necesidad de ganar dinero, optó por construir un trapiche de madera para moler la caña de azúcar y extraerle el jugo. “No soy carpintero, pero con un poco de intuición e ingenio decidí fabricar mi principal herramienta de trabajo.

La monté en un triciclo que adquirí en $ 100 y así recorro más de 5 kilómetros al día”. Quegua, quien no tiene familia qué mantener, cuenta que cada día vende entre 30 y 50 vasos de jugo de caña que le dejan una ganancia de $ 10 a $ 12.

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