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REFLEXIONES SOBRE LA CIUDAD

Olmedo y la infancia

Olmedo y la infancia
02 de junio de 2013 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

¿Qué relación existe entre el prócer y poeta guayaquileño José Joaquín de Olmedo (1780-1847) y los niños? Pues, resulta que Olmedo fue el autor de “Alfabeto de consejos”, poema escrito en cuartetas y dirigido al lector infantil que registra, a modo de un manual de comportamiento, normas que todo ciudadano debería acatar, en una especie de catequización patriótica. El impacto que tuvo este poema cívico fue enorme, pues desde su creación (1830, aproximadamente) se convirtió en uno de los textos más leídos y memorizados por generaciones de guayaquileños y ecuatorianos, llegando hasta nuestros días.

Los niños fueron los principales destinatarios de este tipo de textos, en la idea de que en la niñez y juventud, la persona se preparaba para ser adulto. Por ello, abundaron los consejos, las moralejas y paremias que cumplieron una función claramente didáctica y moralizadora, es decir, formadora de valores cívicos e individuales.

Un aspecto interesante de “Alfabeto de consejos” es la concepción que tiene el poeta sobre el receptor del texto. Para él, su destinatario es un niño próximo a convertirse en ciudadano, es decir, un infante que está recibiendo nociones elementales de política, cívica y lo que después se llamaría “lugar natal”, asignatura que se estudiaba en las escuelas públicas ecuatorianas desde la Revolución Liberal y que consistía en una mezcla de historia, geografía y cívica, donde se enseñaban aspectos sociales relacionados con el terruño o entorno inmediato.

En la primera cuarteta del “Alfabeto de consejos” ya se consigna la descripción del ciudadano virtuoso: “Amor de patria comprende/ cuanto el hombre debe amar/ su Dios, sus leyes, su hogar,/ y el Honor que los defiende”. Como se ve, existe una cercanía e identificación entre la patria, el hogar y la religión, en torno a la idea del “honor” (patrio, familiar, individual), que sostiene los bienes del hombre, cuyo máximo ideal es el “amor”, sentimiento y manifestación total de entrega y sacrificio a aquello que constituye, en un sentido amplio, la idea de “patria” o nación: “su Dios, sus leyes, su hogar y el honor que lo defiende”.

Desde un primer momento se incluye el honor como una de las principales virtudes del ciudadano, lo que nos lleva a reflexionar sobre la permanencia de valores tradicionales a nivel de las mentalidades, que atraviesan las relaciones interpersonales: “Honor es en sumo grado/ el alma del ciudadano/ sin honor es miembro vano,/ o pernicioso al Estado”. El honor es, según los “constructores” de la nación ecuatoriana, el sumo bien del ciudadano, y su ausencia o negación se convierte en una amenaza para la existencia misma del Estado. Es decir, la falta individual incide, en último término, en la conservación del bien público.

Lo anterior nos ayuda a entender la existencia de un orden social asimétrico y jerarquizado que permaneció intocable luego de las guerras de independencia, a pesar de que las elites criollas concibieron el proyecto de construcción nacional como una tarea civilizatoria. En el campo cultural, prevaleció la idea de privilegiar los gastos públicos del Estado, buscando promover la adscripción de los ciudadanos al ideal republicano.

En este marco cultural se inscribe el “Alfabeto de consejos” como dispositivo ideológico de la etapa embrionaria del proyecto republicano ilustrado, desde un horizonte conservador, por la articulación del nuevo credo republicano con aspectos de la tradición, siguiendo el ideal de modelar al individuo. Es decir, se reemplazan los contenidos católicos y piadosos y se imponen ciertos valores relacionados con la moral republicana: “Sociedad es el estado/ en que con otros vivieres/ y serás social si fueres/ justo, modesto y aseado”.

Estas líneas demuestran que, más allá del rol niño-adulto predominante a inicios del siglo XIX, la observancia de las “buenas costumbres”, en el sentido moral, como asearse y ser “modesto”, contribuía a forjar la imagen de un sujeto virtuoso, en torno al ideal republicano que las elites criollas habían reservado al resto de la sociedad, como parte del cambio de mentalidades y emergencia de nuevas sociabilidades, desde la construcción social de la modernidad como un proyecto civilizatorio de orden, racionalidad y progreso.

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