Martha Quimí, de 33 años, no olvida el día en que un auto la atropelló teniendo tres meses de embarazo. Los pronósticos de los médicos que la atendieron hace casi 10 años eran poco favorables.  

Por recomendación de su madre decidió encomendar su salud y la de su bebé a la Virgen del Cisne. A los pocos días se recuperó de los golpes y la menor de sus hijas nació sin problema. Desde entonces viaja cada agosto desde su natal Babahoyo hasta Guayaquil para participar de una de las procesiones más concurridas del suburbio oeste. “También he viajado a Loja por la misma razón”, manifiesta.

La madre de Jesús, en su advocación de la Virgen del Cisne, es la razón por la que miles de personas se congregan anualmente en la ciudad desde hace 30 años.

La peregrinación no solo convoca a gente de distintos cantones de Ecuador sino que, además, atrae a visitantes de otros países, asegura Juan Carlos Burbano, párroco de la iglesia San Vicente de Paúl.

La parroquia queda ubicada en la 24 y la A y se instituyó en 1977. Feligreses como Javier Mendoza recuerdan que los comienzos fueron difíciles porque el lodo, la humedad y los insectos predominaban en el sector.

Sin embargo destacó que desde  la época del reverendo Pablo Meza, primer párroco, el vecindario comenzó a organizarse para dotar a la iglesia de mejores instalaciones. Recientemente, incluso, se empezó a trabajar en la instalación de una cruz gigante “para que pueda ser divisada desde muy lejos”.

En 1985, el padre Nelson Cevallos Sarango asumió la dirección de la parroquia y decidió traer una imagen de la Virgen del Cisne porque, además de ser su admirador, se había hecho la promesa de dar a conocer esta advocación de María “como todo buen lojano”, explica Burbano.

Para los feligreses, a través de los años la procesión se ha convertido en una de las más significativas de la ciudad por la cantidad de gente que convoca.

En los últimos años, la asistencia promedio es de aproximadamente 20.000 personas. Incluso en el recorrido realizado el pasado fin de semana se utilizaron 22 imágenes “lo cual indica que cada año aumenta la concurrencia”, manifestó Carolina Toledo, colaboradora de la parroquia.

La imagen de la Virgen del Cisne fue tallada por el artesano Alejandro Herrera, en Loja, y fue transportada desde la mencionada localidad hasta Guayaquil.

Desde que llegó al Puerto Principal se formaron varias agrupaciones y confraternidades para celebrar la novena de la advocación. “Hubo comparsas, cohetes y artistas que se presentaban después de la misa”, recuerda Mendoza.

En las décadas siguientes se sumaron grupos pastorales para participar de la organización y desarrollo de la procesión que abarca 90 cuadras y que inicia desde la iglesia San Agustín.

Por ejemplo, un grupo de jóvenes de entre 18 y 28 años de la parroquia Virgen del Cisne ayudó entonando algunas melodías en una tarima.

Víctor Juela, uno de los integrantes, manifestó que el grupo se conformó en 1986 y que desde hace casi  dos décadas colaboran con los eventos de la parroquia San Vicente de Paúl. “Es una fiesta que integra a todas las regiones del país”, aseveró.

Las festividades de celebración por las Bodas de Perla de la procesión empezaron desde el pasado 21 de agosto y se extenderán hasta el próximo 10 de septiembre.  

Para hoy se tiene prevista una procesión que comenzará en la 25 y la P a las 15:00. Además, la banda de la Comisión de Tránsito del Ecuador se presentará a las 20:30. (I)