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El piloto Miguel Quiroga tomó tres decisiones fatales

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La Aviación Civil de Colombia confirmó ayer que el avión en el que viajaba Chapecoense cayó a tierra sin combustible y que ahora la investigación se centra en establecer por qué el piloto de la aeronave, el boliviano Miguel Quiroga, no se reabasteció en el trayecto.

“La aeronave no tenía combustible en el momento del impacto y una de las hipótesis que manejamos es que esa fue la causa de la caída”, dijo el secretario de seguridad de la Aeronáutica Civil, Freddy Bonilla.

Con esa conclusión preliminar de los peritos que participan en la investigación, la interrogante que se abre es por qué Quiroga no se reabasteció de combustible durante el trayecto, que inició en Santa Cruz.

Según el plan de vuelo, el avión de la aerolínea boliviana Lamia debió abastecerse de combustible en Cobija (Bolivia) o en Bogotá.

Y es que cuando un piloto de aviación sabe que entre más reduzca los costos de un vuelo más será su ganancia económica personal, puede ocurrir lo que sucedió la noche del lunes, cuando el avión Avro RJ-85 que transportaba al Chapecoense se precipitó a tierra con 77 pasajeros y tripulantes a bordo, 71 de los cuales murieron.

Las grabaciones del diálogo que sostuvieron minutos antes del percance el piloto de la aeronave accidentada, Quiroga, y la controladora de tráfico aéreo del aeropuerto de Rionegro, Janeth Molina, no dejan  duda de que el avión de Lamia se estaba quedando sin combustible.

Este audio, divulgado por varios medios colombianos, y el hecho de que el avión no estalló ni se incendió al impactarse en el cerro El Gordo, a solo 13,1 kilómetros de la pista de Rionegro, son los indicios que permiten a los investigadores establecer que la aeronave comandada por Quiroga se desplomó por falta de combustible. Lo que quizá nunca sea aclarado es por qué Quiroga tomó tres decisiones que resultaron fatales para los 77 pasajeros y tripulantes del avión.

Errores fatales

La primera decisión errónea del piloto fue no haber hecho escala en Cobija para reabastecerse de combustible, como indicaba el plan de vuelo. Esa ciudad boliviana está a 963 kilómetros de Santa Cruz, de donde partió la aeronave de Lamia.

Es decir, Cobija está a 963 kilómetros más cerca del aeropuerto de Rionegro, que es el que atiende a Medellín. Esta ciudad sería el destino final del Chapecoense.

El general retirado Gustavo Vargas, director de Lamia, no se explica por qué Quiroga no se reabasteció de combustible. “Tenía que ir a Cobija, que es en Bolivia. De Cobija tenía que ir a Medellín. Pero se fueron directo a Bogotá”.

Algo que puede explicar la alteración del plan de vuelo que hizo el piloto es que, además de que era el comandante del vuelo accidentado, era copropietario de la aerolínea.

Y Lamia es una pequeña aerolínea que operaba hasta el lunes con tres aviones Avro RJ-85 de fabricación inglesa que había arrendado. Solo se dedica a efectuar vuelos chárter, en especial para equipos de fútbol. En la aeronave que se fue a pique habían viajado, según Gustavo Vargas, las selecciones de Argentina, Bolivia y Paraguay, así como equipos sudamericanos. Entre ellos, el Atlético Nacional.

Con un avión en operación y dos en reparación, Lamia era una aerolínea modesta. De acuerdo con Vargas: “No tenemos rutas, nuestros vuelos no son muy seguidos (...), empezamos a volar vuelos chárter porque no pudimos crear una aerolínea aérea de vuelos regulares con destinos fijos, por la poca economía que teníamos”.

Es apenas lógico suponer que las decisiones de Quiroga pudieron estar determinadas por su intención de reducir costos operativos y que, entre la disyuntiva de apegarse con rigor a los protocolos de seguridad aérea o maximizar sus utilidades, optó por lo segundo.

El reabastecimiento de combustible del avión de Quiroga en el aeropuerto de Cobija le hubiera costado a Lamia alrededor del 4% de los $ 130.000 que cobró al club por el vuelo chárter, solo por uso del aeródromo y costo de combustible.

El presidente de la Asociación Colombiana de Aviadores Civiles, Jaime Alberto Hernández, considera que si Quiroga se hubiera reabastecido en Cobija, el vuelo habría llegado a Medellín.

La segunda decisión inexplicable de Quiroga es por qué no aterrizó en el aeropuerto de Bogotá, que le quedaba en el trayecto hacia Medellín.

Para el director de la aerolínea, Gustavo Vargas, “si él (Quiroga) consideraba que no tenía combustible, tenía que entrar a Bogotá a reabastecerse. El aeropuerto de Bogotá, según el plan de vuelo, era el alterno para cualquier cosa”.

Y la tercera decisión fatal la tomó el piloto boliviano cuando se acercaba al aeropuerto de Rionegro, con problemas de combustible que ponían en riesgo el funcionamiento del avión, y en lugar de declararse en emergencia pidió prioridad de aterrizaje. Una declaratoria de emergencia por escasez de combustible le hubiera generado a Lamia una multa de $ 25.000.

Los minutos finales

Los audios de la conversación entre Quiroga y la controladora de tráfico aéreo del aeropuerto de Rionegro, Janeth Molina, quien estaba de turno el lunes por la noche, indican que el piloto boliviano y copropietario de Lamia se resistió hasta los últimos segundos a declararse en emergencia, que en los protocolos de la aviación implica emitir la señal de socorro Mayday. (I)

Lamia inició en Venezuela y se mudó a Bolivia

La historia de Lamia -la pequeña línea aérea en la que se accidentó el club Chapecoense de Brasil- está llena de  episodios confusos y extraños, desde su fundación en 2009.

La empresa se creó inicialmente en Mérida (Venezuela), de ahí las siglas Lamia: Línea Aérea Merideña Internacional de Aviación. La principal cabeza de este proyecto fue Ricardo Albacete Vidal. El objetivo era aportar en el desarrollo turístico de la región y se estimó contar con 12 naves para los potenciales usuarios.

Pero la línea nunca despegó y Albacete la llevó a Margarita, con los mismos objetivos: aportar al desarrollo turístico de la zona. Entonces se transformó en Línea Aérea Margarita Internacional Aviación; la sigla Lamia seguía calzando.

El 3 de noviembre de 2013, el gobernador Mata Figueroa recibió en el aeropuerto de Margarita al único avión de Lamia, un jet British Aerospace BAE-RJ85. En su discurso pronosticó un futuro venturoso para la compañía: “Lamia es nuestra línea margariteña; al fin Margarita tendrá una empresa aérea propia y desde aquí vamos a ir a diferentes partes de Venezuela y del exterior, ya que cubrirá rutas nacionales e internacionales”.

Pero tampoco allí Lamia cumplió con sus promesas y seguía sin realizar un vuelo.

Paralelamente, Albacete intentaba en España otros negocios. Allí fue señalado como uno de los principales testaferros del empresario chino Sam Pa, quien fue detenido en octubre de 2015 por las autoridades de Beijing por delitos monetarios y traición al Partido Comunista Chino. Sam Pa había montado un multimillonario entramado de negocios con la petrolera chino-angoleña, Sonangol. Con el asesoramiento de Albacete, Sam Pa compró un astillero en Galicia, esto encendió las alarmas, antes de que el empresario chino sea detenido.

Finalmente, sin lograr despegar en Venezuela, Albacete trasladó los tres aviones que había logrado adquirir a Bolivia. En noviembre de 2015, la flamante empresa boliviana Lamia Corporation SRL logró la autorización para comenzar a funcionar como pequeño operador aerocomercial.

Los dueños de la nueva compañía, según informó La Nación, de Argentina, eran Marco Antonio Rocha y el piloto Miguel Quiroga (foto), quien estaba al mando de la aeronave que cayó en Medellín y falleció en el accidente del martes.

Pero Denise Pinto, cuñada de Quiroga -en diálogo con El Tiempo, de Colombia-, aseguró que él no era dueño de los aviones y que eran alquilados. También desestimó que su familiar tuviera responsabilidad del accidente, ya que tenía la experiencia necesaria para efectuar ese tipo de viajes.

Según información de medios bolivianos, dos de las aeronaves se encontraban en reparación en Cochabamba, por lo tanto, Lamia operaba hacía tiempo solo con un avión, de matrícula LMI 2933. (I)

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