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Damián Lanza: “Ser efusivo es mi esencia; es mi manera de vivir el fútbol”

Damián Lanza: “Ser efusivo es mi esencia; es mi manera de vivir el fútbol”
Foto: Barcelona
02 de enero de 2018 - 00:00 - Luis Cheme

Damián Lanza recuerda perfectamente el momento en que recibió la mala noticia. La mañana del viernes 1 de diciembre, el guardameta de 35 años se encontraba en el edificio de concentración de Barcelona, después del entrenamiento matutino en la cancha alterna del estadio Monumental.   

Se estaba cambiando de ropa cuando el asistente técnico Darwin Quintana tocó la puerta de su habitación tres veces y antes de que Lanza abriera o preguntara quién estaba del otro lado, le dio el recado que le habían encargado: “Guillermo (Almada) quiere hablar contigo después del desayuno, sube a su habitación”, le dijo el colaborador del estratega uruguayo.          

La angustia y la ansiedad por saber qué le quería decir el entrenador hicieron que Lanza comiera más rápido de lo normal. Incluso -recuerda- subió las escaleras aún masticando el último bocado.                 

Almada fue directo y frontal. Apenas Lanza entró a su habitación le dijo que lo había mandado a llamar para comunicarle que no contaba con él para la temporada 2018 y que la dirigencia del club respaldaba su decisión.   

La noticia lo dejó desconcertado. Mientras Almada le explicaba las razones, por la mente del arquero ecuatoriano nacionalizado argentino e italiano empezaron a aparecer, a modo de flash-back. Recuerdos de sus seis años en el club ‘canario’: se acordó de su debut en 2012 en Ambato contra Macará, rememoró los títulos de 2012 y 2016 y revivió el triunfo ante El Nacional, el 26 de noviembre pasado en Quito, cuando fue titular y salió de la cancha llorando de la emoción.        

Mientras recordaba esos momentos que marcaron su paso por el ‘Ídolo’, Lanza dejó de escuchar a Almada. Se desconectó por unos segundos, pero después volvió en sí y le agradeció al adiestrador por su franqueza.    

Esa noticia coincidió con una fractura de brazo que sufrió su hijo, por eso no pudo empezar a preparar su salida del equipo inmediatamente. Había pedido permiso para que el técnico no lo considere en el equipo que iba a viajar a Machala para enfrentar a Fuerza Amarilla.  

Pero una semana después le pidió a Almada que lo dejara despedirse como titular en el último partido, en el Monumental ante Macará; paradójicamente, el mismo rival que tuvo en su estreno en el arco amarillo.      

Y aunque Barcelona cayó en ese compromiso y quedó fuera de la Copa Libertadores de América de 2018, Lanza tuvo una despedida apoteósica. La barra Sur Oscura coreó su nombre y exhibió una pancarta con la leyenda “Lanza, gracias por sudar la camiseta”. Además, la agrupación le entregó una placa por su esfuerzo y sacrificio a favor del club.  

Pero eso no fue todo. Ese día, antes de abandonar el estadio Monumental, al pie de la avenida Barcelona, bajó de su carro para saludar a otro grupo de aficionados que lo esperaban para tomarse fotos y pedirle autógrafos.  

Ese día Lanza se dio cuenta de que la hinchada amarilla lo veía como un ídolo.                  

¿Hubo mucha ansiedad en su última concentración con el equipo?
La semana previa al duelo contra Macará fue difícil. Estuvo cargada de mucha ansiedad porque sabía que iba a ser mi último partido con Barcelona. Pero el fútbol tiene estas cosas y sabía que en algún momento iba a suceder.

Me llevo el cariño de los compañeros, de los amigos personales, de la gente de utilería, cocina y el resto de áreas que me apoyaron durante los 6 años que estuve en el club.

Solo quería que llegara la hora del cotejo para descargar la  intranquilidad que tenía. Caminaba de un lado a otro y miraba el reloj cada 10 minutos. Cada segundo se me hizo eterno.            

¿A qué amigos personales se refiere?
A Matías Oyola, por ejemplo, con quien me llevo muy bien. Más que mi compañero, es mi hermano. Nuestras familias comparten reuniones juntas. Con Damián Díaz y Ariel Nahuelpán también tengo una buena relación de amistad. En todo este lapso compartí más cosas y tiempo con ellos que con mi propia familia.        

Luego de conocer su salida del club, la hinchada de Barcelona difundió en redes sociales videos de sus mejores momentos en el equipo. A mí se me quedó uno que se presentaba bajo el título “Este es Damián Lanza” y en él se destacaba que usted era capaz de llorar, arriesgar el físico y hasta tirar puñete por el club. ¿Siempre fue temperamental?         
Esa es mi esencia. Es mi manera de vivir el fútbol. Me gusta ser efusivo y demostrativo, pero fuera del campo de juego soy más tranquilo. Cuando pasa algo dentro de la cancha y estoy en la banca soy el primero en reclamar; por eso me he ganado tarjetas amarillas y rojas sin jugar. Este año me sacaron dos amarillas de esa manera. En los partidos me transformo, así ha sido siempre.         

¿Como la vez que protagonizó una pelea en el estadio Reales Tamarindos antes de la temporada 2014?  
Soy muy explosivo, desde pequeño siempre me gustó ganar. Aunque ahora me controlo más y en eso mi esposa ha jugado un papel importante. Ella me hizo entender que hay formas y maneras para reclamar. En esa ocasión un jugador de Liga de Portoviejo estaba en el piso, yo arrojé la pelota al lateral para que sea atendido, pero lastimosamente ellos no jugaron con el fair play y no devolvieron la pelota como se lo hace normalmente.  

Ese mismo año usted fue expulsado en el estadio Rumiñahui antes de entrar a la cancha a reemplazar a Máximo Banguera, a quien también le habían sacado tarjeta roja. Usted perdió completamente el control. ¿Si Ismael Blanco y José Luis Perlaza no lo sostenían le hubiera pegado al árbitro Vinicio Espinel?
No sé qué hubiera pasado, pero todo quedó allí. Yo conversé después con Espinel sobre la polémica y hasta nos reímos de lo que había pasado. Yo estaba descontrolado, pero no hubiera pasado más allá del reclamo. No creo que le hubiera pegado. Pero me sentía con mucha impotencia porque sentía que nos estaban perjudicando.      

¿Qué fue lo que pasó exactamente?  
El partido iba 1-1 cuando Máximo Banguera fue expulsado por doble tarjeta amarilla. La primera fue por quemar tiempo y la segunda por una supuesta agresión verbal. Yo estaba listo para ingresar y mientras calentaba se me salió decir que la terna de árbitros había sido “billeteada”. El cuarto árbitro Luis Quiroz informó eso a Espinel y este me expulsó. Fue un partido muy enredado que finalmente terminamos perdiendo.            

¿No cree que ese tipo de exabruptos terminaron colmando la paciencia del técnico Guillermo Almada? Porque en 2015 volvió a protagonizar una pelea, esta vez con Cristian Arana, de Emelec, después de un clásico.     
Guillermo siempre me pedía calma, pero entendía que siempre mis reclamos fueron legítimos y en defensa de los intereses del club, como esa noche en Sangolquí. No creo que mi temperamento haya influido en su decisión de sacarme del equipo, él sabía que esa es mi forma de vivir el fútbol.

En ese clásico en el estadio Modelo los jugadores de Emelec empezaron a burlarse de nosotros al final del partido porque, según ellos, nos habían bailado en la cancha. Por eso reclamamos y reaccionamos como lo hicimos.      

Pero con Almada también tuvo un altercado cuando se hizo cargo del equipo en 2015. Incluso en una rueda de prensa el estratega uruguayo dijo que usted había sido separado del club por una reacción suya desmedida.   
Almada tenía 15 días al mando del club cuando un día, en un entrenamiento, discutimos por una jugada en particular. Él tenía un criterio distinto al mío y chocamos.

Hubo gritos, pero no pasó de eso. Después de esa práctica él me buscó para conversar, pero yo estaba caliente y le hice un desplante. Al siguiente día dio una rueda de prensa para aclarar que él tenía su metodología de trabajo y que me sacaba del equipo por mi reacción desmedida.    

¿Qué hizo usted para seguir en el equipo?
Primero, reconocer que me había equivocado. Después fui a buscar a la dirigencia y ellos hicieron que me reúna con el profesor. Hablamos bastante tiempo y las diferencias quedaron zanjadas definitivamente. Hasta ahora tenemos una buena relación.      

¿Qué partidos lo marcaron en su paso por Barcelona?  
En primer lugar, el 5-0 a Liga de Quito en el estadio Monumental porque ese día le tapé un penalti a Bryan Alemán que fue celebrado como si fuera un gol.

Después el partido diferido de la segunda etapa de este año contra El Nacional porque volvía a ser titular después de varios meses. Ese día salí de la cancha llorando de la emoción. Y no podían faltar los 5 clásicos del Astillero que jugué (dos oficiales y tres amistosos); no perdí ninguno.           

¿Guarda algún cariño especial por Emelec considerando que fue el club que lo trajo al fútbol ecuatoriano en 2002?   
Indudablemente. Tenía 19 años cuando Omar Quintana me contactó. Cuando llegué me entrenaba con el equipo principal, pero jugaba el torneo de la sub-20. Daniel Viteri y Roris Aragón eran los arqueros del primer equipo. Un año después Emelec me prestó a Panamá, jugué una temporada en segunda categoría. Allí fui compañero de Pedro Mauricio Muñoz, que ahora es coordinador de la selección.    

¿Qué pasó después?
En 2004, Omar Quintana se retiró de la dirigencia deportiva y me dio mi carta de libertad y fiché por el Deportivo Cuenca. Llegué 10 días a prueba junto con otros chicos, necesitaban un tercer arquero para acompañar a Javier Klimowicz y Carlos Morán. Al final me quedé y salimos campeones ese año.   

Su debut en el fútbol profesional también fue con el Deportivo Cuenca...
Yo debí haber debutado contra Macará en el Alejandro Serrano. Carlos Morán se había operado la rodilla y el técnico de turno me convocó a la banca de suplentes. Antes de que finalizara el partido expulsaron a Klimowicz, pero el DT ya había realizado los tres cambios y tuvo que terminar tapando un jugador de campo. Pero en el siguiente partido fui titular y debuté en primera categoría.  

Luego, con 8 partidos jugados, Hernán Darío Gómez lo convoca a la selección para disputar la Copa América Perú 2004...   
Ese es un año especial en mi carrera porque ocurrieron muchas cosas juntas: debuté profesionalmente, ganamos el título con el Deportivo Cuenca y fui convocado a la selección. Ese fue un sueño realizado.  

Y el ‘Bolillo’ lo hizo debutar en la ‘Tri’ en el tercer partido de la Copa América contra México. ¿Qué recuerda de esa experiencia?
Terminando el primer tiempo, Jacinto Espinoza se lesionó un dedo y me tocó entrar. Jugué 45 minutos. ‘Bolillo’ es un gran entrenador, y como persona, mucho mejor. Ese día, antes de entrar a la cancha, se paró junto a mí en el centro de la cancha, me abrazó y me dijo que jugara tranquilo. Sus palabras me dieron mucha confianza.   

Después juega el Mundial de Alemania 2006...   
El ‘Bolillo’ se fue después de la Copa América y Luis Fernando Suárez me mantuvo en el proceso hasta llegar al Mundial. Yo jugaba en Aucas y estaba en Quito siguiendo el anuncio de la convocatoria junto con mi padre. Cuando escuchamos mi nombre lloramos de la emoción.

¿Con qué momentos del Mundial se queda?
Con el encuentro que tuve con el camerunés Roger Milla, tengo una foto con él. Con el gesto que tuvo David Beckham después del partido de octavos de final contra Inglaterra. Él entró con mucha humildad al camerino, nos felicitó por el buen partido que habíamos hecho.  

Se trajo también el buzo de Oliver Kahn...  
Efectivamente. Después del partido contra Alemania lo seguí unos 500 metros por los pasillos del estadio e intercambiamos el buzo. Lo tengo bien guardado.    

¿Considera que el Mundial fue un impulso para ir a Italia?  
Eso fue en 2007. Se presentó la oportunidad de fichar por el Arezzo y después fui a Genoa, donde conocí a Luciano Figueroa, quien luego vino a Emelec. Hasta ahora somos amigos.    

En el Genoa tuvo como DT a Antonio Conte que ahora está a cargo del Chelsea...
Conte es igual o más efusivo que yo. Es muy perfeccionista. Un día de invierno en Génova, durante un entrenamiento nos tuvo más de dos horas bajo la nieve repitiendo un ejercicio. Yo tenía congelados los pies, prácticamente no los sentía. Tuve que llamar a mi esposa para que me esperara en casa con una tina de agua caliente para meter los pies.    

¿Qué va a pasar con su carrera ahora... piensa en el retiro?
Aún no pienso en eso. Ahora estoy buscando un equipo que me brinde la posibilidad de jugar. Estoy en conversaciones con un par de clubes, pero aún no hay nada concreto. (I)

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