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¿Qué te pasa Barcelona?

¿Qué te pasa Barcelona?
05 de mayo de 2015 - 00:00 - Claudio Campos, entrenador de fútbol

Un equipo de fútbol debe reinventarse partido tras partido y más allá de que los nombres sean los mismos, es imprescindible repetir situaciones de juego, asimilar ideas y preparar el conjunto para contrarrestar las propuestas que se pongan en frente. Israel llegó a Barcelona con una idea de trabajo muy respetable, que en un momento similar al actual dio un cachetazo al moribundo pueblo torero, inmerso en aquella ocasión en una desilusión, y logró despertarlo con una sonrisa de optimismo. Es evidente que los flashes que comenzaron a acompañar al desconocido entrenador que hoy nuevamente es foco de atención dejaron de retratarlo como el indicado para postularlo como el culpable, es ahí cuando me pregunto, ¿por qué es tan efímera la alegría en el fútbol? Sin elegir los jugadores, Israel tuvo la capacidad de amalgamar una idea clara, pero los resultados no van siempre de la mano del rendimiento o la propuesta que se trata de hacer, pero sí está claro que a la mayoría le resulta más fácil entender las estadísticas mientras que a muy pocos líricos los invade el sentimiento, carácter y formas de cómo fue enfrentado dicho momento.  

Con ese capítulo histórico finalizado las esperanzas se renovaron en favor del uruguayo, que con una calidad de ser humano excepcional llegó al convencimiento de cada trabajador y futbolista del club, avizorando nuevamente la gloria tan necesitada que persigue la institución año tras año.

Los filtros normales comenzaron a confesar los nombres en carpeta, las tertulias futboleras pedían pagar lo que sea por Ismael Blanco, el “Ídolo” de turno que a base de goles se había ganado el derecho a estar en esta nueva historia. Los deseos se fueron cumpliendo, sin darse cuenta de que eran nombres aislados que para nada tenían la certeza de poder conformar un gran equipo.

Escucho decir que es el mejor plantel del país, que el presupuesto es alto, que se cumplieron todos los pedidos. Pero con eso no se ganan campeonatos y menos se conforma un grupo que navegue en los mismos objetivos y tenga las capacidades idóneas para entenderse el uno con el otro.

Este Barcelona carece de sociedades futbolísticas, Blanco no tiene al Kitu Diaz que tuvo Narciso Mina, para dar un ejemplo contemporáneo. Los laterales no son copartícipes de las avalanchas ofensivas que intentan Alemán o Esterilla, y tampoco el arco, sea Banguera o Lanza, encuentra esa complicidad con los centrales para esterilizar los ataques rivales. El club que festeja 90 años está inmerso en un mar de dudas futbolísticas, y en vez de ser apoyado por todo lo que genera, se ve rodeado de especulaciones amarillistas que desean indirectamente verlo caer para de esa manera criticar la grandeza ganada con la historia. El ídolo necesita entender lo que dice su parte médico; que con letras mayúsculas nos alerta de que la medicina está en la paciencia, en la confianza interna y asimilar que los grandes equipos aunque a los incrédulos no les guste, también  necesitan tiempo y mucho carácter para conformarlos como tal. (O)

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