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El Telégrafo
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Nelson Tapia: “Cuando me llamen de la selección ecuatoriana estaré preparado”

Nelson Tapia Exarquero de la selección de Chile / entrenador
Nelson Tapia Exarquero de la selección de Chile / entrenador
Foto: Miguel Castro / ET
19 de enero de 2020 - 12:23 - Elías Vinueza y Augusto Itúrburu

Nelson Tapia encontró en Ecuador su lugar. Luego de su experiencia en Barcelona como preparador de arqueros, se quedó en el país y tomó las riendas del Guayaquil Sport, equipo de la segunda categoría.

Cada vez que tiene libre sale con su esposa y sus gemelos a “explorar y recorrer” Ecuador. Así lo demuestra con imágenes en sus redes sociales, especialmente en su cuenta de Twitter. Su amor por el país es tan grande que en su muñeca izquierda tiene una pulsera con los colores de la bandera nacional.

Uno de sus anhelos es ganar un título -lo hace por sus gemelos- pero quizás el mayor es dirigir a la Selección Ecuatoriana de Fútbol.
Por eso sigue estudiando a los jugadores ecuatorianos y paso a paso va formando una metodología de enseñanza acorde a la realidad del país.

¿Cómo se da la posibilidad de llegar al fútbol ecuatoriano? ¿Quién fue el nexo para que usted llegara a Barcelona? 
Fue Guillermo Almada. Hace mucho tiempo queríamos trabajar juntos y en su momento hubo la oportunidad de venir a Ecuador, pero yo estaba viendo la posibilidad de dirigir -terminando mi curso de técnico en Chile- y se dio la ocasión en 2015 de entrenar en la segunda profesional, por eso no pude integrarme al equipo de Guillermo. Me llamó a finales de 2018 para integrarme como entrenador de arqueros.

Usted apuntaba a ser entrenador 
La idea siempre fue esa: ser entrenador de fútbol. Había jugado y tenía los conocimientos como entrenador de arqueros y se me abrieron algunas puertas. Fui quemando los procesos, he pasado por fútbol femenino, por fútbol joven, universitario, amateur, pero no me quiero apurar. Entonces sé dónde estoy ahora, siento que Ecuador es el sitio al que siempre quise venir, está más cerca a México y a Estados Unidos, pero sin apuros.

Siempre tratando de conocer el medio, de conocer lo que es el Ecuador y al jugador en sí. De a poco ir creciendo.

Se ha visto en sus redes sociales que ha viajado mucho por Ecuador. 
Sí, es un país maravilloso, lo mismo sucede en Chile (...). Tengo hijos grandes y los gemelitos. Cuando llegamos a Ecuador tuvimos 10 días libres y decidí salir a recorrer y me fascinó, me gusta mucho. No hay día libre que no salgamos a explorar.

¿Y qué es lo que más le gusta de Ecuador? 
(Risas) Las menestras. Las comidas, la verdad que son bacanes. Y siento que el ecuatoriano con el chileno se lleva bien, hay mucho respeto. Me gusta el país (...). Se me están abriendo las puertas como en Barcelona, hoy en día, aquí en Guayaquil Sport, que es con la gente de la Universidad Laica (Vicente Rocafuerte).

Reveló que Almada fue el nexo para llegar a Barcelona, se conocían de mucho antes. 
Jugamos juntos en 1988 en O’Higgins de Rancagua. Él debe haber tenido unos 19 años y yo 20. Yo recién estaba casado, vivía en la casa del abuelo de mi señora y lo llevé a él a vivir en esa casa, estuvo un par de meses hasta cuando el club le buscó una vivienda. De ahí se formó una linda amistad. Cuando yo viajaba a Uruguay por eliminatorias mundialistas, él siempre me recibía, mantuvimos los contactos.

¿Cuando Almada era futbolista ya se notaba que iba a ser entrenador? 
Sí, con el tiempo, como siguió esta amistad en las redes sociales, me di cuenta de que ya estaba entrenando en el River Plate de Uruguay, y así fue sonando en Chile hasta que nos contactamos otra vez. En algún momento hubo la posibilidad de ir a Escocia antes de Barcelona, pero no se dio. Aquí realmente estuvimos tres meses juntos porque luego él arrancó para México y decidí quedarme.

¿Qué rescata de su experiencia en Barcelona?
Sabía que venía a uno de los grandes de Ecuador. Sabía que era el más pasional en cuanto a gente, sabía que me iba a encontrar con buenos jugadores, de nivel muy competitivo. En el día a día progresé mucho, crecí mucho, hasta que me tocó ser entrenador interino. Dentro de lo que fue el año en Barcelona, crecí mucho profesionalmente.

¿Tuvo la oportunidad de tapar en el Monumental? 
No. Solo en los partidos de eliminatorias en Quito (para los Mundiales 1998, 2002 y 2006). Vine en 1993 con la Universidad Católica, pero no jugué. Fui arquero suplente.

En esa serie, en el partido de ida que fue suplente, ¿recuerda el gol de Muñoz? 
Sí, fui suplente, ganamos 3-1. Sí vi ese gol, la levanta y hace una especie de chilena (...). Por eso hay mucho conocimiento sobre Ecuador, siempre apunté acá y lo digo, estoy donde quiero estar. Estoy haciendo lo que me gusta, me están dando la posibilidad de poder dirigir.

¿Cómo llega a O’Higgins y cómo comienza su carrera? 
Yo soy del sur de Chile, estoy cerca de Curicó donde hay dos equipos profesionales, uno en la A y otro en la B: Rangers y Curicó Unido. Intenté jugar en todos esos, lo más cerca de mi pueblo; incluso en la Universidad de Chile. Durante todo un año me estuve probando siempre como arquero; a veces jugaba adelante, pero era muy lento. Hasta que se me dio en O’Higgins, hice los procesos de juveniles y es ahí donde conozco a

Guillermo Almada en 1988. Luego me voy a la Católica; me fui a Vélez, Unión Española, Cobreloa.

A pesar de que comenzó joven, recién a los 26 tuvo un trabajo más profesional. 
Exacto. Porque en los 80 todavía no estaba el entrenador o preparador específico de arqueros, ahora debe estar sí o sí. Entonces hubo muchos procesos que el arquero hacía solo, por ejemplo se quedaba al último recibiendo centros, o que alguien le pateara (...) o todos le pateaban al mismo tiempo y eran 30 pelotazos, pero no había un trabajo específico. Entonces, cuando ya estuve en la selección chilena es que tuve un técnico específico de arqueros. Antes llegué solo con las ganas.

En la Católica tuvo la oportunidad de jugar con grandes futbolistas. 
A mí me toca la época cuando se había ido el “profe” Prieto y llega Manuel Pellegrini, quien arma un plantel numeroso con Gorosito, con Acosta, con Sergio Vásquez, Jorge Vásquez. Antes de ellos ya estaba Reinoso, también Almada -un delantero- y Cardoso. Fue un período de la Católica de grandes jugadores y muy buenos técnicos. Uno de los mis técnicos favoritos es Manuel Pellegrini, lo tuve en O’Higgins en el año 92 y después en el 93 y 94 en la Católica. Por eso llegar a la capital (U. Católica), en mi caso que vengo de la zona central, es como concretar un sueño. Y uno de esos era estar en la selección de Chile siempre, por eso le estoy muy agradecido (a Pellegrini) por el aprendizaje de este campesino, de este obrero.

¿Qué tenía Pellegrini que lo hacía distinto? 
Era preparado. Para los tiempos, él ya estaba preparado. Hoy ya todos están preparados, todos andan copiando algunos modelos. Él ya venía con una preparación, era universitario, era ingeniero. Siempre he pensado que el manejo de grupos es tan importante como la planificación, y él lo tenía.

Fue un buen arquero, pero no un muy buen arquero. 
Sí, siento que estuve en los momentos precisos. En Chile hubo muy buenos arqueros, pero nunca fui un arquero espectacular. Siempre fui más sobrio.

¿A qué se refiere cuando dice que no fue espectacular? 
Más loco (...). En mi época estaba Jorge Campos, que salía jugando; Higuita, igual. También Chilavert, que pateaba tiros libres. Yo jamás iba a ir a patear, yo era más responsable

¿Qué relación tuvo con Raymundo Tupper? 
Como compañero, porque como amigo siento que nos faltó mucho más. Sí teníamos amistad dentro del grupo. Era una persona con mucha afinidad, mucha juventud. Era muy querido dentro del plantel y del país. Había hecho un proceso de selección juvenil, incluso jugó un Mundial que se disputó en Chile. Cuando le sucede lo que acontece en Costa Rica -Tupper se quita la vida- fue muy penoso. Andábamos con el técnico, era Manuel Pellegrini. Fue en la mañana... No la pasamos bien, fue muy penoso para su familia y el entorno porque era muy querido.

¿Cuál fue el jugador ecuatoriano que más lo deslumbró? 
Aguinaga, sigue siendo. También Iván Hurtado, el (defensa) central. El “Tin” Delgado y Eduardo Hurtado de los delanteros... Sí, también la pasé mal con ellos (Risas). Siento que el jugador ecuatoriano tiene envergadura física y mucho para aportar. Por eso me siento tranquilo porque he ido conociendo el medio, ya lo conocía, por eso voy tranquilo y no me quiero apurar.

Si estuviera haciendo esta prueba (con Guayaquil Sport) en un equipo de la misma categoría de Chile, ¿qué diferencias encontraría? 
Aquí la envergadura física es más, es más potente el ecuatoriano, también en velocidad. Después, en la técnica, siento que debe haber una mejora, así como en la toma de decisiones, hay que saber pensar en qué momento y cuándo. Pero la envergadura física del ecuatoriana es privilegiada.

De los jugadores que tuvo como compañeros, ¿cuáles lo deslumbraron?
Para mí sigue siendo Robinho, que lo conozco desde los 18 años; Magnely Torres, Mayer Candelo y de ahí el Beto Acosta, Saturnino Cardozo (...).

¿Cómo fue su experiencia en Brasil? 
Fueron los mejores siete meses que tuve en el fútbol, y eso que tuve 20 años en él. Estar en Brasil fue lo mejor en mi vida en organización, el club, cuerpo técnico, en todo. Santos tenía de todo. Jugábamos para ser los mejores. Teníamos de técnico a Vanderlei Luxemburgo. Trabajamos para ser campeones.

Mucho se habla de la altura. ¿Hay que saber prepararse para jugar en la altura o es suficiente un buen plan? 
La alimentación tiene que ser adecuada. Yo, cuando estaba en Barcelona y viajábamos a Quito, había un tipo de alimentación que yo no veía que era la adecuada. Por ejemplo, en la altura no se debe ir muy lleno, hay que ir ligero, entonces sentía que había un error. Cuando me tocó dirigir en Riobamba, di mi opinión de que la comida sea más liviana y se hidrate más.

¿Y qué es ser más ligero?, ¿quitar el arroz? 
Es un todo. Pero sabiendo que al ecuatoriano le gusta el arroz, no se lo voy a quitar. Por eso me fui a conocer Ecuador. Insisto, no tengo apuro, así que cuando me llamen de la selección ecuatoriana voy a estar más preparado que muchos.

¿Cómo fue la gran experiencia de haber disputado el Mundial de Francia 1998? 
Yo siento que eso es lo que uno busca, el sueño de cada jugador, como el de los chicos que han venido a probarse a Guayaquil Sport (...). Entonces, cuando uno llega a un Mundial, se siente privilegiado, y más aún sin ser un arquero espectacular. Llegué por la sobriedad y creo que estuve en los momentos justos. También estuve en las Olimpiadas (...). Por eso es que insisto en esto de ser técnico, porque tengo el conocimiento y mucho que entregar.

El debut fue con Italia. ¿Qué sintió cuando pisó la cancha? 
¿Sabe cuándo lloré? En 2006, no en 1998. En 2006 estaba haciendo el aseo en mi casa y comenzó el Mundial de Alemania. Me senté en la cama y comencé a llorar al ver la inauguración. Estaba solo en la casa y lloré recordando que yo estuve ahí y en su momento no lo asimilé, lo viví normal. Luego recuerdo que también estuve en las Olimpiadas y veo la medalla (bronce) que ganamos. A veces uno no se da cuenta y quiere volver atrás y no se puede.

¿Cómo fue jugar con Marcelo Salas e Iván Zamorano? 
Yo siempre que busco delanteros, busco las características de ellos (...). Ellos no dejaban jugar, ellos hacían un pressing (presión) bien trabajado.

Ellos empezaban a quitar el balón lo más cerca al área rival. Cualquier entrenador quisiera tener ese tipo de delanteros. Nosotros estábamos atrás viéndolos cómo corrían y se mataban. Ver eso nos empujaba a querer ir a ayudarlos.

Lo que siempre sorprendió de ellos fue la capacidad del juego aéreo y de saltar. ¿Eso fue genético? 
Iván (Zamorano) siempre decía que no iba a trabajar su pierna izquierda cuando su mejor pierna es la derecha y el cabezazo, entonces él quería fortalecer eso. Lo mismo hacía Marcelo (Salas), que sin ser demasiado alto, él se elevaba más que los jugadores más altos. Inteligentes y generosos para recuperar un balón.

¿Algún jugador parecido en la actualidad? 
Se ha perdido ese estilo de delanteros, así como el diez clásico. Ahora se busca jugar más por las bandas. Hemos querido copiar de Europa en vez de fortalecer cosas muy buenas que tenemos (en Sudamérica). Y en Europa lo único que quieren es tener sudamericanos en todas sus ligas.

¿Qué cosas queremos copiar de los europeos? 
La forma de entrenar y de trabajar. Siento que como sudamericanos no podemos hacer los mismos trabajos de allá; habrá una mejora, sí, pero creo que debemos trabajar en lo más fuerte que tenemos. Por eso resalto lo de Iván y Marcelo, porque ya tenían esas cualidades, pero las seguían trabajando y fortaleciendo.

¿Y qué es lo que buscan los europeos de los sudamericanos? 
La habilidad. Nosotros somos muy habilidosos, siento que tenemos una inteligencia más riesgosa que se ha ido perdiendo. En un momento se hizo más físico. Hay una frase que se usa mucho: “El que no corre, no juega”. Y siento que en el momento hay que pensar.

Ha cambiado el fútbol chileno en relación a los jugadores de su época. 
Claro, sí ha cambiado. Bielsa lo hizo cambiar. Creo que él toma una generación privilegiada, y esa generación también se encuentra con un maestro como Bielsa, entonces ejecutan una serie de jugadas para llevar al área rival. Es otro Chile, con más vértigo y llegada, antes éramos más pausados en el juego, teníamos más control y posesión de balón, pero con llegadas más lentas. Siento que la llegada de Bielsa y Jorge Sampaoli le dio más vértigo el fútbol chileno.

¿Usted copió o grabó en su cabeza lo que hicieron Prieto, Pellegrini, Acosta? 
Sí, de todos. De lo bueno y de lo malo. Hay cosas que uno ve y no es bueno. Por ejemplo, ahora los jugadores se dan cuenta, ven el entrenamiento y dicen: “No sabe nada”. Son más atrevidos, están más informados, opinan más. Aparte del trabajo que hacen, como manejan mucho las redes sociales, se van al gimnasio y eso puede ser contraproducente; en ese sentido hay que saber manejar las cargas como cuerpo técnico. Pero muchos tienen su entrenador personal y ese exceso puede provocar lesiones.

¿Es una realidad que ahora incide tanto el trabajo de un DT en un equipo, que se puede ver reflejado lo que trabaja? 
Sí, y es que eso debe ser siempre. El equipo debe funcionar como trabaja el técnico o el cuerpo técnico. Dicen que como se entrena se vive, entonces la exigencia tiene que estar ahí porque el domingo habrá más exigencia. Ahora un jugador que no se quiere exigir, que no entrena, no estudia, no crecerá.

¿Cómo se podrá identificar un equipo que dirige Nelson Tapia? 
Un equipo protagonista. Que a pesar de que al frente habrá rivales que podrán complicar, mantiene la idea de ser protagonista, sea aquí o en cualquier ciudad. Hay maneras riesgosas de salir a buscar el partido, pero hay que tener de todo. Hay que saber elegir al momento de armar un plantel, se debe buscar a los elementos que nos permitan ser ofensivos siempre. Saber defenderme debe ser parte del trabajo.

¿Se acerca a Kloop o Guardiola? 
Lo veo más al estilo Alemán. Así como Almada, que se iba con todo. Si iba perdiendo, sacaba un defensa y metía un delantero. Yo también soy de esa idea. (I) 

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