En el fútbol no rigen sueldos de mercado sino de oportunidad, en función de las perspectivas de cada club. No corresponden a la oferta y la demanda, porque si hablamos de oferta, hay muchos jugadores, pero no todos llegan a tener los mejores honorarios del medio.

El fútbol es un mercado especial y los salarios de los futbolistas en Ecuador están por arriba de las condiciones normales, pero esta es una práctica común en casi todos los países.
Se hace difícil identificar cómo establecer las variables adecuadas para definir los haberes de los futbolistas, es más o menos lo que ocurre con los artistas. En el mundo del espectáculo siempre se manejarán parámetros distintos a los habituales.

En cuanto a los jugadores que provienen de otros territorios sudamericanos, Ecuador tiene la particularidad de tener al dólar como moneda y eso lo convierte en una nación atractiva para ellos, pues aquí no corren los riesgos del tipo de cambio. Por ejemplo, el peso colombiano se ha depreciado en 25%, por lo que los ingresos de los trabajadores bajaron.

En torno a lo que les ofrecen los clubes a los exponentes, estos funcionan como empresas en el sentido de administrar ingresos y egresos, y ocupar distintos nichos de mercado. No es lo mismo una gran empresa nacional que una pyme local; pasa algo similar en los representativos de balompié. Los ingresos por patrocinios en los equipos grandes son mayores y, a partir de aquello esa marca cuesta más para los auspiciantes.

Esto genera un círculo vicioso: mientras más recursos se recibe, más gastos se hace, pero también se aseguran, por lo general, los mejores resultados posibles. En tanto, los equipos pequeños se esfuerzan por sobrevivir.

Lo malo de este modelo en el caso ecuatoriano es no contar con una gestión adecuada, las instituciones no logran planificar bien ingresos y gastos, y tienen problemas con los pagos. Actualmente algunas mantienen saldos en rojo.