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"Había solo un jugador veloz en el equipo"

"Había solo un jugador veloz en el equipo"
30 de mayo de 2016 - 00:00 - Elías Vinueza Rojas

Su amor por el fútbol raya en obsesión. Guillermo Almada, un montevideano que ha dedicado 36 de sus 46 años a estudiar y practicar un deporte que en su país es religión, es un ejemplo más del porqué su compatriota Eduardo Galeano llegó a decir que “todos los uruguayos, toditos”, nacen gritando gol. Precisamente la búsqueda incansable del gol con sus equipos y la forma de hacerlo lo convierten en un técnico diferente, al punto de ser bautizado como el ‘Pep uruguayo’. El periodista Jorge Savia se aventuró a tildarlo así, sin miedo a las críticas.

Almada ha gritado 34 veces gol en 2016 —Barcelona, su equipo, tiene la mejor marca del año en el fútbol ecuatoriano— y se ilusiona con la renovación de su contrato porque considera que su trabajo necesita más tiempo para obtener  mejores resultados. Los procesos son obligatorios —dice— y asegura que el cuadro amarillo aún no ha llegado a su gran techo deportivo.

A pocos días de cumplir 47 años, el 18 de junio, Almada cuenta que cuando llegó a Barcelona, en junio de 2015, se sorprendió por la falta de organización del plantel y porque solo contaba con un jugador con técnica en velocidad: Tito Valencia.

Usted conocía la historia de Barcelona, incluso lo enfrentó en 1995 en una Copa Conmebol representando al América de Cali, pero antes de fichar por un equipo, los profesionales piden referencias para saber en qué situación está el club, ¿si fue así, qué le dijeron?

Nos encontramos con algo totalmente distinto a lo que nos dijeron. Supuestamente era un equipo saneado económicamente, pero no fue así. En el semestre anterior tuvimos muchísimos problemas de toda índole, después de que hice la evaluación descubrimos que el plantel no tenía la categoría para defender a un club como Barcelona, que debe ser protagonista de todos los campeonatos, así que tomamos la decisión de ascender a muchos juveniles. Por ejemplo nos faltaba una característica que en el fútbol de hoy es primordial: la técnica en velocidad. Tito Valencia era el único jugador con esas cualidades, así que debimos subir a (Erick) Castillo, (Hernán) Lino, (Washington) Vera, (William) Erreyes y otros más. He comentado a mis colaboradores y gente cercana a Barcelona que (en 2015) es lo peor que me ha tocado como jugador o entrenador en el aspecto organizativo: había problemas diarios y continuados, y eso afecta el rendimiento de los jugadores.

¿Cuánto ha cambiado el equipo desde que hizo esa evaluación y en qué fase de evolución está?

Tenemos un buen grupo, formado recién hace 5 o 6 meses, así que debemos seguir en crecimiento, siempre digo que la continuidad del entrenador es importante, además a mí me gustan los procesos largos, como los he vivido en los clubes anteriores, eso fortifica el cumplimiento de los objetivos y el desarrollo. Creo que el techo de rendimiento de Barcelona, por más que hemos hecho partidos espectaculares como el 5-0 ante Emelec, que fue perfecto, está muy lejos.

Barcelona pierde el primer Clásico dejando una mala imagen y a los 4 días, gana, gusta y golea. ¿Cómo puede explicarnos ese cambio tan drástico de su equipo de un partido a otro?

Sabía que íbamos a revertir la situación, porque nos faltó actitud en el primer partido ante Emelec. Se lo dije a los jugadores en el entretiempo, pero después de hacer un análisis nos dimos cuenta de que nos faltó eso porque 3 días antes jugamos un partido en la altura con Liga (Q), que nos demandó un esfuerzo sobrenatural porque íbamos perdiendo. Lo íbamos a pagar así porque hay jugadores que necesitan 3 o 4 días para recuperarse después de competir en la altura. Para el segundo encuentro tuvimos el tiempo necesario de recuperación y obviamente que intensificamos el trabajo y la planificación para ese partido. Pusimos énfasis en la presión que debíamos ejercer al rival en su cancha, era lógico que si le entregábamos la pelota a Emelec nos haría daño porque tiene muy buenos jugadores y un circuito futbolístico que se conoce de memoria. Nos preparamos bien y la respuesta física que pretendíamos se dio.

Algunos jugadores colombianos dicen que el 5-0 de 1993 en Buenos Aires no reflejó lo que se dio en la cancha, que no hubo tal diferencia con Argentina, ¿pasó lo mismo en el clásico?

Hicimos un partido excelente, no solo en la presión, sino en el juego, en la rotación del balón, en la posesión y en el aspecto defensivo, marcamos una superioridad que no es habitual en los clásicos, que no se ve en ninguna parte del mundo. Generamos una diferencia de 5 goles, que no es habitual entre un equipo y otro, pero pegamos pelotas en los palos y erramos goles, el resultado pudo ser más abultado. Emelec no nos llegó porque hicimos un partido que raya en la perfección.

En el segundo tiempo en Casa Blanca, Barcelona ganaba 1-0, pero Liga (Q) martillaba constantemente sobre el arco de Banguera y era más o menos predecible que llegaría el empate. Se pudo ver a Guillermo Almada exasperado por esa situación, ¿no pudo hacer nada para que el equipo revierta la situación antes de que llegara el empate?

Uno intenta reaccionar cuando ve que algo se está haciendo mal dentro de la cancha, por lo menos dando indicaciones, pero a veces no se logra corregir. Retrocedimos y abandonamos el lugar donde debíamos defendernos y nos podía costar caro porque estábamos en la altura, lamentablemente sucedió, no lo pude corregir por más de las indicaciones que dimos, y no era lo que habíamos planificado antes, ni lo que hablamos en el entretiempo, pero quizás hubo virtud del rival, que también juega. Aparte en el primer tiempo, que fue excelente para el equipo, debimos irnos con ventaja de 2 o 3 goles, pero solo hicimos uno. Y en la segunda parte cometimos desatenciones en los dos goles, pese a que habíamos trabajado ese tipo de jugadas, y nos costó el partido.

Cuando hay una situación adversa en un encuentro, comentaristas e hinchas, incluso dirigentes, claman para que el entrenador haga un cambio urgente. ¿El DT confía en que una variante pueda solucionar los problemas?   

Hay jugadores que te provocan un cambio. (Washington) Vera es un jugador que le puede dar un giro al partido, y si Matías Oyola está sentado en el banco seguramente lo puede hacer, y también puede suceder que no. Esto es una competencia de 2 y a veces hay un buen partido del rival, que sabe limitarte. Hay ocasiones en las que, por el resultado, me piden un cambio, pero el equipo está jugando muy bien y no quiero modificar la estructura a pesar de que vamos perdiendo. Esas cosas son comunes, tras tantos años dentro del fútbol uno olfatea, como con Liga que tratábamos de corregir porque se veía que en cualquier momento nos podía hacer un gol, porque estábamos muy atrás. A veces también lo vemos con nuestro equipo, que está presionando y jugando bien y se ve que puede llegar un gol, entonces a veces no hacemos modificaciones porque ya hemos hecho un análisis o por las características del partido.

Jugar al ataque en la altura es muy complejo, usted ya lo vivió, con derrotas incluidas. ¿Qué medidas debe tomar un DT ofensivo para afrontar los partidos sin traicionar su estilo?    

En el jugador se genera un desgaste mayor contra jugadores que sí están acostumbrados, así que generar presión constante complica, porque seguramente nos vamos a gastar, la idea no es dejar de ser protagonista, sino presionar un poco más atrás. Y vamos a insistir en la tenencia de la pelota, ser profundo por las bandas y tomar riesgos en ofensiva; a veces defendemos con menos gente que otros equipos, pero es nuestra metodología, son cosas en las que debemos seguir evolucionando.

¿Cómo nace su idea de juego?  

Primero, es un gusto personal, una manera de sentir el fútbol, me gusta salir a buscar los partidos, ganar, así sea un picado (juego informal). Es un juego y considero que la única meta que debe tener el deportista es tratar de ganar. Hay distintos métodos, yo respeto los otros, vi cosas buenas y malas como jugador y diferentes estilos de conducción. Es importante en el entrenador el liderazgo, la disciplina, el orden y ofrecer distintas circunstancias al jugador para que se sienta cómodo para entrenar. Por ejemplo ahora acordamos con el club agregar tecnología, está solucionado el tema de utilizar GPS desde la próxima temporada, hoy es esencial en el mundo y nos va a dar entrenamientos de mejor categoría, que se verán reflejados en un mejor cumplimiento del jugador.

Amigos y colaboradores de Pep dicen que él no puede estar más de 15 minutos sin hablar de fútbol, ¿le ocurre algo similar?

Sí, igual, soy un apasionado, un perfeccionista, paso prácticamente 24 horas vinculado al fútbol, mi familia a veces se agota, pero es lo que vivo y lo que llevo en la sangre. No es que termina el entrenamiento y me olvido del tema, llego a casa y me meto a la computadora a repasar entrenamientos, reviso planificación, miro partidos, me reúno con mis compañeros de cuerpo técnico y tomamos decisiones para ver qué podemos mejorar en el equipo.

¿Siempre fue así o es una etapa que comenzó después de una niñez dedicada a este deporte y su etapa de futbolista?

Creo que inconscientemente sabía que iba a ser DT desde mi juventud, desde mis inicios (como futbolista), porque siempre me preocupé por mis compañeros, por aprender de táctica, de lesiones, trataba de informarme de todo. Cuando tenía 25 o 26 años ya tenía decidido ser DT, porque no me veía alejado del fútbol, era algo que me apasionaba, tuve una larga carrera de futbolista,  21 años como profesional y de ellos muchos preparándome para entrenador. Tuve la suerte de dejar de jugar y enseguida empezar a dirigir.

Un tipo tan obsesionado por esta actividad tiende a ser sensible con resultados positivos o negativos, ¿ha llorado por fútbol?

Bastante. Muchas veces hablando con los jugadores me emociono (se le humedecen los ojos) y sufro muchísimo cuando no andamos  bien o no sale lo que intentamos en el trabajo. Me he desvelado muchas noches, no solo en Barcelona. Siento que la única manera de satisfacer a la gente es ganar, nos preparamos para eso, y cuando no salen las cosas uno sufre.

Usted fue volante de contención, pero le gusta el fútbol de ataque.

A mí me cuestan esas etiquetas, no considero que (Oswaldo) Minda, Matías (Oyola) o (William) Erreyes sean de contención, son los primeros que deben empezar a armar nuestro juego. En ese lugar (en el medio sector, delante de los zagueros centrales) nos preocupamos de alinear a gente de mejor pie para que nuestra circulación, distribución o rotación de balón sea efectiva, si ponemos a alguien que solo corre y no pasa bien la pelota vamos a tener dificultades para crearle peligro al rival, yo los llamaría volantes mixtos. En mí época sabía que si no entrenaba, no jugaba, porque mi fútbol era físico, de mucho despliegue, era un poco el técnico dentro de la cancha también, porque hablaba mucho, pasaba enchufado dando indicaciones. Hay que hacerle saber las deficiencias a los jugadores en el partido, porque después ya nada se puede hacer.

América de Cali es uno de los grandes del continente aunque no ha logrado ganar la Copa Libertadores, incluso usted estuvo en el equipo que luego perdió la final con River Plate en 1996, ¿cómo fue esa experiencia?

Cuando llegó la época de la Libertadores yo estaba con una pubalgia que no me dejó participar, que hizo que me fuera del club, jugué con ellos anteriormente. Había un equipazo: (Óscar) Córdova, (Jorge) Bermúdez, Leonel Álvarez, (Anthony) ‘Pipa’ de Ávila, sin duda mi paso por el fútbol fue muy instructivo para ser entrenador, hubo muchas cosas que vi allí que me nutrieron, se preocupaban muchísimo por la posesión del balón.

En un fútbol aguerrido y de mucho contacto como el uruguayo, optó por jugar distinto, ¿rompió la tradición o se adaptó?

El fútbol uruguayo es muy aguerrido, se pelean mucho los partidos, por eso surgió esa comparación con Pep, que para nosotros es un halago, porque intentamos algo distinto sin dejar de tener la tradición uruguaya cuando no tenemos la pelota, que es ser rebelde, jugar con corazón y luchar, pero le agregamos hacer algo distinto con la pelota. Fue así que logramos en 4 años y medio (con River Plate de Uruguay) y en 3 años anteriormente (Progreso y Tacuarembó) marcar una diferencia en el juego. Y es eso lo que estamos practicando en Barcelona, hemos hecho partidos brillantes, lo que nos está faltando es conseguir una regularidad que seguramente la vamos a conseguir con el tiempo.

¿Nos puede contar qué diferencia al hincha uruguayo del  ecuatoriano con un ejemplo?

Digamos que si en Uruguay llega a pasar lo que sucedió en el clásico, que haya una diferencia de 5 goles, seguramente a la calle no ‘podés’ salir, te va a costar el cargo de entrenador y muchos jugadores se quedarán sin trabajo, porque queda una marca poco habitual, quedarán marcados. Se vive con muchísima pasión, por eso (el partido Peñarol-Nacional) está entre los clásicos más grandes del mundo, igual que aquí, pero hay una diferencia en la tradición y rivalidad que tienen, porque viene de hace más de 100 años, y se vive muy apasionadamente por los hinchas fanáticos.

El ‘Maestro’ Tabárez lo invitó a observar su trabajo en la selección uruguaya, ¿qué hizo él para que la ‘Celeste’ fuera protagonista en las últimas ediciones de Copa América y Mundial?

Creo que es la fortaleza del grupo, hay una unión entre los jugadores que creemos es muy importante. Aparte de ser figuras mundiales, esa fusión que existe en el grupo se traslada a la cancha y llega a ser más trascendental que el estilo. A veces los uruguayos pensamos que el equipo debería ser más ofensivo, por las características de los jugadores, pero ha sido un proceso exitoso el del ‘Maestro’ y merece palabras de admiración de todos los que estamos en el fútbol de Uruguay, más allá de las diferencias que podamos tener de cómo sentir el fútbol. A veces juega solo con un punta, yo no lo haría nunca, pero él lo ha hecho y le ha dado muy buenos resultados.

¿Debió cambiar mucho su forma de vida desde que cambió Montevideo por Guayaquil?

Quizás aquí estoy más involucrado con el fútbol porque mis ámbitos de movimiento son menores porque soy de allá. Además, me doy menos tiempo para el esparcimiento que el que me daba en Uruguay. Voy al supermercado, incluso, a veces, me tocan más las compras a mí que a mi señora.

¿Café o mate?

El café solo con leche, té con las comidas, el mate todo el día, excepto en la noche porque me hace desvelar y debo descansar 7 u 8 horas para estar lúcido al siguiente día. (I)

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