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El Telégrafo
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El retorno del viejo América a primera B

El retorno del viejo América a primera B
Foto: API
18 de diciembre de 2016 - 00:00 - Javier Tamba Guzmán

El arquero suplente, Milton Carabalí, abrió uno de los 2 botellones con agua y mojó a sus compañeros en el camerino del estadio Víctor Hugo Georgis de Puyo. América dejaba atrás 27 años de permanencia en la segunda categoría y de nuevo veía el sol de la primera B.

Poco antes del festejo, en uno de los graderíos, Eduardo Salazar Paredes, de 69 años, hincha acérrimo del equipo ‘cebollita’, lloraba de alegría. Según cuenta, son pocos los partidos del ‘Nuevo Continente’ en los que no siguió a la plantilla desde que bajó de la serie A.

“¡Tantos años de espera!”, musita, mientras su mirada se pierde en un punto fijo. Las lágrimas lo traicionan. Según opina, el gol de tiro libre que le marcó Carlos Moyano a Deportivo Puyo es igualito a los que hacía Ángel el ‘Negro’ Marín, aquel volante uruguayo que enamoró a los fieles ‘verdes’ durante sus 3 etapas: 1970 a 1972, 1973 a 1976 y 1978 a 1980. La diana de Moyano le permitió al ente capitalino superar 1-0 a Deportivo Puyo, el domingo pasado, y con ello subir a la serie B, a la que bajó en 1988, para ir a segunda división en 1989.

El América siempre se caracterizó por ser un equipo guerrero. No era raro que seguidores de otros clubes se pasaran a filas ‘verdolagas’, así ocurrió con Salazar, quien hasta los 16 años alentó al Politécnico. Pero bastó ver a los exponentes del ‘cebollita’ entrenar en el Parque El Ejido para prendarse de su estilo.

El 'verdolga' de 1969 antes de un cotejo en el Atahualpa. Ese año, el plantel quedó vicecampeón ecuatoriano. Foto: cortesía

Una historia más romántica es la que cuenta Rodrigo Vivar Galarza sobre su difunto padre, Rodrigo Vivar Cárdenas, que de ser un entusiasta simpatizante de Aucas se cambió al América para conquistar a quien sería su futura esposa.

“Mi madre, Fabiola Galarza, y mi tía, Margarita Galarza, eran reinas del barrio América, donde nació el club, por tanto ellas lo apoyaban. Para acercarse a mamá, papá se hizo fan del América, convirtiéndose luego en hincha de verdad, al punto que llegó a ser gerente”, cita Vivar Galarza, de 47 años, quien admite ser un obstinado “americanista”.

Salazar y Vivar relatan orgullosos los logros del plantel: ser el primer elenco que llevó a más de 45 mil personas al estadio Atahualpa, en un partido de la Copa Libertadores de 1972, en el que empató 0-0 con Barcelona, y ser el primer representativo ecuatoriano en ganar un título internacional: la Copa Ganadores de Copa en 1971. Esta lid contó solo con 2 ediciones: 1970 y 1971, pero a la segunda la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) únicamente le dio índole de amistosa, razón que le restó trascendencia.

La entidad fue creada el 25 de noviembre de 1939 por Elí Gilberto el ‘Chagra’ Puebla Bermúdez y sus hermanos Salomón, José y Laván. Surge en una casa de las calles América y Río de Janeiro, en el centro norte de Quito. En las primeras décadas terció a nivel barrial y amateur, pasando al fútbol rentado a finales de los sesenta.

Equipo estelar de 1972, temporada en la que el ‘escuadrón verde’ registró su segunda presencia en la Libertadores. Foto: cortesía

Sus 2 subcampeonatos nacionales, en 1969 y 1971, y su presencia en la Libertadores de 1970 y 1972 dan origen a la frase más popular del organismo: “América, del barrio al continente”. En sus filas militaron conocidos exponentes locales como Jorge el ‘Pibe’ Bolaños (en 1970), Polo Carrera (1981-1982), Shubert Carrera (1981-1986) o Julio César Rosero (1984-1986). También sirvió de vitrina para algunos foráneos de la calidad del ‘Negro’ Marín, el zaguero argentino Horacio Capiello (1979) o el volante brasilero Janio Pinto (1986-1987).

Una de las últimas figuras que apareció en el ‘escuadrón verde’ antes de sus descenso es el mediocampista Julio César Rosero, quien narra la manera “curiosa” en la que saltó al profesionalismo. “Yo no pasé por formativas; actuaba en el club barrial Oswaldo Patiño de la Ciudadela Tarqui (sur de Quito) y me fui a probar en el América, donde me escogieron de entre unos 500 chicos. Debuté en primera el 20 de mayo de 1984, en la victoria 2-0 sobre el Manta Sporting Club.  Tenía 19 años”.

Pese a tener inconvenientes económicos, el conjunto siempre se caracterizó por ser temperamental. Derrotarle era muy difícil. “Ganaba 3.000 sucres, los directivos, que eran dueños de ferreterías, a veces nos completaban el sueldo con canecas de pintura; esto no nos desanimaba, más bien nos hacía más combativos y a mí me forjó el carácter”, indica Rosero. (I)

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