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El ganador no se discute

El ganador no se discute
14 de julio de 2015 - 00:00 - Claudio Campos, entrenador de fútbol

El fútbol tiene el poder de premiar la perseverancia, que dentro de un equipo que aspira a competir por objetivos importantes se constituye con el tiempo en un pilar fundamental para sostener la idea madre. El pragmatismo de Liga de Quito denota que el desarrollo y potencial del equipo estuvo por encima de los deseos personales de los futbolistas, que subordinaron sus metas al interés del equipo. Esta idea estuvo cerca de no concretarse porque quizás por los temores normales de quedarse con las manos vacías, en los últimos encuentros el equipo ‘albo’ no fue tan ofensivo y apostó más al orden y equilibrio defensivo,   situación peligrosa porque la naturaleza de juego durante el torneo fue mucho más ofensiva. Luis Zubeldía maduró y con él su equipo, la columna vertebral de esta estructura futbolística respondió en los momentos indicados y soportó con niveles individuales muy destacados las zozobras que naturalmente tiene todo equipo en construcción. Alexander Domínguez es el mejor del país, rótulo que ostenta por mérito propio. Capítulo aparte se merece Norberto Araujo, que se reinventó a pesar de su edad y puso todo su caudal a disposición, y convirtió a la defensa en la línea más destacada.

Para acentuar también el tándem que forman el joven José Cevallos, quien juega como si tuviera muchos años en primera, y el discutido Diego Morales, que parece haber encontrado la brújula que requería este camino. Este equipo está en alza y la gran apuesta que tendrá una vez asegurada la final de diciembre es no relajarse y apostar en convertir ciertas falencias en virtudes y muchas de esas capacidades llevarlas a crecer en su potencial. La ambición por mejorar estos aspectos con seguridad, si son alcanzados, consolidará una idea que todavía necesita ajustar matices imprescindibles.

Los resultados son los que nos llevan a los análisis finales y, en la mayoría de los casos, no vemos lo que sucedió en el núcleo de este proceso; la consecución del equipo ‘albo’ merece una observación profunda en sus formas donde podremos subrayar la tenacidad que tuvo una dirigencia experimentada con las ideas expuestas por el actual entrenador en momentos turbulentos donde comprendieron que la única forma de intentar revertir esa coyuntura era generando confianza y apostando al recambio generacional obligatorio. De aquel plantel que estaba impregnado de gloria, pero también de futbolistas que habían ya cumplido un ciclo a este que encontró en el compromiso de todas las bases ideales para regresar a lugares estelares y de alta competencia, existen muchas similitudes, pero nuevos nombres. No es casualidad que jugadores con edades tan dispares como Araujo y Cevallos irradien la misma sensación, y esto es merecimiento absoluto de su DT que recuperó a un viejo gladiador y catapulta de a poco al joven mediocampista convirtiéndolos en piezas fundamentales dentro de su andamiaje. Un gran director técnico debe poseer la capacidad de entender y saber exprimir el máximo rendimiento de sus jugadores, y es allí donde haré hincapié a la labor realizada por este joven cuerpo técnico que evidenció mejoras notables en sus jugadores que elevaron su rentabilidad futbolística y llevaron a ganar una etapa clave dentro de las aspiraciones más buscadas por los equipos llamados grandes del país. Liga de Quito volvió a los primeros planos, justificadamente y con ideales muy marcados. (O)

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