El éxito en un deporte tan lleno de imponderables como lo es el fútbol no solo se refleja al levantar trofeos y mandar en las estadísticas, sino que va mucho más allá, si tenemos en cuenta otros factores que son determinantes en la vida de un club.

Muchas instituciones guardan en sus estatutos el secreto para tener una vida coherente y digna dentro de un deporte que sufre de decisiones desacertadas por temperamentos exaltados. En nuestro balompié es difícil encontrar estabilidad emocional en este sentido, porque las memorias de los equipos registran que los fundadores fortalecieron el amor por los colores gozando con los triunfos, pero no inculcaron revisar la salud y funcionamiento de la institución.

Es complicado encontrar ejemplos rutilantes dentro del abanico de posibilidades, pero también  inevitable no comparar a los dos conjuntos más queridos del país que gozan de realidades muy dispares y que marcan claramente el destino que persiguen en la actualidad.

El conjunto ‘canario’ se ve azotado constantemente por crisis de todo tipo que lo vuelven vulnerable en momentos como los actuales, donde perdió la autoestima y parece haber ingresado en un pozo anímico que tiene el cartel de profundo, no solo por los aspectos futbolísticos, sino también dirigenciales que realmente son alarmantes.

La presión de la prensa y la poca paciencia de una hinchada colosal arrinconan a los responsables a tomar medidas inmediatas sin analizar las consecuencias, siendo el error quizás más evidente de los últimos años.

Barcelona es el semblante del pueblo y es por eso que es imprescindible que las medidas futuras tengan respaldo masivo, más allá de que no sean del agrado de todos en lo inmediato, pero que apunten a fortalecer los cimientos de una estructura muy grande que vive en zozobra y está demasiado debilitada.

La gente debe comprender que el club es mucho más que el triunfo de un domingo, y a partir de ahí exigir medidas sólidas y llenas de coherencia para inyectarle vida a un equipo que internamente está desahuciado. Al parecer, el rival eterno vive realidades muy lejanas por la iniciativa de personas con una visión muy amplia que ponen toda su capacidad para que el proyecto que iniciaron años atrás disfrute y se apoye en los cuatro pilares fundamentales para lograr objetivos y dejar un legado como lo son la dirigencia, cuerpo técnico, jugadores e hinchada.

El cuadro ‘eléctrico’ tiene muy claro que la unión de estas fuerzas mantendrá la ilusión de seguir creciendo y brindando alegrías a toda su gente, entendiendo que es la única manera de sustentar niveles altos en este cosmos futbolero tan histérico. Lo que debemos tener muy claro y entender es que los equipos juegan cada domingo como viven en la semana, y eso se ve claramente en la confusión futbolística de uno, la armonía general del otro y los resultados de ambos. Almada pretende imponer una idea en una época complicada y de escaso aguante, sumado a que no cuenta con los jugadores adecuados para ese diseño, hundiendo las únicas esperanzas que al menos pueden camuflar los otros inconvenientes.

De Felippe, en cambio, logró en pocos meses sustentar un mecanismo que ajustó a su paladar, trajinando con mucho perfil bajo y asumiendo después de uno de los períodos más victoriosos del equipo mentalizado por Nassib Neme, que comprendió mejor que nadie cuál era el antídoto post-Quinteros. El fútbol es tan incierto que algunos golpes de suerte suelen confundir y desvían del camino a aquellos que necesitan entender cuál es el rumbo que se debe buscar. Barcelona denota en su rostro rasgos de tristeza profunda por la agonía constante que vive en su interior mientras que Emelec se muestra rozagante y sonriente.

El clásico anímico de hoy lo van ganando los azules y por eso es determinante que su archirrival lo imite e intente, con amor propio y vergüenza deportiva, salir de ese hoyo en el cual vive hace mucho tiempo y no es para nada acorde a su grandeza. (O)