Y finalmente la novela Miler (Bolaños) tuvo un desenlace feliz, quizás el día más esperado por el jugador, su entorno, Emelec y muchos hinchas que ya necesitaban tener claro dónde daría los próximos aquel que marcó diferencias importantes en el torneo ecuatoriano.

Cuando el pitazo en Casa Blanca consagró al cuadro ‘eléctrico’ como el tricampeón del fútbol ecuatoriano, también activó automáticamente el deseo del futbolista de emigrar e ir en búsqueda de no solo dividendos importantes por su valía, sino también de una revancha y de esa manera tratar de demostrar que se puede madurar y aprender de los golpes a base de sacrificio y potenciando todo el caudal natural con el que nació para jugar este hermoso deporte.

Atrás quedaron aquellas controversias constantes del joven rebelde que aparecía más en páginas amarillistas que en las portadas deportivas, siendo esto un gran indicativo del cambio positivo del último ‘atrevido’, futbolísticamente hablando, que generó el balompié ecuatoriano.

De todas maneras tenemos que resaltar que la decisión de tomarse un mes sabático a la espera de la gran noticia no fue buena idea, porque con certeza le costará el doble volver a ponerse en forma (física) para el alto nivel competitivo que tendrá en un país que por historia y ADN respira, habla y consume fútbol.

Bolaños tiene todo para consagrarse en Brasil e intentar adquirir la experiencia necesaria, no para regresar al país en un par de temporadas sino para aprovechar el trampolín y saltar al primer mundo del fútbol con objetivos más altos. ¿De qué depende esto? De su rápida adaptación y de insertarse en una cadena que premia a los valientes que explotan sus virtudes y entienden que los momentos no se pueden dejar pasar.

Con toda seguridad este pensamiento ronda en la cabeza de los responsables del club más popular de Porto Alegre, que entienden como muy posible y visible la proyección que puede tener el futbolista y de esa manera utilizar sus servicios y en poco tiempo recuperar la gran inversión económica y tener ganancias suntuosas de esta importante operación.

Brasil y Argentina son los pasos previos para llegar a ligas europeas que observan el real potencial de jugadores provenientes de ligas menores y que deben demostrar si realmente tienen las capacidades, no solo dentro del campo de juego, sino también como un gran negocio, que en definitiva es en lo que se han convertido los jugadores actuales.

Miler Bolaños juega con desparpajo y con el gran atenuante de entender de manera llamativa los tiempos y pausas de un juego que cada vez extraña más a aquellos domadores del balón que lo ponían bajo la suela cuando el momento lo requería, demostrando que la vehemencia física con la que actualmente se juega es una consecuencia del trabajo realizado, pero no un impedimento o un condicionante para no jugar a su manera. Cuando un jugador es querido por propios y extraños es cuando debemos aceptar que cautivó a la gran mayoría, dejando en claro que los colores defendidos no son más significativos que el reconocimiento y admiración a un talento que al ser genuino también ya es parte de todos.

Las calles del país darán indicios de eso cuando comencemos a ver que muchos anónimos caminen vestidos con la elástica de Gremio de Porto Alegre y justo en ese detalle nos podremos dar cuenta de que muchas ilusiones están depositadas en el controvertido futbolista que supo ganarse un lugar y ser respetado no solo por su evolución y logros dentro del rectángulo sagrado, sino porque con su futuro accionar también se pueden abrir puertas quizás desconocidas que no solo beneficien al talentoso delantero sino también que sirvan de ejemplo a generaciones que están creciendo y ya lo tienen como un ejemplo. (O)