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Punto de vista
Un eslabón determinante para encontrar el éxito
Hace décadas esta tendencia mundial en la que se ha convertido el fútbol caminaba por días muy diferentes y distantes a los actuales en todo concepto. Revisando las estructuras de trabajo de aquellos años, seguramente sorprenderá a los más jóvenes que, por ejemplo, el director técnico no necesitaba ayudante ni preparador físico, ya que él mismo se encargaba de elaborar toda la planificación y de esa manera preparar al plantel para todo torneo. Hoy, para dar un ejemplo rotundo, un cuerpo técnico élite goza de al menos dos asistentes, otros dos o tres preparadores físicos, psicólogo, fisioterapeuta, cuerpo médico y encargado de videos, aparte de los asistentes naturales del plantel, como lo son utileros y masajistas. Esta megaestructura laboral fue creciendo con el deporte en sí, como queda explícito en el ejemplo que dimos anteriormente. Pero no solo la evolución se dio en esa materia, sino que, de a poco, en los países más visionarios ya se están implementando otros factores que rozan el nivel de imprescindibles cuando se procura el éxito deportivo, económico y social. Los pilares fundamentales de un club deben perseguir los mismos objetivos y conocer las metas para estar alineados y comprender cuál es la fórmula adecuada para que el paladar de la institución sacie sus necesidades y también se encuentren los éxitos tan anhelados. Cuando las áreas de un club están debidamente ocupadas por especialistas y no por personas a dedo que en muchos casos son hinchas con beneficios, el margen de error es más chico y la posibilidad de ensamblar una serie de mecanismos para crecer y consolidar un proyecto es mucho más amplia. Los cimientos del club necesitan imperiosamente compenetrarse y más allá de convivir cerca de una pasión que en muchos casos enceguece, como el fútbol, nunca se debe invadir los campos de acción de los expertos y de esa manera conseguir una armonía que dé confianza a cada sector en busca del funcionamiento ideal. Normalmente se cometen muchos errores por decisiones temperamentales sin análisis que, a la larga, son una lotería porque garantiza la calma momentánea de la ilusión creada, pero no la estabilidad y los beneficios obligatorios que se deben buscar en un negocio tan grande como lo es este deporte en la actualidad. Para poder comprender cuáles son estas secciones que exige el balompié moderno necesitamos sumergirnos en los clubes más adelantados que nos demuestran año a año el porqué de sus triunfos dentro del campo de juego, y también fuera de él, denotando un poderío que genera envidia y mucha intriga a los que realmente les importa crecer. Los ejemplos debemos tomarlos de los lugares más importantes, entonces, cuando hablamos de esto, es imposible no pensar en el Real Madrid, Manchester United o el mismo Barcelona español, que gracias a una sapiencia importantísima pudieron encontrar el equilibrio emocional que necesita este frenesí cuando rueda el balón; y también la paciencia tajante cuando el esférico está quieto y se debe sustentar el futuro en un escritorio. Con seguridad, estos grandísimos ejemplos cometen errores, pero sí estoy firme en aseverar que la mayoría de decisiones es consensuada de manera muy profunda encontrando convencimientos y mucha visión a futuro. En este abanico gigante que estamos desmenuzando encontraremos la importancia de un departamento fundamental, que muchos dirigentes no quieren aceptar por aquel equivocado pensamiento egoísta de estar convencido de que el que exhibe el cargo más alto sabe más y puede hacer lo que desea. El cargo de director deportivo, mánager o gerente deportivo tomó en la actualidad una notoriedad muy destacada en los proyectos ambiciosos, demostrando con hechos que es de vital importancia tener una persona con muchos conocimientos futbolísticos, que goce de vivencias en su experiencia deportiva, visión y que pueda manejar de forma idónea ese puente fundamental que necesariamente debe existir entre el cuerpo técnico y jugadores con los dirigentes. El encargado de este eslabón determinante no solo opina con respecto a las alineaciones o formas de jugar, sino que también procura los futbolistas adecuados para los sistemas que el entrenador tratará de implementar, teniendo siempre en cuenta el aspecto mercantil que envuelva al jugador, su proyección, rendimiento futbolístico esperado y poder de venta dentro de un mercado muy exquisito que paga fortunas por jugadores destacados. Si revisamos en nuestro continente, podremos encontrar pocas comisiones directivas que ostenten ese puesto y sea respetado y mucho menos respaldado, ya que, en la mayoría de los casos, encontramos pensamientos obsoletos que simplemente atrasan el crecimiento que pide a gritos este mundo globalizado. En el balompié mexicano, en cambio, sí debemos decir, como un modelo a seguir, que esta función es muy utilizada, lo que está generando un salto de calidad que diferencia de manera abrupta en los funcionamientos de los clubes de nuestro país. Las actuales dirigencias deben imitar modelos exitosos de gestión, pero también asimilar que el aspecto deportivo necesita ser conducido por personas que tengan la instrucción adecuada y entiendan y no solo piensen que saben de este juego tan complejo, porque son ellas las que deben sugerir y explicar los motivos de las nuevas contrataciones. Y también llevar el mensaje claro y conciso del directorio a su entrenador para que, de esta manera, todo fluya con solvencia, se conozca el rumbo y cuál es la meta. La trascendencia que en la actualidad tienen los directores deportivos es mayúscula cuando clubes con aspiraciones altas invaden las áreas de trabajo e intentan jerarquizar un diseño institucional que deje dividendos económicos, futbolísticos
e históricos. (O)