La Asociación del Fútbol Argentino (AFA), virtualmente quebrada, sumida en desorganización y con una selección con medio pie fuera de Rusia 2018, tiene un nuevo ‘mandamás’: Claudio ‘Chiqui’ Tapia.

El presidente del humilde club Barracas Central, de la tercera división de ascenso, fue elegido el miércoles como su nuevo titular con 43 votos a favor y solo tres abstenciones, en una votación sin incidentes realizada por el comité ejecutivo del organismo. Esta vez no hubo polémicas, como ocurrió en diciembre pasado cuando la votación entre los entonces candidatos Luis Segura, ‘heredero’ natural del fallecido expresidente Julio Grondona y el popular animador de TV Marcelo Tinelli, terminó 38 a 38, un sufragio más de los 75 habilitados, en uno de los mayores escándalos de la historia del fútbol ‘gaucho’ que terminó con la anulación de los comicios.

Tapia, quien respaldó en aquella ocasión a Segura, gozó de un plus a su favor: no tuvo rivales y el disenso solo se reflejó en las tres abstenciones, una de ellas del poderoso River Plate. “Es un hombre del ascenso que trabajó siempre por los clubes humildes y para que los grandes entendieran que todos formamos parte de la misma cosa. Los clubes grandes tienen que entender que  Argentina  tiene una forma social de ver el fútbol y el club más chico es igual de importante que el más grande en el corazón de sus hinchas. El que tiene más tiene que subsidiar al más chico”, dice a EL TELÉGRAFO Alejandro Martínez, presidente del también modesto General Lamadrid, de la quinta división.    

Pero, ¿quién es el ‘Chiqui’ Tapia? Es el dirigente que más creció en el fútbol argentino desde la muerte de Grondona en 2014. Nacido en 1967 en la provincia andina de San Juan, Tapia no habla mucho, no maneja ni una palabra de inglés y suele utilizar frases cortas. Si bien es presidente de Barracas, es vox populi su fanatismo por Boca Juniors.

Su familia se trasladó a Buenos Aires cuando él era un niño. De origen humilde, quiso ser futbolista y llegó a jugar en Barracas Central y Dock Sud, dos clubes tradicionales del ascenso. Su primer trabajo fue como barrendero, en la empresa Manliba, del Grupo Macri, encargado de la recolección de basura en la ciudad de Buenos Aires. Tapia se afilió entonces al Sindicato de Camioneros, una decisión que le cambió la vida para siempre.

Como miembro de la actividad sindical conoció a María Isabel Paola Moyano, hija del poderosísimo líder del sindicato y durante años titular de la Confederación General del Trabajo (CGT), Hugo Moyano. El casamiento fue el trampolín hacia las ‘grandes ligas’ del sindicalismo argentino. El ‘Chiqui’ pasó a formar parte del ‘Clan Moyano’ y decidió involucrarse en el club de su barrio, Barracas.

Su suegro, alejado hoy de la conducción ‘cegetista’, es el presidente del popular Independiente y quien le abrió la puerta a una alianza con los clubes grandes que miraban con recelo su candidatura en la AFA, más allá del apoyo natural del ascenso. Sus laderos en la AFA son hoy el propio Moyano y el presidente de Boca, Daniel Angelici, hombre de confianza de Mauricio Macri.

Hoy Tapia divide sus días entre la presidencia de Barracas, cuyo estadio lleva su nombre, la vicepresidencia del Ceamse y ahora su flamante cargo en la AFA. El Ceamse es la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado, una empresa pública encargada de la gestión de residuos sólidos y desde donde cimentó una buena relación con Macri en su época de jefe de gobierno de la capital argentina.

Pero su rol en esa empresa también le provoca dolores de cabeza. En 2005 el juez federal Marcelo Martínez di Giorgi le abrió una causa por ‘incompatibilidad de funciones’  por su rol de jefe de inspectores del Ceamse y presuntamente trabajar para una empresa del Grupo Pescarmona dedicada al transporte de residuos peligrosos, a la que debería controlar.  

La denuncia fue retomada la semana pasada por la legisladora Graciela Ocaña. La parlamentaria pidió además que se investigue el nombramiento en el Ceamse de varios dirigentes de clubes del ascenso.  

Los que conocen bien las internas del fútbol argentino están convencidos de que Tapia era el preferido de Macri en esta nueva AFA. “No lo querían a Marcelo Tinelli (vice de San Lorenzo) porque es un hombre muy popular y poderoso que a la larga puede representarle un problema al Gobierno”, dicen fuentes que conocen los pasillos de la AFA. Sin embargo, no creen que Tapia vaya a respaldar la privatización de los clubes como impulsa el régimen. “La mayoría de los clubes están en contra de la privatización”, dice a su vez Martínez.

Por lo pronto, Tapia deberá tomar dos hierros muy calientes con la mano. El primero y principal es lograr suavizar la sanción de 4 fechas impuesta por la FIFA a Lionel Messi y luego definir la continuidad del técnico Edgardo Bauza. (I)