Al fútbol se juega con una pelota y tenerla es fundamental para poder ganar un partido. Sin embargo, la posesión por sí misma no tiene ningún valor. Y este Mundial (Rusia 2018) lo ha dejado bien en claro: las tres selecciones con mayor porcentaje de control del balón, de las 32 participantes, ya fueron eliminadas del certamen.

España fue el combinado que más tiempo tuvo el control del esférico (ver infografía): en los cuatro encuentros que disputó, promedió un 71,3% de tenencia.

Sin embargo, el conjunto de Fernando Hierro -que tuvo que reemplazar a Julen Lopetegui horas antes de iniciar el Mundial- adoleció de dos grandes problemas: por un lado, a diferencia de lo que sucedía en el último tiempo, a la Furia Roja le costó muchísimo trasladar ese dominio en situaciones de riesgo y, por el otro, el equipo tuvo serios problemas defensivos que generaron que en las pocas ocasiones en que lo atacaban, lo lastimaban. Así, su camino se terminó el domingo en los octavos de final ante la anfitriona, Rusia.

Varios entendidos del fútbol español coincidieron en que el cambio de cuerpo técnico influyó en el grupo, aunque los jugadores lo negaron.

Alemania quedó en segundo lugar en la tabla de la posesión, con 67,3% de media por encuentro. El campeón del mundo, además, fue el que más veces remató al arco en la fase de grupos, con 67 disparos. Aun así se quedó afuera en la fase de grupos, siendo el gran fracaso hasta el momento en el Mundial.

El gran inconveniente de la Mannschaft fue su escasísimo poder de fuego: en 180 minutos anotó solamente dos goles, ambos en el encuentro frente a Suecia. En los tres partidos que disputó logró inclinar la cancha a su favor, pero careció de ideas.

Su eliminación siguió con un patrón en los últimos tres mundiales, donde los campeones vigentes se quedaron en la fase de grupos.

El tercer lugar del podio del manejo del balón fue para Argentina, un equipo que en todos sus partidos dominó la tenencia y en ninguno (excepto, quizás, en el primer tiempo frente a Nigeria) supo para qué utilizarla.

La Albiceleste fue el ejemplo perfecto de que no alcanza con controlar la pelota, sino que hay que saber qué hacer con ella: todos los rivales le cedieron el protagonismo al conjunto de Jorge Sampaoli, que no tuvo los intérpretes para aceptarlo.

La eliminación ante Francia pareció, incluso, demasiado premio para un equipo que igual sufrió para obtener uno de los cupos al Mundial.

El año pasado, Argentina consiguió su clasificación tras vencer a un equipo ecuatoriano alternativo en Quito, en la última fecha del certamen eliminatorio. (I)