Luis Enrique deja el Barça pero promete volver
Nadie dijo que ganar un título de fútbol en España resulte una tarea sencilla. Ni siquiera en el FC Barcelona, una institución poderosa, seria y fiable en todas las competiciones en las que participa gracias a un modelo de juego armonioso entre la calidad obligada de sus futbolistas y un arrollador espíritu competitivo. A esos poderes casi sobrenaturales deberá confrontar hoy (14:30, hora de Ecuador) un humilde equipo como el Deportivo Alavés si quiere tener posibilidad de hacer realidad su gran sueño: levantar la primera Copa del Rey de toda su historia.
Para los vascos se trata de un reto extraordinario: convertir, durante 90 minutos a una escuadra que el pasado año deambulaba por la segunda división española, en una máquina perfecta, sin la más mínima grieta en su estructura defensiva y letal cuando se le presente la más mínima oportunidad frente el arquero rival. Y todo ello ante la ansiedad de un gigante expuesto a un escrutinio implacable tras una decepcionante temporada. David contra Goliat. El segundo presupuesto más alto de la Liga contra el 15.
Al menos, las gradas del estadio Vicente Calderón rebosarán hoy de la magia que ha convertido a este deporte en el mayor aglutinador de masas del planeta. Por si todo esto fuera poco, Luis Enrique se despide hoy con más pena que gloria del club y los hinchas aguardan con más impaciencia conocer los planes que el próximo DT, Ernesto Valverde, develará el lunes durante su presentación. El todavía técnico blaugrana lo dejó muy claro ayer durante su comparecencia ante los medios de comunicación: “O nos aplicamos con toda la rotundidad que sea posible en el campo o pasaremos muchos problemas”.
Luis Enrique, que llegó en 2014 al club catalán, anunció en marzo que no seguiría al frente del equipo al término de su contrato este verano, tras tres años en los que ha conseguido ocho trofeos y hoy tiene la posibilidad de conseguir un noveno. Ayer, en su última rueda de prensa, no descartó volver a dirigir a los azulgranas aunque “en pocos años, evidentemente no”. (I)