La apuesta cada vez mayor de los grandes clubes europeos dispuestos a pagar millonadas por  jóvenes talentos que en muchos casos apenas acumulan unos meses al más alto nivel, ¿responde a una decisión deportiva o es fruto de la especulación que parece haberse adueñado de este deporte?

¡Más de 100 millones de euros ($ 112 millones) por un chaval de 18 años! Kylian Mbappé (Mónaco) es el objeto de deseo de todos los grandes de Europa. Ese precio supone el doble de lo que pagó el Real Madrid a la Juventus por el ídolo del joven francés, su compatriota Zinedine Zidane, en 2001.

El Real no está dispuesto a gastarse esa cantidad para reclutar a un jugador que acabe siendo suplente, por lo que el fichaje de Mbappé solo se abordará definitivamente este verano si, por el motivo que sea, el galés Gareth Bale (al que se considera el eslabón más débil de la delantera) termina abandonando el equipo.

“La incorporación de jóvenes jugadores en los grandes equipos no es algo nuevo”, recuerda Paul Dietschy, autor en 2010 de  Historia del Fútbol. Pero este fenómeno se ha acelerado estos últimos años fruto de la especulación, fomentada por “el aumento de los derechos televisivos, la creación de una verdadera industria del fútbol y por capitales que buscan invertir”.

Ejemplos recientes recuerdan no obstante que no es fácil para estos jóvenes confirmar las expectativas: hace 2 años, el Manchester United pagó $ 55 millones (más otros 30 en bonus) por el delantero del Mónaco, Anthony Martial, pero tras una buena primera temporada el atacante de 21 años no fue titular en la anterior.

Sin embargo, “bastará una buena temporada para que su valor suba”, apuntó Loïc Ravenel, investigador del Centro Internacional de Estudios del Deporte (CIES).

“Teniendo en cuenta la inflación, la edad del jugador, que alcanzará su máximo valor deportivo con 25 o 26 años, las perspectivas siguen siendo buenas en tres o cuatro años”.

Y Martial supone una garantía. Su valor nunca caerá muy bajo. “Haber sido fichado por el United o por tal o cual gran club, haber llamado la atención de sus ojeadores, superar sus pruebas, todo ello demuestra que se ha alcanzado cierto nivel”.

Estrella del mañana

Los grandes de Europa apuestan también por los jóvenes valores por “miedo a dejar escapar a una estrella del mañana”, agrega Loïc Ravenel.

Así, el Real Madrid acaba de pagar $ 45 millones por un brasileño de 16 años, Vinicius Júnior, ya que este delantero del Flamengo podría convertirse en el nuevo Neymar. Los ojeadores del club coincidieron en que Vinicius es el típico talento que emerge “solo una vez cada 10 o 20 años”.

El jugador permanecerá en Flamengo hasta julio de 2019, aunque podrá jugar antes en el Real Madrid si lo acuerdan ambos clubes.

Este apetito de las potencias financieras europeas por los jóvenes talentosos influye en la política deportiva.

Clubes como Borussia Dortmund, Ajax de Ámsterdam, Mónaco y pronto el Lille buscarán un mismo objetivo: poner en valor a sus jóvenes y generar suculentas plusvalías.

Una lógica que puede tener resultados deportivos, como demostró el Mónaco esta pasada temporada (campeón de la Ligue 1 y semifinalista de Champions): “Se puede ganar con veteranos o con jóvenes, pero la ventaja de los segundos es que el plantel incremente su valor, tanto deportiva como financieramente”.

“El mercado está reestructurándose entre clubes que fichan y otros que forman”, insiste este experto.

Otra consecuencia: los entrenadores reputados por apostar por los jóvenes, como Marcelo Bielsa, Lucien Favre o Leonardo Jardim, son también muy cotizados.

 Todos ganan

Esta lógica financiera puede tener consecuencias en el desarrollo de estos deportistas adolescentes, habituados a ser exigidos desde muy pequeños. Ofrecer contratos a chicos “refuerza también el carácter competitivo del deporte que, para estos niños, se convierte en una formación profesional y una esperanza de hacer fortuna”, estima Paul Dietschy.

Cuando trabajó en el seno de la célula de fichajes del París SG, Alain Roche constató “la presión colosal” que soportan estos adolescentes. “Deben llegar absolutamente a ser profesionales por sus familias porque muchos de ellos proceden de capas desfavorecidas”.

Esta apuesta por la juventud puede acabar beneficiando a todos los actores: los jóvenes fichan por grandes clubes, sus agentes multiplican las comisiones con cada traspaso y estos fichajes pueden ayudar a los clubes a vender camisetas, así como atraer nuevos aficionados y patrocinadores.

El Mónaco ya ha demostrado que puede tener resultados asombrosos, pese a ver cómo sus mejores jugadores se marchan del club cada verano. (I)