El ciclo vital del fútbol español ha comenzado a transitar ya por el territorio insondable del mercado. Apenas se ha bajado el telón de la temporada y la gran feria de los fichajes anuales ha empezado a agitarse con sus primeras contracciones. Vienen días confusos en torno a una pasarela cada vez más alborotada y casi obligada a recorrer aquellos equipos de la liga ansiosos por demostrar que, pese a la crisis galopante que atenaza la economía nacional, siguen teniendo músculo financiero.

Ha llegado, en fin, el momento de que las triunfantes escuadras españolas formulen sus deseos de grandeza en voz alta, alerten sobre deficiencias en sus planteles deportivos y propaguen rumores en la prensa. Ningún equipo se libra de este torbellino devastador, como ningún turista se libra del regateo cuando acude a un bazar árabe.

Ni siquiera el Real Madrid, el único club europeo en doblar su entorchado continental y ganar la liga, cuyo mercado, como dijo hace años un antiguo director deportivo del club, “es tan ilimitado como el universo”. En realidad, el equipo ‘merengue’ abandera una generación exitosa a nivel de clubes nacionales que va más allá de las razones puramente económicas.

Ahí están los datos: desde que el Bayern de Múnich alzara en 2013 la ‘Orejona’ en Wembley, solo los equipos españoles han copado el título más prestigioso del Viejo Continente. El Madrid en 3 ocasiones y el FC Barcelona en una, la de 2015. Además, el Atlético ha sido 2 veces finalista durante estos 4 últimos años y el Sevilla ha redondeado el dominio hispano alzando la Liga Europa 3 veces consecutivas. Ningún país acapara un dominio tan abrumador a nivel de escuadras.

No hay duda de que tanto éxito ha terminado convirtiendo a los clubes punteros de la liga española en un señuelo irrefrenable para los futbolistas y técnicos más prestigiosos del planeta. Y si no lo es, ahí están los grandes empresarios globales al más puro estilo Florentino Pérez o Josep María Bartomeu para reunir figuras galácticas a golpe de talonario. Y lo hacen a costa de que la competición nacional pierda su esencia y su emoción, el sustrato primordial del fútbol hispano.

De nuevo las frías cifras pueden dictar sentencia sobre el camino por el que navega este deporte en España. Desde 2004, solo el Atlético ha logrado violentar en una ocasión el duopolio Real Madrid-Barça como los bolcheviques hicieron con el Palacio de Invierno. Al abordaje. El resto, nada. Y lo que empieza a resultar preocupante es que han perdido la esperanza de convertirse en alternativa. El factor sorpresa brilla por su enojosa ausencia en el fútbol español.

Que muchos aficionados aguarden ansiosos los fichajes del Madrid y el Barça es algo inevitable, pero comienza a abrirse paso la sospecha de que todo es un fabuloso espejismo. Que las más grandes estrellas que juegan en España estén vigiladas por los tribunales, o hayan tenido que pasar el mal trago de sentarse en el banquillo de los acusados por esquivar al fisco comienza a ser contemplado como un engaño colosal en una sociedad sacudida por la crisis, muy futbolera pero nada estúpida.

Pese a todo se vislumbran algunos cambios para la próxima temporada. Cambios, entiéndanse, que van más allá de lo aparentemente inmutable, de lo que se repite sin cesar de forma natural cada año. Por ejemplo, habrá 2 bajas sensibles en los banquillos, como Jorge Sampaoli, sustituido por Eduardo Berizzo, al frente del Sevilla CF; y Luis Enrique, que deja su puesto de DT en el Barça a Ernesto ‘Txingurri’ Valverde, procedente del Athletic Club de Bilbao, tras un último año para olvidar. Pero las cosas no cambiarán mucho más.

El Real Madrid de Zidane seguirá ganando y todos empezarán a preguntarse qué debe hacer el FC Barcelona para superar el juego estelar que ahora convierte a su eterno rival en una escuadra inexpugnable. Dicen las lenguas más afiladas del asfixiante entorno mediático que rodea al equipo ‘merengue’ que Florentino Pérez prepara una gran sorpresa para neutralizar cualquier indicio de reacción culé la próxima temporada. No sería extraño.

Tras vender al internacional Morata al Manchester City por una millonada, el colombiano James Rodríguez y quizá el tico Keylor Navas podrían seguir sus pasos. La reputación de Florentino en el mercado del fútbol quedó en entredicho hace 2 años cuando fracasó en el fichaje del arquero de Manchester United, David de Gea, y eso, para un gran macho alfa del fútbol, como el presidente de la multinacional ACS, es inadmisible. Todavía no lo ha fichado, pero no pierde la esperanza.

El Atlético, con su gran timonel, Diego Pablo Simeone, intentará reverdecer viejos laureles alejado para siempre del templo del Vicente Calderón. En breve comenzará a demolerlo para construir viviendas pero, a cambio, le han brindado la posibilidad de trasladarse al antiguo estadio olímpico de La Peineta, al que han rebautizado como Wanda Metropolitano. Vuelven jugadores cedidos. como Krenevitter desde Sevilla; desean recuperar a Diego Costa, del Chelsea, y andan detrás del internacional Vitolo. Demasiado dinero para un equipo con deudas pendientes con la seguridad social y una afición a la que no le ha hecho nada de ilusión dejar un estadio en el centro de Madrid por otro que está a casi 2 horas en metro.

También hay que reconocer que la información relativa al fútbol suele entrar en una especie de letargo por estas fechas. Más que nada como gesto de generosidad hacia unos aficionados a los que uno imagina sacudiéndose el síndrome de abstinencia al que han sido condenados durante este próximo mes, viendo a altas horas de la madrugada, con todo interés y una hoja de notas a mano, un partido Podbeskidzie-Wisla Cracovia de la liga polaca, por poner un ejemplo. (I)