Cuando las expectativas no se cumplen, los protagonistas se llenan de dudas y buscan en sus pensamientos el porqué de todo lo ocurrido. En muchas ocasiones navegan en la incertidumbre y piensan que hicieron el máximo sacrificio, por la sencilla razón de que desconocen lo que significa realizar un esfuerzo superlativo cuando otras situaciones no te ayudan para llegar al objetivo.

Traslado esta reflexión a lo que le está ocurriendo al combinado nacional que disputa el Sudamericano Sub-20 en Uruguay. La expectativa que tenía el común denominador era muy alta, pero considero que la prensa encumbró esta sensación y no la realidad de un equipo que está plagado de grandes individualidades, pero que no encontró, más allá de algún resultado positivo en su periplo, un equipo que respalde el trabajo de todos.

Mucho se discute sobre la regla de jugar con un juvenil en cancha en nuestro torneo de primera división, buscando afianzar a las futuras generaciones no solo a nivel selección sino también para que adquieran las experiencias necesarias y que nuestro torneo sea exportador de jóvenes talentos al exterior. Toda regla tiene cosas buenas y malas si no se la pule en su totalidad antes de ponerla en marcha. La obligatoriedad que exige la Ecuafútbol es que jueguen mínimo 45 minutos, lo que en la mayoría de los casos genera el cambio seguro al llegar a ese tiempo, ocasionando una maduración del jugador a cuentagotas. Pero ese tema merece más tiempo y hoy lo que debemos analizar en profundidad es el porqué del pobre rendimiento de una selección que trabaja para ser en un futuro inmediato el recambio del equipo que representará al país en próximo eventos mundiales.

Sixto Vizuete, un entrenador con sobrado conocimiento en juveniles dentro de Ecuador, no supo hasta el momento encontrar los eslabones ideales y la manera correcta que deben estar  ubicados dentro del campo de juego.

Las modas en el fútbol son habituales, pero no por eso debemos ponerlas por encima de nuestros convencimientos y de las características de nuestros deportistas. Puntualmente pude apreciar en los primeros compromisos que el sistema estuvo por encima de los jugadores, que goza de en un plantel rico en variantes.  Robert Burbano, por ejemplo, tuvo un gran 2014 con Emelec jugando por las bandas, pero en la Selección fue utilizado en un esquema que reprime sus  capacidades de desborde y explosividad.  También se pudo apreciar que los espacios en el terreno de juego no eran bien ocupados por falta de conocimientos tácticos y no por disciplina operativa. Mi intención no es ‘hacer leña del árbol caído’ y reprocho las críticas infundadas de muchas personas que tienen el poder mediático de entablar una opinión nociva en vez de buscar soluciones y sumar por el bien del fútbol de nuestro país.

Lo que primero debemos tener claro es a qué queremos jugar y aceptar si contamos con los deportistas ideales para esas funciones. Si no es así, lo que se recomienda es adecuar un paladar  futbolístico con ideas claras, respetando siempre el patrón de juego que imponga el entrenador. Hoy la ‘MiniTri’ cuenta con velocidad, explosión por las bandas y  talento en Vélez y Parrales, que son capaces de romper cualquier defensa con su entendimiento.  

Este mecanismo ofensivo solicita a gritos una estabilidad en mitad de cancha que tranquilamente la pueden dar el   experimentado Cevallos y una defensa que acumula mucha experiencia a nivel profesional. En muchos casos las   soluciones son sencillas y básicas, pero este deporte es realidad pura y no se  detiene a la espera de que los equipos resuelvan sus inconvenientes, sino que les exige tácitamente que sobre la marcha se reinventen y ponga vida a sus esperanzas.

Por eso rotundamente me pongo del lado de la trinchera en que todos debemos   buscar conclusiones y estimular el futuro de estos chicos.