¿Lo pierde el entrenador y lo ganan los jugadores?  Las injusticias en muchos casos son producto de patrones que ya están estipulados y aceptados hasta por los mismos protagonistas que por respetar códigos de convivencia y reglas del juego no entran en discusiones que en la mayoría de los casos dependen de quién las ve y por dónde se las analice. Un partido de fútbol profesional tiene una previa muy rica en conceptos y especulaciones que se van desmembrando en la cabeza del entrenador que junto a sus ayudantes proponen posibilidades e ideas intentando imaginar cómo resolver el próximo compromiso, que más allá de que todos los involucrados asumen y entienden que será único e irrepetible pueden, mediante conceptos fundamentados, adelantarse y prever situaciones del juego. Por el otro lado los futbolistas alistan la máquina cumpliendo tareas específicas en cada sesión de trabajo y una vez que se acerca la hora del pitazo inicial apelan a su inspiración y ponen todo el caudal de conocimientos y capacidades adquiridas en beneficio del conjunto sin despegarse nunca de lo individual. Una vez envueltos en sus investiduras, los nervios e indicaciones invaden a los ejecutantes que concentrados comienzan a trabajar en sus decisiones intentando respetar los gustos y maneras de encarar el juego previamente estipuladas por el director técnico. Los partidos pueden tener similitudes, pero nunca serán idénticos a otros, con esa particularidad la magia de este deporte nos recalca que debemos analizar muchos matices antes de encerrarnos en verdades o pensamientos intencionados que simplemente buscan un resumen al final de los 90 reglamentarios. Hoy tenemos dos grandes figuras que marcan tendencia dentro del seno de sus equipos como también en la opinión del cosmos futbolero. Cristiano Ronaldo y Messi son capaces de lo impensado, y corroboran cada semana que siempre se puede dar algo más. El astro argentino ya no tiene récords por batir y parece que todo lo que realiza es fácil y da la sensación de que cuando considera que es el momento preciso gana los partidos en muchos casos sin despeinarse; entonces me pregunto, ¿dónde quedan en ese momento las horas de trabajo de su entrenador que planificó quizás hasta el más mínimo detalle? Está claro que los niveles superlativos de las dos figuras antes nombradas son fuera de lo común y seguramente hace injusto un análisis más parcializado, pero lo que sí debemos subrayar es que las discusiones post partidos van siempre envueltas en  mantos de culpas y responsabilidades que en la mayoría de los casos tildan a los héroes y villanos no por su real intervención en el desarrollo del encuentro sino por el destino incierto que puede tener el esférico.

Salvadores, culpables y hasta ídolos de barro, esa parece ser la tónica que abraza al fútbol, cuando en realidad debemos entender que las opiniones abundan y las verdades muy son pocas.