Cuando acepté escribir este artículo sobre fútbol femenino pensé que sería fácil. Después de todo, conozco gran parte de la historia y de cómo se llegó a donde estamos hoy. Pero debo confesar que esperar a después del partido   clasificatorio al Mundial no fue la mejor decisión por la carga emocional que representó el triunfo.       

Me preguntaron la razón por la que Ecuador clasificó ahora al Mundial y antes no pudo. La respuesta es simple y se resume en una sola palabra: proceso.

Un proceso que inició hace muchos años, antes de que yo tenga conciencia de amar el fútbol y de que las heroínas de este logro nacieran. Empezó con campeonatos en ligas barriales, en escuelas, en colegios, en clubes, con torneos realizados casi a la fuerza para cumplir con las exigencias de un pequeño grupo de futbolistas que simplemente queríamos jugar. Empezó con mujeres que no se callaron ante un ‘no’ y lucharon desde diferentes frentes para que existiera un campeonato femenino.   

Empezó con los esfuerzos realizados por la primera Selección Ecuatoriana de Fútbol Femenino de 1995, que surgió de diferentes ligas barriales para representar a todo un país.  

El campeonato nacional tiene apenas 2 años de existencia y Ecuador está en su primer Mundial de fútbol femenino.

¿Acaso milagrosamente en 2 años se formaron esas jugadoras extraordinarias que vimos hoy? Obviamente no.

Las jugadoras que son parte de este logro histórico trabajan hace muchos años, en condiciones muy difíciles, por decir lo menos, muchas (la mayoría) sin sueldo, sin implementos adecuados para entrenar, en canchas improvisadas, alternando sus trabajos, sus estudios, sus familias, para continuar con una lucha que parecía en vano.

Este logro es de ellas, de las que jugaron y de las que no, de los técnicos que las formaron muchos años atrás y los que las siguen formando a diario, de sus familias, por apoyarlas contra los prejuicios de una sociedad machista; y obviamente de los clubes, que hoy hacen un esfuerzo para mantener sus equipos femeninos en actividad.

Se debe reconocer y agradecer el trabajo realizado por el cuerpo técnico liderado por Vanessa Aráuz, por mantenerse firme ante las críticas infundadas y compactar un equipo lleno de experiencia con jugadoras de mucha trayectoria y, a su vez, brindar una oportunidad a jugadoras jóvenes que serán la clave para el Mundial de Canadá 2015.

A la Federación Ecuatoriana de Fútbol, por confiar en un cuerpo técnico joven, liderado por una mujer aún más joven que demostró tener aplomo, seguridad y mucho conocimiento. Ojalá este logro que hoy todos festejamos sirva para otorgarle al fútbol femenino el lugar que se merece.   

Hoy más que nunca el fútbol femenino necesita el apoyo de la empresa privada, la participación de los clubes de primera división, la difusión de los medios de comunicación y la asistencia masiva a los estadios de todas las personas que hoy festejan este logro. Que el esfuerzo de estas jugadoras, que han sacrificado tantos años de su vida entrenando sin recibir nada a cambio, no sea en vano, y que sirva para que el fútbol femenino sea tomado con responsabilidad.