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El Telégrafo

El fútbol italiano busca salir de su depresión

La Roma tiene la difícil meta de eliminar al Barcelona, que podría ser la primera piedra del fútbol italiano para apoyarse y salir de su decadencia.
La Roma tiene la difícil meta de eliminar al Barcelona, que podría ser la primera piedra del fútbol italiano para apoyarse y salir de su decadencia.
Foto: AFP
10 de abril de 2018 - 00:00 - Gorka Castillo, corresponsal en España

El poderoso fútbol italiano vive un drama difícil de digerir para su apasionada hinchada. A nivel de escuadras y de selección nacional. Con cuatro títulos de campeón del mundo, Italia no estará en Rusia y sus tres equipos supervivientes en competiciones europeas corren serio riesgo de quedar apeados.

Solo la Lazio, en la Europa League, alberga alguna esperanza de pasar a semifinales tras derrotar en el partido de ida al Salzburgo austríaco por 4 a 2. Porque Juventus y Roma parecen asumir su inferioridad ante los rivales hispanos en Champions, Real Madrid y Barça.

Turineses y romanos recibieron siete goles en sus enfrentamientos de cuartos, lo que no deja de ratificar la tendencia de los últimos años, definidos por la supremacía en Europa de los equipos españoles y la regresión del italiano. Algo no funciona en un fútbol que no hace tanto fue el más poderoso del mundo.

Pero de todo se sale. También a España le tocó vivir un deplorable ciclo y salió fortalecida, ganando un Mundial y dos Eurocopas. Por lo tanto, el renacer italiano puede ser cuestión de tiempo, aunque son más quienes reclaman profundos cambios en sus creencias telúricas de jugar al fútbol. Y uno de los que más alto lo proclama es el prestigioso técnico Fabio Capello.

 El pasado fin de semana arremetía contra el pragmatismo a toda costa que gobierna los partidos del Calcio, la obsesión táctica, la preponderancia de las defensas sobre los ataques y, sobre todos ellos, la glorificación del “gattusismo”, esa admiración casi mística hacia el honrado futbolista sin apenas talento que tanto se aprecia en Italia.

Y un tipo duro como Capello, que dirigió equipos como el Milan y el Real Madrid como si de academias de los Navy Seals se trataran, acaba de poner el grito en cielo. Conocedor de que sus valoraciones suelen ser recibidas por los “tifosi” como dogma de fe, defendió modificaciones estructurales en el estilo, empezando por el abandono definitivo del famoso catenaccio por parte de los jugadores.

El problema para Italia es que deberá acometer esta modernización sin las grandes figuras que hicieron del país trasalpino el primer destino en el fútbol mundial.

Aunque el papel de las escuadras ha descendido notablemente en el concierto europeo, tiene cualidades para recuperarse en poco tiempo. Por ejemplo, dispone de una historia y un fervor en las gradas casi incomparables en el resto del planeta.

Desde la aceptación unánime de su delicado momento quieren aprovechar su ausencia del Mundial de Rusia para comenzar a explorar fórmulas más amables con el juego en unos tiempos donde el factor de captación televisiva será crucial para crecer.

Sin embargo, no será fácil que superen su obligada travesía por el desierto de los tártaros que con tanta brillantez describió el escritor Dino Buzzati.

La más que previsible eliminación de la “Juve” y de la Roma de la Champions esta semana les dejará huérfanos en Europa demasiado pronto, con nieve todavía en las cumbres montañosas, y sin el aliciente del Mundial.

Para Italia es demasiado tiempo sin disfrutar de la cosa más importante de las cosas menos importantes, como dijo una vez Jorge Valdano. Pero si por algo se diferencian los italianos de los demás es que de las ruinas siempre hallan un brote de esperanza. Y, a tenor de los comentarios de los entendidos, ese retoño ha aparecido en Nápoles.

Ningún equipo del calcio representa mejor esa transformación a gritos que pide Capello. No le sobra el dinero, pero propone un fútbol aventurero, ofensivo, alejado de la vieja cultura ultradefensiva.

Y lo mejor es que cada vez se encuentra más cerca del éxito. A siete jornadas para la conclusión del torneo está a cuatro punto de la Juventus, pero a diferencia de los “bianconeri”, su fútbol es más fiable. Le ha ido recortando distancias en un apasionante esfuerzo por coronarse campeón, con el esfuerzo mimético que ello conllevaría en el fútbol italiano.

Decía Capello -el domingo- que el Nápoles es más que magnífico. “Es un equipo necesario para la revolución que necesitamos”. Mientras se resuelve el enigma, la Roma tratará hoy de salvar el honor perdido del fútbol italiano ante un Barça invencible en los 38 últimos partidos que ha disputado.

Y si no lo consigue, aún quedará la vieja “Juve” para obrar el milagro de remontar el miércoles un 4 a 1 en el Santiago Bernabéu. (O)  

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