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Familiares, indignados con Lamia
Los familiares de los jugadores de Chapecoense muertos en la tragedia aérea en Colombia reaccionaron con indignación contra la aerolínea boliviana Lamia por la catástrofe, en medio del luto nacional por el fallecimiento de 71 personas, muchas de las cuales serán parte del velatorio colectivo preparado en el estadio del club, en Chapecó, sur de Brasil.
Los cuerpos de futbolistas, dirigentes, periodistas y tripulantes fallecidos comenzaron a ser enviados a sus países de origen por parte de las autoridades de Colombia, en el marco de la indignación mundial generada por la catástrofe aérea que puso fin al sueño de una generación de jugadores del modesto Chapecoense brasileño cuando iba a jugar su primera final internacional.
Una gran rabia mezclada con impotencia marcó la vigilia de los familiares en Chapecó.
“Son una basura humana, el piloto seguramente sabía que iba con el combustible justo. No sé cómo el club contrató esa empresa, no voy a condenar al club”, dijo Osmar Machado, el padre del defensor Filipe Machado, uno de los 71 muertos el lunes por la noche en las montañas del Departamento de Antioquia (Colombia), cuando el equipo viajaba en el chárter boliviano hacia Medellín, para disputar la primera final de la Copa Sudamericana, ante Atlético Nacional.
El dolor mundial que causó la catástrofe del Chapecoense, modesto equipo de la ciudad de Chapecó que por primera vez iba a jugar una final internacional en sus cortos 43 años de vida, también genera irritación y bronca entre los familiares de las víctimas, a medida que se conocen más detalles de la desgracia.
La falta de combustible, aparentemente por un error de cálculo o de previsión -por parte del capitán de la nave- dominó la agenda de los familiares, que se preparan para recibir a sus muertos, los que ya fueron identificados en Medellín.
Desde ayer, cuatro aviones de la Fuerza Aérea Brasileña salieron de la capital de Antioquia hacia su país -con escala técnica en una base de la localidad de Manaos- en el norte amazónico brasileño.
Las víctimas, entre futbolistas y dirigentes de Chapecoense, serán veladas en forma colectiva en el estadio, a donde se esperan 100.000 personas, la presencia del presidente de la FIFA, Gianni Infantino; el entrenador de la selección brasileña, Adenor Bacchi, ‘Tite’; mientras se especula que el presidente Michel Temer apenas recibirá los cuerpos en una ceremonia más formal.
“Existe el temor de que sea silbado”, dijo una fuente del Gobierno, citada por la prensa local sobre las dudas en torno a cómo se realizará la participación de Temer, confirmada por su aliado político, el gobernador de Santa Catarina, Raimundo Colombo.
“Si el presidente Temer quiere venir, que venga al estadio, al funeral; las personas importantes son las que murieron, no iré a darle la mano a Temer en el aeropuerto, no quiero saludarlo ni sacarme fotos en ningún lugar, en un momento así. Si él tiene dignidad, que venga y ofrezca una palabra a las personas. La importancia de Temer no representa nada para un mañana”, manifestó el padre de Filipe.
El fallo de las autoridades colombianas de que la caída del avión a la cual sobrevivieron 6 personas -dos tripulantes, un periodista brasileño de Chapecó y tres futbolistas- no tan solo levantó críticas en el padre de Filipe, sino también en la madre del delantero Ananias.
Rosa Lia, madre de Ananias, fue internada dos veces desde que supo que su hijo no sobrevivió al accidente: “Me pregunto si fue el dinero el motivo para no poner combustible, para el dolor en el corazón no hay dinero que lo borre”.
La mujer vive en una comunidad en Estrada de Ribamar, en el estado de Maranhao y era mantenida por su hijo, al que espera despedir en la ceremonia en Chapecó.
En términos futbolísticos, el Atlético Mineiro se negó a jugar mañana contra Chapecoense, en el marco del dolor que sintieron los futbolistas, sobre todo porque el equipo de Santa Catarina no tiene plantel, salvo juveniles, para salir a la cancha de juego.
El presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Marco Polo del Nero, había sugerido “seguir la fiesta del fútbol”, según la prensa local y pidió que se jugara el encuentro con la intención de levantar el ánimo de los hinchas.
En ese sentido, los clubes de la primera división pidieron a la CBF formalmente, a través de un documento, anular por tres años el descenso de Chapecoense hasta que se recupere deportivamente tras la pérdida de su plantel, equipo médico y el técnico Caio Junior, también fallecido en Colombia.
Por internet crece en las redes sociales el clamor para que grandes figuras ayuden al club, pero un campeón mundial en 2002 conserva la preferencia, Ronaldinho Gaúcho, que hasta el momento no se ha manifestado. Otro de los pedidos es para Juan Román Riquelme.
Referentes mundiales, como Cristiano Ronaldo, anunciaron donaciones, así como la recaudación del derbi Real Madrid-Barcelona, como forma de ayuda al ahora segundo equipo del corazón de todos los brasileños.
La Conmebol, por su parte, no ha confirmado cuál será el destino de la final de la Copa Sudamericana. Según información preliminar, el próximo 21 de diciembre, el Comité Ejecutivo del organismo regional tendrá una reunión para definir. El pedido del Atlético Nacional es que se dé el título al Chapecoense. (I)
"Lo único que sé es que intentaron salvar vidas"
Bruno Goytia Gómez está seguro de que su padre, el copiloto del accidentado avión que transportaba al Chapecoense de Brasil a la final de la Copa Sudamericana, hizo lo posible por salvar vidas la fatídica noche en que se estrelló en las montañas de Colombia. “No sé exactamente qué pasó, qué hizo o qué no hizo. Lo único que sé es que (él y el piloto) estaban preocupados por salvar las vidas de todos, nada más”, dijo a la AFP este boliviano de 18 años, tras la tragedia aérea del lunes.
La familia Goytia Gómez dormía en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra cuando a las 22:00 la aeronave de la empresa Lamia, en la que viajaba el plantel del Chapecoense para medirse con el colombiano Atlético Nacional, se precipitó a tierra a unos 17 km de Medellín.
Bruno se enteró la madrugada del martes del accidente, en el que de milagro sobrevivieron seis personas. Un amigo lo llamó y tardó cerca de dos minutos en reaccionar. “Fue una estaca en el corazón, como si mi mundo se acabara”.
El hijo mayor de Ovar Goytia había hablado con su padre diez minutos antes de que despegara con rumbo a Medellín. Como siempre, el copiloto, de 46 años y más de dos décadas de experiencia de vuelo, mayoritariamente como miembro de la Fuerza Aérea Boliviana, dijo que regresaría. “Solo me encargó la familia, a mis hermanos, que yo era el hombre de la casa, que iba a volver”, rememoró sobre la habitual llamada de su padre antes de emprender un nuevo viaje.
Aunque la causa del accidente está bajo investigación, autoridades colombianas y extranjeras tienen como principal hipótesis que la aeronave se quedó sin combustible. Según el representante de Lamia, Gustavo Vargas, el aparato no cumplió con el plan de reabastecerse en Cobija, ciudad boliviana fronteriza con Brasil, o en Bogotá.
Sin dar razones, el Gobierno de Bolivia suspendió el jueves la licencia de la aerolínea y destituyó a altos funcionarios del control aeronáutico del país.
Bruno dijo que su padre había transportado a decenas de equipos de fútbol, entre ellos las selecciones de Argentina, Bolivia y Venezuela. También clubes como el paraguayo Sol de América, equipos bolivianos y al mismo Atlético Nacional de Medellín, el rival de Chapecoense en la final del torneo continental que nunca se jugó.
Junto al fallecido piloto Miguel Quiroga, muy amigo suyo, Ovar ya había trasladado al modesto club brasileño de Chapecoense, una escuadra que desde 2009 empezó su camino hacia la cúspide del fútbol continental.
Bruno viajó con el equipo accidentado en los cuartos de final de la Sudamericana a Barranquilla para enfrentar al Junior. (I)