El ‘tsunami’ de corrupción en la FIFA sacudió también a la dirigencia de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF). José Maria Marín, extitular de la entidad y del comité organizador del Mundial Brasil 2014, fue arrestado en Suiza por recibir sobornos. Se trata de uno de los personajes más emblemáticos del colaboracionismo civil  con la última dictadura militar (1964-1985).

Marín, de 83 años, fue entre 2012 y abril de 2015 el titular de la CBF, cargo en el que fue reemplazado por su delfín, Marco Polo del Nero, y estaba en Suiza para participar en el Congreso de la FIFA, entidad de la cual era el responsable, hasta su captura, del comité organizador del fútbol olíimpico de los Juegos de Río de Janeiro 2016.

Apenas fue capturado, Del Nero, un millonario mujeriego que dice que para mantener a sus novias no le alcanza su salario de 70 mil dólares mensuales, mandó a borrar el nombre de la sede de la CBF en Río de Janeiro, que él mismo había bautizado como ‘José María Marín’.

Marín, exjugador del club Sao Paulo, reemplazó en el cargo al renunciante Ricardo Teixeira, quien había estado en el cargo hasta que el periodista Andrew Jennings reveló que el nombre de Teixeira aparece en la lista de la justicia suiza de haber recibido sobornos por parte de una empresa de marketing de FIFA en 2002.

Teixeira, además, es el gran articulador de los escándalos actuales y no Marín, según declaró el propio Del Nero, en un intento por despegarse del escándalo de corrupción. Teixeira estuvo en el cargo por 23 años, no apenas por su capacidad, sino porque era el yerno de Joao Havelange, el brasileño que presidió la FIFA desde 1974 hasta 1998. Su nieta e hija de Teixeira, Joana, fue funcionaria de la organización del Mundial 2014 y es famosa por la frase periodística en la que rechazó sospechas de corrupción: “Lo que era para ser robado, ya fue robado”.

Los fiscales estadounidenses dijeron que no investigan al Mundial organizado por Brasil, cuya candidatura fue única, aunque sí otros, como Alemania 2006 y Sudáfrica 2010. La pregunta que sobrevuela parte de la dirigencia brasileña, en parte por resentimiento, es si Estados Unidos 1994 fue electo en forma limpia.

En el ámbito político, Teixeira tenía la imagen pública por el piso, lo mismo que Marín. A tal punto que ninguno de los dos fue recibido, en plena preparación para el Mundial Brasil 2014, por la presidenta Dilma Rousseff. Al mismo tiempo, la aparición del ídolo Romario, campeón mundial en 1994, primero como diputado y como senador ahora, fue destructiva para Teixeira, que prácticamente se alejó del país y de las cámaras, sobre todo las que lo protegieron por décadas, la de la TV opositora Globo, dueña de los derechos del campeonato brasileño y de los partidos de la selección.

Pero el eje de esta historia es nada menos que Marín. La captura del dirigente, por ejemplo, fue festejada por sectores de derechos humanos.

Marín fue gobernador de Sao Paulo en 1982 de la dictadura militar y precisamente ese pasado lo mantuvo afuera de las reuniones que organizaba sobre el Mundial la presidenta Rousseff, secuestrada durante casi 3 años por el régimen y torturada durante 22 días cuando era una joven activista .

Pero el hecho más pesado atribuido a Marín es su supuesta vinculación con la detención, tortura y asesinato del periodista Vladimir Herzog, un emblema de la represión de la dictadura brasileña. Herzog dirigía a la estatal TV Cultura y en ese entonces Marín era diputado puesto por la dictadura en la asamblea regional de Sao Paulo.

En un discurso denunció, a tono con el régimen, que en la TV Cultura había ‘hombres de la izquierda’. Corría 1975 y pocas semanas después del discurso Herzog apareció colgado de una celda en una comisaría en Sao Paulo, un episodio en el que los agentes del régimen simularon un suicidio.

“Veo con mucha satisfacción esta prisión de Marín, creo que de alguna forma se le hace justicia a mi padre”, dijo Ivo Herzog, hijo del periodista asesinado por la dictadura tras conocer la operación contra la FIFA. El senador Romario pidió la apertura de una comisión parlamentaria para investigar a la CBF y sus negocios, sobre todo porque el principal delator del caso es un brasileño, José Hawilla, dueño de la empresa de marketing Traffic, quien le contó a la justicia estadounidense los sobornos que le pagaba a los dirigentes, no apenas a los brasileños. Traffic tiene una red regional de noticias afiliada a la cadena Globo y su rol deberá ser sometido a una comisión parlamentaria en el Congreso de Brasil, tal como lo fue en el año 2000 el acuerdo entre Nike y la CBF, por el cual, según las sospechas, se habría pagado sobornos para que la marca estadounidense vistiera a la selección.

La presidenta Rousseff respaldó las investigaciones y fue más allá: “Que investiguen todas las Copas del Mundo”. (I)