Alemania, Brasil y España sonaron como principales candidatos para ganar el Mundial de Rusia antes de que el torneo arranque. La selección germana era supuestamente la más opcionada por ser la campeona reinante, por haber ganado el año pasado la Copa Confederaciones, por individualidades, rendimiento y calidad de plantel, pero nada de eso influyó para que supere a sus rivales, salvo Suecia.

 La inmadurez de algunos jugadores alemanes nuevos y la ineficiencia en su ataque fueron determinantes para que el campeón actual no avance de primera fase.

Argentina siempre fue un balazo al aire. Por actualidad e individualidades no tenía grandes aspiraciones, sin embargo la presencia de Messi y su historia la hacían protagonista. La victoria ante Nigeria no fue más que una extensión del sueño que se quedó en eso. El fracaso de la Albiceleste no es otra cosa que el reflejo del torneo argentino y la ignorancia de sus dirigentes.

Pero hasta que Messi esté vigente siempre será señalado como el culpable.  España, en cambio, no logró en toda la competición transformar en goles su dominio de terreno y balón en cada partido. No pasó del buen toque de pelota sin profundidad. Iniesta jugó su última edición y se le escapó su ansiada posibilidad de conquistar el balón de oro.

Estamos viviendo un Mundial que presta las condiciones para que un equipo no tradicional levante la copa. A no ser que Brasil explote todos los atributos que tiene. Reúne requisitos pero hasta ahora no convence del todo, como pasó con España. (O)