Considero que la frase ‘uno juega como vive’ determina en toda su magnitud el resultado de muchas preguntas que buscan respuestas. La opinión popular normalmente indaga motivos después de las derrotas y no en los triunfos, y esto se debe simplemente al poco valor que nuestra sociedad les da a los líderes que normalmente son los precursores de las victorias y los ausentes en los fracasos. Esto lo atribuyo a que en estos tiempos los históricos y tan importantes caudillos ya no son tan determinantes como en otras épocas, donde con su sola estampa ya se vislumbraba su capacidad.  

El fútbol no vive fuera de la sociedad, sino que es parte del vivir cotidiano de nuestros pueblos, que gracias a la magia de un balón suelen venerar más a un jugador que a las personas que guían nuestros destinos. Los últimos torneos internacionales demuestran que no solo se llega lejos combinando la capacidad física y el crecimiento técnico, sino  también que este deporte que no para de evolucionar  exige otras facetas que son imprescindibles en un juego que pide a gritos cada día jugadores élite. Muchos factores influyen en la formación integral de un futbolista, es por eso que debemos darnos cuenta a tiempo que nuestros errores deben ser corregidos y que si pretendemos tener mejores resultados en niveles más altos es de vital importancia ahondar en situaciones que hacen el todo de un jugador. El punto que marca el inicio de todo el cambio es la famosa y lamentablemente tan mal vista disciplina, palabra muy usada pero que poco se la activa en su significado.

Las participaciones de los equipos ecuatorianos en la última cita internacional dejó en claro que estamos a la altura de competir con grandes potencias e intentar soñar con llegar a lugares estelares a los que en contadas veces se llegó, pero que si no le sumamos jerarquía y personalidad a nuestros representantes será una constante utopía. Las eliminaciones de la Copa Sudamericana no fueron casualidad, ya que si desmenuzamos cada compromiso en sus 180 minutos podemos sacar la conclusión sin desmerecer la entrega que tuvieron cada uno de nuestros futbolistas que los rivales pusieron el famoso “plus” para arrebatarnos clasificaciones que estaban en nuestros bolsillos. El único elenco que quizás con otros imponderables pudo superar esta situación fue Emelec, que a base de una idea consolidada tuvo la fortuna de encontrar un rival de poco fuste y seguir con vida, pero sin demostrar carácter y determinación. Es muy fácil hacer leña del árbol caído, y esa no es mi intención porque tengo muy claro cuál es el camino que debemos tomar para aspirar a mejores días dentro de nuestro balompié; pero si no puedo dejar de resalar que la ausencia notoria y alarmante de líderes dentro de la cancha nos está haciendo competir en desventaja. Los futbolistas con estas caracterizas nacen pero también se hacen, entonces nuestra labor es darnos cuenta que es primordial dar el ejemplo desde el accionar diario e intentar impregnar las ideas claras a aquellos que están llamados por la historia para marcar la diferencia cuando las hazañas buscan un gladiador. Los grandes jefes marcan el camino y guían a sus soldados, y como en todo orden de la vida necesitamos que alguien nos represente, el fútbol no es la excepción.