El destino de los héroes rusos es trágico. Y no hablo de esas historias que trazó Dostoievsky, hay una realidad que es igual de impactante. Por ejemplo, el comandante Yuri Gagarin, el primer hombre en órbita espacial, héroe nacional sin parangón y cuyo nombre y estatua aparece a lo largo del país, rindió tributo a la vida en un accidente aéreo evitable. Y sus años finales estuvieron matizados por los conflictos familiares y el alcohol. 

El caso de otro prócer ruso, cuyo esplendor fue contemporáneo al de Gagarin, tuvo connotaciones dolorosas en el tramo final de su existencia. Me refiero a Lev Ivanovich Yashin.

En 1984, cuando apenas tenía 55 años, Yashin sufrió la amputación de su miembro inferior derecho, por culpa de una tromboflebitis. Dos años antes, había sufrido un derrame cerebral que dejó afectada su motricidad. La Araña Negra fumaba, por lo bajo, una cajetilla diaria. Y nunca se detuvo. 

Estoy en el cementerio de Vagankovo, en el centro occidente de Moscú. Son las inmediaciones del tercer anillo de la ciudad, casi un límite entre la vieja y la nueva capital rusa. A la entrada, ya están acostumbrados a los visitantes de los famosos que acá reposan eternamente y la indicación de cómo llegar es automática. 

No hay que caminar mucho. La lápida es enorme, de tres metros, y retrata a la Araña Negra con el semblante alicaído. Se me viene la imagen de los cuatro goles que Colombia le metió en Arica, en el Mundial de Chile 1962, con la mirada hacia abajo y la pelota bajo el brazo derecho, como recién sacada del arco.

Esa melancólica estampa era capaz de frases como "un cigarrillo para los nervios y un vodka para relajar los músculos", casi una declaración de principios sobre esos excesos que terminaron por costarle la vida y dejar a Rusia sin su mayor símbolo deportivo.

El Balón de Oro, ese título por el que Messi y CR7 (o, mejor dicho, sus seguidores) se sacan los ojos año a año, fue ganado por Yashin en 1963. Era el mejor, no solamente por su calidad deportiva, también por su condición de líder y ejemplo para todos los arqueros del mundo, quienes le imitaban desde el saque de manos hasta la vestimenta negra, sobria y distinguida.

Fue el deportista del siglo XX en Rusia, electo en votación popular refrendada por expertos. Sí, gano ese título en el país de cientos de medallistas olímpicos y campeones mundiales. Su estampa acompaña el Mundial 2018, desde el póster oficial. Nunca antes, ni en el Brasil de Pelé, se hizo un homenaje de esa especie. Ese es el peso de Yashin en la historia rusa. 

No hay nieve en Vagankovo. Como es verano, no hay forma de tener un escenario más melancólico. Flores blancas y rojas al pie de la sepultura, sin símbolos religiosos. Solo se informa que Lev Yashin murió el 20 de marzo de 1990, a los 61 años.