Iniciaron su carrera profesional hace tres décadas, pero ya cantaban desde que tenían 5 años debido al amor que su madre les inculcó por el arte y, en especial, por la música.

Se trata de Luz María y Margoth Toral, más conocidas como Las Hermanas Toral, quienes celebrarán sus treinta años sobre los escenarios. Para ello el próximo 14 de septiembre, a partir de las 20:00, ofrecerán un show donde alternarán con Los Hermanos Niño Naranjo, Héctor Jaramillo, Dúo Ayala Coronado, Liliam Suárez, María del Rocío Reyes y César Augusto Montalvo.

Este evento se realizará en el auditorio de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Guayaquil.
Estas cantantes nacidas en Pasaje, provincia de El Oro, recuerdan algunas de sus anécdotas vividas en estos últimos años, las cuales quedarán grabadas en su mente y atesoradas en el corazón.

“A mi mamá le encantaba la música y siempre quiso que nosotras fuéramos artistas puesto que ella no pudo serlo. Desde pequeña nos asesoró en la manera en que teníamos que salir al escenario y la forma en la que debíamos tratar al público”, expresa Luz María, la menor de este dúo femenino, considerado como las segundas ‘Alondras del Guayas’, a pesar de no haber nacido en esta provincia.

Margoth recuerda que primero se iniciaron en la música como solistas al cantar en festivales artísticos estudiantiles y participando en concursos de aficionados en su tierra natal, hasta que Adolfo Parra, un músico guayaquileño radicado en Pasaje, les enseñó a cantar a dúo, alternando la primera y la segunda voz.

“Casi siempre nos llevamos el primer lugar en estas competencias y eso llenaba de orgullo a mi mamá”, rememora emocionada Margoth, quien apenas terminó sus años de estudio en el colegio se mudó junto con toda su familia a Guayaquil, porque su progenitora les aseguraba que “aquí sí podíamos empezar una carrera como artistas profesionales”.

Luz María comenta que “como todo en la vida” nada es fácil al comienzo, pero lentamente la situación fue mejorando. “Más allá del talento que las personas veían en nosotras y como no había muchos dúos o grupos femeninos, eso ayudó un poco. La gente pedía algo fresco”, señala.

Ambas recuerdan que la primera vez que fueron contratadas para actuar una vez que se radicaron en Guayaquil fue en la hacienda La Clementina (Los Ríos) en donde compartieron escenario con Irma Aráuz, Tito del Salto, Fresia Saavedra, entre otros artistas.

“Ese día sí nos dio un poquito de nervios, pero una vez en el escenario nos pusimos a cantar y disfrutamos también del evento”, dice Luz María, tras asegurar que a pesar de los treinta años de carrera siguen teniendo nervios cuando salen al escenario.

“Cada público es diferente y uno nunca sabe cómo te van a recibir. Creo que eso les pasa a todos los artistas y siempre te da algo de temor, pero después que comienzas a cantar y ves que la gente te aplaude se te quita rápido”, manifiesta.

Ambas aseguran ser mujeres afortunadas porque han conseguido sobresalir en sus carreras y se sienten realizadas como madres.“No nos podemos quejar porque sí nos ha ido bien. Siempre hemos recibido el apoyo del público y tenemos a varios maestros en la música, que más allá de ser grandes artistas son nuestros amigos”, acota Margoth, quien además es docente en un colegio fiscal de la ciudad.

“Nosotras paralelamente a la música hemos realizado una carrera profesional, porque es como el complemente a nuestras vidas. Me gusta enseñar y estudiar. Actualmente sigo otra carrera universitaria”, dice.

Además puntualiza que le da mucho agrado cuando sus estudiantes se interesan por la música nacional y le preguntan sobre ciertas canciones. “Yo no tengo nada en contra de los ritmos modernos, pero creo que todos los jóvenes -más allá de escuchar a estos cantantes de ahora- también deben de interesarse por lo nuestro”, explica.

Sobre sus giras internacionales, estas hermanas han llevado los pasillos, el albazo, sanjuanito, entre otros ritmos, a varias ciudades de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Perú, siendo este último uno de los que con mayor frecuencia visitan, incluso han ganado premios en festivales internacionales.

Comentan que tienen “un montón” de anécdotas chistosas que contar. Entre ellas cuando por poco las raptan en la frontera con Colombia, porque les querían robar y la Policía tuvo que custodiarlas. Otra de las que recuerdan fue cuando viajando a una ciudad para dar un concierto el vehículo en el que iban sufrió un desperfecto y cinco hombres se bajaron de otro carro para ayudarlas. Margoth se asustó tanto que gritó y quería esconderse en medio del monte.

También fueron objeto de estafas. En Perú en cierta ocasión un promotor no les pagó y tuvieron que permanecer en ese país un mes trabajando en una feria para poder pagar el hotel y el de sus compañeros artistas. “Son gajes del oficio y estas cosas pueden pasar, pero eso no nos desanima porque amamos la música nacional y mientras tengamos aliento la seguiremos cantando con el corazón”, acota Margoth.