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El Telégrafo
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Daniel Sais / tecladista de Soda Stereo entre 1987 y 1989

"Jugábamos naipes y monopolio durante los viajes de gira en bus"

"Jugábamos naipes y monopolio durante los viajes de gira en bus"
Foto: Cortesía
24 de julio de 2016 - 00:00 - Marco Antonio Piza

—“¿Cuántos temas de Soda te sabés?” —preguntó Gustavo Cerati aquel 1 de marzo de 1987. —“Todas” —respondió el entonces veinteañero Daniel Sais.

El ahora fallecido líder de Soda Stereo necesitaba un tecladista para la gira Signos. Sais, quien desde 2003 reside en Ecuador, acudió a la audición por sugerencia de un amigo de quien prefirió guardar su identidad.

Cerati le pidió que tocara las 18 canciones que estaban colgadas en la pared del estudio en Buenos Aires, Argentina. Eran las canciones de los long play Soda Stereo (1984), Nada personal (1985) y Signos (1986).

—“Si es por mí, ya estás adentro, pero debo igual consultarlo con los demás”— le dijo Cerati a Sais después de escucharlo tocar las canciones que le pidió.

Luego de 29 años de aquella anécdota, Sais está listo para irse de gira con Soda Eterno (el show  que él organiza  para celebrar su ingreso al trío más famoso del rock argentino). El tour empezará en agosto en Quito y continuará por ciudades ecuatorianas, además se extenderá a México.

Sais, quien estuvo en la banda hasta 1989, repasa su aventura con Cerati, ‘Zeta’ Bosio y Charly Alberti.

¿Cómo fue su preparación para la audición?

Siempre fui un tipo muy meticuloso y comencé a conseguir videos de shows en casetes. Era complicado porque solo los tenían los coleccionistas. Era el material para tocar las versiones que Soda hacía ‘en vivo’. Yo sabía que no tenía que aprenderme las versiones de los discos. Mi razonamiento fue sencillo, pues Soda era un grupo ocupado, y no tenía el tiempo de preparar a un músico. Tenía que saberme bien los temas porque si a ellos se les antojaba podía salir a tocar al día siguiente.

¿Cuándo debutó con la banda?

Mi primer show con Soda fue en Asunción, Paraguay, en abril de 1987.

¿Cómo eran las personalidades de Cerati, Zeta y Charly?

Gustavo era el líder absoluto de todo. Marcaba el rumbo de la banda. Charly Alberti y Zeta eran el apoyo. Tenían temperamentos más relajados. Si bien Gustavo tenía su carácter fuerte, era un líder que en las decisiones necesitaba el ‘Ok’ de sus compañeros. Mi papel en la banda fue darle un colchón musical para obtener armonía en vivo. No hay que olvidar que en un trío, la guitarra es la armonía y cuando Gustavo quería jugar con este instrumento recurría a la base armónica que hacía yo con el teclado.

¿Cómo fue grabar el álbum Ruido Blanco (1987) mientras estaban de gira por Latinoamérica?

Mientras tocábamos en vivo, el disco se grababa. Sabíamos que no era el proceso normal de grabación y lo que se rescata es justamente esa euforia. Era algo orgánico que solo tienen los conciertos. Luego, uno puede elegir. En ese tiempo la tecnología no era como ahora. Fue grabado en 16 canales, y con una máquina que debíamos llevar a todos lados. Ruido Blanco se publicó en septiembre de 1987, con conciertos ese año en Argentina, Perú, Chile, México y Venezuela.

¿Tuvieron dificultades?

Hubo un concierto en Venezuela. Habíamos terminado de tocar y grabar en el Mata de coco, en Caracas. El sonidista, Adrián Taverna, nos dijo sorprendido que “no se había grabado nada” y Gustavo propuso: “Bueno, salgamos de vuelta”. Pero ya no había casi nadie en el sitio. Salimos otra vez al escenario medio vacío y tocamos medio show. Era necesario para tener más material. Es interesante porque en esas grabaciones igual se aprecia la euforia del show en vivo, los aplausos de unas pocas personas que se habían quedado.

¿Cómo surgió la participación de Carlos Alomar en la producción del álbum ‘Doble Vida’ (1988)?

Gustavo era un fanático de David Bowie, y Carlos Alomar era uno de los guitarristas de este artista británico. Casualmente en Nueva York, Cerati había ido a una tienda llamada Rudy’s Music Stop, que quedaba en la calle 48 de esa ciudad. La tienda era de un argentino conocido como ‘Rudy’. Cerati fue allí para comprar guitarras. Allí se encontró con Carlos Alomar, lo saludó y le dejó un disco. Poco tiempo después, Alomar lo llamó y se mostró interesado en producir a Soda Stereo.

¿Cómo definiría a este disco descrito por la prensa como el disco ‘neoyorquino’ de Soda?

Doble Vida es un disco muy diferente a los anteriores de Soda. Tenía menos rock y más funk. Era glamuroso y fashion. Poseía una armonía más compleja, aunque ya se venía jugando con esas ideas en Ruido Blanco. En cambio, con Canción Animal (1990) Soda vuelve al rock.

¿Cómo fue trabajar con él?

Alomar fue un tipo simpático, gran músico, que nos motivaba a hacer cosas complicadas. Pero la producción originaria es de Gustavo. Yo también aporté con muchos arreglos en los temas de Doble Vida.

Claro, usted participó en la composición del tema ‘Languis’. ¿Qué significa ese vocablo?

Es un ‘juego de palabras’ basado en el tango argentino. El ‘langa’ significa un galán, pero al revés. El lunfardo o la jerga argentina consistía en hablar al revés. Por ejemplo, ‘nami’ en lugar de ‘mina’, que es como se llama a las chicas.

Entonces ‘langa’ es galán y en ese idioma nuestro es un ‘langui’. La canción comenzó a surgir, por improvisaciones. Gustavo hizo unas bases de guitarra y yo le metí algo armónico más jazzero y de funk.

¿Cuánto duró el proceso de grabación de Doble Vida?

Un poco más de un mes. Eso fue en junio de 1988. Me acuerdo que hacía mucho calor. Grabábamos todo el día sin parar. Esa etapa la pasé en la casa de un amigo que había conocido en Argentina y vivía en Nueva York. Él me había dicho “andá a mi casa”. Yo fui, pero de casualidad no estaba, aunque me recibieron su mamá y su hermano. Mi amigo era Tomás Cookman, que con el tiempo se convirtió en uno de los grandes productores de la música latina de Estados Unidos. Fue manager de Los Fabulosos Cadillacs.

¿Dónde quedaba el estudio?

En el Barrio Chino de Manhattan. Yo me iba caminando o tomaba el metro que en dos paradas me dejaba cerca. El resto de Soda estaba en un hotel cerca del Central Park, un poco más lejos.

El estudio Sorcerer Sound era analógico, de muy alto nivel, pero comparado con la tecnología de hoy no es nada. El dueño era un ‘gringo’ del que no recuerdo su nombre. Era un maniático de la electrónica que pasaba metido en su taller.

Alomar nos presentó al propietario del estudio cuando llegó de visita. Nos presentó como la banda más exitosa de Latinoamérica, como rock stars. El tipo solo nos miró de pies a cabeza. Como lucíamos melenas alborotadas exclamó: ‘ohhh, son hippies’. Se dio la vuelta y se fue.

El disco Doble Vida fue presentado en julio de 1988, en el club Tunnel de Nueva York, pero fue oficialmente lanzado en septiembre del mismo año. La gira de Doble Vida, que recorrió Estados Unidos, México, Colombia y Argentina, fue un poco más tranquila que la de Ruido Blanco, según Sais.

¿Cómo se dio tiempo para ir de gira y musicalizar el filme argentino Alguien te está mirando (1988)?

Fue al final de la gira. Cuando regresé a Buenos Aires me llamaron para la película. La idea no era componer. Llegué al estudio, pusimos un proyector, y yo armé un set de teclados, mientras tocaba ‘en vivo’ sobre las imágenes que veía. De hecho, yo lo quise hacer así.

Era una película de terror, clase ‘B’, y un poco gore, es decir, sangrienta. La música, no está compuesta. Más bien es tocada o improvisada sobre las imágenes en tiempo real. Me tomó como una semana. Primero vi la película para las primeras ideas. Lo lógico era que ya supiera lo que iba a pasar, pero yo quería que tuviese esa cosa orgánica, con el valor de la primera intención.

¿Cuántas veces la ha visto?

Muchas veces, pero ahora hay cosas que me dan risa. Además de la música, el soundtrack incluye temas de Soda Stereo, como ‘En el borde’, y de la banda ‘Los Violadores’.

Volviendo a las giras, ¿cómo eran los viajes con Soda Stereo?

Hubo varios viajes en avión y muchísimos en bus. Estos eran bien largos en los países. En México hicimos casi unos 14.000 km en 3 buses, divididos entre músicos, sonidistas, y el personal técnico. Casi 20 personas.

Con tanto tiempo, ¿qué hacían durante esas horas?

Jugábamos naipes y también Monopolio, pero siempre ganábamos Gustavo y yo. Un día Gustavo dijo: “No podemos jugar más al Monopolio, es aburrido. Sais gana porque es un nerd y yo porque soy una mala persona”. Y no volvimos a jugar. Siempre recuerdo eso.

¿Cómo era el proceso de composición de Cerati? ¿Escribía en las giras?

Gustavo escribía algunas canciones dentro del estudio. A él le gustaba mucho la lectura y el cine. Quizás ahí iba almacenando cosas, y luego se encerraba para armar un disco.

En ese tiempo, ¿quiénes eran los más allegados a la banda?

Siempre fueron Adrián Taverna, el sonidista, y Alfredo Lois, que hacía los vídeos. Ellos eran muy cercanos al grupo. Lois falleció en 1998 por cáncer al pulmón. Tenía 39 años. Él era director de los videos de ‘Cuando pase el temblor’ (1986) y ‘En la ciudad de la furia’ (1989), con los que recibió menciones internacionales. También desarrolló los conceptos de la imagen y presentación visual de la banda. Lois conocía a Cerati y a Zeta desde la época universitaria, a inicios de los ochenta, por eso era muy allegado a nosotros.

En las giras, ¿había tiempo de conocer las ciudades?

No había tiempo. Era una ciudad por día, pues se tenía que hacer pruebas de sonido, rueda de prensa, algo en televisión y a la mañana siguiente uno se iba.

¿Qué recuerda de Ecuador en la primera tocada de Soda Stereo en julio de 1987?

En esa época no conocía nada de Ecuador. Ni siquiera a un ecuatoriano, hasta que llegué. El concierto de la (Universidad) Católica es el más recordado porque hubo mucha filmación dando vueltas. En esa época Gustavo solo viajaba con una guitarra y justo se le rompió una cuerda, de inmediato alguien le prestó una. No recuerdo exactamente quién fue. Creo que era una guitarra de Cristian Merizalde o de Rafa Peralta, que tocaba en Clip. Lo que sí recuerdo es que era de marca Ibanez, con N. Debe haber sido uno de los pocos conciertos de Soda que fue durante el día y al aire libre, incluso lloviznaba. En esos días había una ordenanza que obligaba a los artistas a ofrecer un concierto gratuito. El pagado fue en el coliseo Voltaire Paladines Polo.

¿El grupo tenía cábalas antes de salir a tocar?

¡Ufff! ¡Millones! Como todo argentino, somos recontra supersticiosos. Por ejemplo, antes de tocar era imposible vestir de amarillo. Además había cierta gente conocida nuestra que no podía mencionarse porque era ‘mufa’, o sea, de mala suerte. No diré el nombre, pero una vez una cantante argentina muy conocida en los años 70 iba a ir a vernos y justo era ‘mufa’. Adrián dijo: “Yo no hago el show si ella viene”, pero también hay los ‘antimufa’, que se los nombra y se elimina la mala suerte. Era una estupidez durante las giras, por eso en el teatro te dicen: “Que te rompas una pierna” porque desear ‘suerte’ es de ‘mala suerte’.

¿Qué teclado usaba durante su paso con Soda?

Comencé con 3 teclados. Un órgano y sintetizadores. Eran marca Sony y Roland. Para cuando me fui ya usaba como 9. Entre Casio, Roland, y Sony. Era un arsenal bien grande.

¿Cómo era la relación con los fans? ¿Enviaban cartas a mano (no había correo electrónico)?

Sí, se recibían montones de cartas. Pero en Argentina, los fans iban a la casa y tocaban el timbre. Yo me pasé casi 3 años sin atender el teléfono porque era insoportable. Tenía un contestador de llamadas en casete, que cuando sonaba me quedaba esperando un rato, y bueno, a veces era mi mamá. Ahí sí respondía.

¿Y el acecho de las chicas durante las giras en plena ‘Sodamanía’?

¡Claro, siempre fue así! Se colaban. Llamaban por teléfono a las habitaciones, nos arrojaban cartas, sostenes. Hasta una cámara de fotos me lanzaron una vez. En Perú era costumbre echar zapatos al escenario como señal de cariño. Había que estar alerta para no recibir un zapatazo en la cara.
Después pasaban a buscarlos por el escenario.

¿Y eran solo ‘fans’ o chicas de la farándula?

En esa época había de todo. Entre fans incondicionales, las que solo querían figurar, groupies (las que buscaban intimidad sexual), wannabes (entiéndase como las chicas ‘lo que sea’) y más.

En 1989 se retira de Soda, ¿cuál fue la razón?

Mi hijo Cristopher estaba por nacer y yo debía salir de gira. Decidí salirme porque ese fue un acontecimiento importante en mi vida.

En 2007 Sais llevaba 4 años residiendo en Guayaquil. El concierto fue el 27 de octubre en el Estadio Alberto Spencer y fue invitado a tocar con la banda el tema ‘Prófugos’ ante 40 mil personas.

¿Cómo fue el reencuentro con sus excompañeros de Soda en 2007 durante la gira Me verás Volver?

¡Fue increíble! También fue muy diferente a la gira que hicieron 10 años antes en 1997 para el disco doble El último Concierto, en el estadio de River Plate. En esa época la banda se estaba disolviendo. El show de 2007 fue una fiesta porque era el regreso esperado. Todos estábamos felices, mayores y muy nostálgicos.

Luego del fallecimiento de Cerati, ¿cómo es su relación con el resto de integrantes de Soda: ‘Zeta’ Bosio, que recién publicó el libro Yo conozco ese lugar, y Charly Alberti?

Muy buena, un poco más con Zeta. Él puso cosas divertidas en su libro, algo como que había que tener ‘muchos huevos’ para ocupar el lugar de Fabián Von Quintiero (anterior tecladista). En ese tiempo yo era un pibe. (I)

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Caio Arancio es el vocalista invitado

Gira con Soda Eterno empezará el próximo 5 de agosto en Cumbayá

Para las 21:00 del viernes 5 de agosto está previsto el primer concierto de Soda Eterno, el show de  Daniel Sais para conmemorar sus 30 años de haber ingresado a Soda Stereo (aunque en realidad los cumplirá en marzo próximo).

El show, que marca el inicio de una gira nacional e internacional se realizará en Quorum Quito, en Cumbayá, donde reside el tecladista, productor y docente argentino.   

Además de Sais tocarán su compatriota Caio Arancio, quien en su país es conocido por imitar al fallecido vocalista y guitarrista Gustavo Cerati. El bajista Gabriel Moreano, de Time Project Band; el guitarrista Pablo Estrella, ex-Cruks en Karnak; y el baterista Juan Carlos Macio, quien tocó con Sais en Dynamo.

Sais aclara que no será un tributo sino su propio show con 25 canciones. (I)

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