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Daniel Sais: “Cerati es un extraterrestre” (Video)

Foto: Andrés Darquea.
Foto: Andrés Darquea.
09 de julio de 2014 - 00:00 - Daniela Moina /Quito

Los tiempos de Soda Stereo ya pasaron, pero el legado musical que dejaron de la mano de Gustavo Cerati son imperecederos. Si bien es cierto que la banda siempre estuvo representada por Cerati, Héctor ‘Zeta’ Bossio y Charly Alberti, también hubo más gente detrás de tanto éxito.

Uno de ellos fue Sais, quien estuvo entre 1987 y 1990, una de las épocas más gloriosas del conjunto rockero. Las nostalgias y las anécdotas de los años pasados y que no volverán no han detenido al músico y productor, quien ha encontrado en el país un nicho joven y amplio en el ámbito musical.

Residente durante 10 años en Guayaquil y hace 2 en Quito, cuenta que todo fue una buena casualidad. Ahora no piensa dejar el país, puesto que no se le ocurre otra vida en otro lugar porque se siente como en casa.

Ahora, a cargo de la producción del disco de Gabriela Obando, también alista nuevos proyectos, entre ellos el de la película ‘Dinoterra’, de la que realizó el doblaje junto a varios artistas y locutores ecuatorianos.

¿En qué discos de Soda Stereo participó?

Fui parte de ‘Ruido blanco’ en 1987, ‘Doble vida’ en 1988 y ‘Languis’ en 1989. También estuve en el tour ‘Me verás volver’, que pasó también por Guayaquil en 2007. Era la época de las giras largas por Latinoamérica.

Además de tocar los teclados, ¿qué otras funciones tenía?

Bueno, mi trabajo siempre ha sido dentro del estudio y los arreglos musicales.

¿Qué se siente haber hecho parte de algo que trascendió tanto el rock latino?

En su momento fue muy impresionante, porque salí de los estudios de grabación a los grandes escenarios. En ese tiempo no me di cuenta de la trascendencia, han pasado treinta años y la gente sigue hablando de lo que hicimos. No imaginé ver grupos de tributo tocando las cosas que inventé yo. Eso es emocionante.

¿En ese momento le dio la importancia que tuvo?

No... ese rato lo disfrutás y ya, pero ahora por ejemplo escucho ‘La ciudad de la furia’, que se ha convertido en una de las insignes de Soda y no me lo puedo creer.

¿Fue cercano a Gustavo Cerati?

La verdad es que Soda Stereo nunca fue tan cálido, era bastante profesional y Gustavo era muy serio. Más bien fue con Zeta con quien tuve más acercamiento. Aunque después de estar juntos durante meses es imposible no acercarse. Luego nos acercamos un poco porque mi padre -que tenía una óptica- le fabricaba los lentes a Gustavo y a su familia.

¿Cómo definiría el trabajo con Gustavo?

Ese hombre es un extraterrestre. Nunca he visto tanta concentración y focalización, todo lo tenía calculado en su mente. Por ejemplo, se daba cuenta si una luz no se prendía en el momento indicado. No sé cómo podía cantar, tocar, sonreír a la gente y darse cuenta de esas cosas. Es un nivel de trabajo impresionante.

¿Sintió admiración por él?

Claro, tiene un nivel de profesionalismo increíble, algo que yo no podría lograr. Es uno de los artistas que más he admirado en mi vida.

Ha pasado varios años inconsciente, ¿siente nostalgia de su ex compañero?

Da tristeza, pero hay que entender que lo que le pasa a Gustavo es muy normal, le pasa a todo el mundo, no es por el ritmo de vida que llevaba.

Te hace pensar en que la vida que llevas debe tener sentido y pensar en lo que se deja de legado.

No puedo decir: pobre Gustavo, pobres nosotros que seguimos aquí y debemos seguir luchando.

Fue parte de Serú Girán en 1992. ¿También admiró a ese grupo?

Serú Girán había sido la banda de mi adolescencia. Un día me paré en la puerta de un restaurante que me dijeron donde iban a comer y nunca llegaron. Imagináte estuve desde las 9 de la noche hasta las 2 de la mañana. Después de los años me llamaron a tocar con ellos, me moría de la emoción.

¿Cómo fue su participación con ellos?

Fui parte del ‘staff’ técnico del disco del regreso ‘Serú 92’ y en el 1990 toqué en vivo con David Lebón, guitarrista líder y vocalista de Serú Girán, un disco que se llama ‘Contactos’. Yo toqué la parte de Charly García en ‘Seminare’. No tenés idea, me temblaban las piernas.

Son sueños de adolescencia hechos realidad. ¿Alguna vez se lo imaginó?

Para nada, es más las cosas han ido sucediendo en mi vida como a Forrest Gump. Por ejemplo también participé en la grabación del disco ‘Octubre’ de los ‘Redonditos de Ricota’, otra de las legendarias bandas argentina, y fue el más emblemático, pero yo fui incluso enojado porque me hicieron asistir a horas de la noche, ahora es una emoción tremenda. Pero en ese momento ni ganas tenía de ir.

Ha sido docente y productor en el país. ¿Cómo evalúa la producción nacional rockera del país?

Aún falta mucho, lo que ha crecido vertiginosamente es el pop. El pop ecuatoriano está a nivel internacional, la vara de medida ha cambiado compararse con artistas como Mirella Cesa o Juan Fernando Velasco es otro nivel. En el campo del rock, la historia es aún muy diferente, no encuentro bandas de rock que me den esa sensación, aunque ya hay algunas propuestas.

¿Qué ejemplos podría dar?

Las bandas de Guayaquil tienen propuestas interesantes como Cadáver Exquisito, Los Niñosaurios, Luis Rueda, Ricardo Pita... tienen un nivel de creatividad más interesante.

¿Qué se necesita cambiar?

Los artistas están demasiado influido por la universidad. Piensan mucho en las escalas y los sonidos, pero se quedaron en la materia de creatividad. Pero es un tema de tiempo, empezarán a olvidarse de las lecciones y tocarán con el corazón. Poniendo como ejemplo a Cerati, él le debe su éxito a su corazón, porque tocaba desde allí.

Y en Argentina, ¿cómo está la producción joven?

Floja, muy floja. Argentina ha caído mucho en la producción nacional, pasa por un momento raro, incluso socialmente. Y este ya no es un problema de madurez porque ya son 60 años de industria musical en este género. Ecuador va en ese camino, está caminando para hacer historia en la música, el público es joven también. No puedo comparar porque las realidades son diferentes.

¿El público estará preparado?

El ecuatoriano no confía en sus artistas, no quiere acompañarlos. Viene cualquiera de afuera y llena un estadio, solo porque invirtió más dinero aunque la calidad sea menor. Pero las cosas van cambiando de a poco. Ya se cocina una industria musical.

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