Las obras del reconocido artista quiteño Luigi Stornaiolo cambiaron la vida de Emilio Seraquive, quien desde adolescente tuvo la oportunidad de apreciar los trabajos de este pintor, y fue justo en ese momento en que decidió hacer del arte una forma de vida.

Comenzó a pintar acuarelas hasta perfeccionar su técnica en trabajos más estéticos. Luego de sus estudios tradicionales dedicaba mayor parte de su tiempo libre a investigar sobre las corrientes y técnicas de los grandes maestros del arte.

Al igual que Stornaiolo, Francisco de Goya, Rembrandt y Francis Bacon, quienes se inspiran al momento de hacer sus creaciones, Seraquive también lo hace en cada uno de sus trabajos, aunque estos actualmente brillan con luz propia.

Por ello sus cuadros han sido exhibidos en dos exposiciones individuales y otras colectivas en su natal Loja. A inicios de este año, el artista, de 30 años, decidió que ya era tiempo de llevar sus cuadros a otros rincones de la Patria como antesala a su internacionalización artística.

Sabía que el Salón de Octubre, que organiza la Casa de la Cultura del Guayas, es una puerta abierta para hacerse conocer y por ello decidió participar. Su crítica a la manera cómo “el hombre destruye su propio entorno en varios aspectos de la vida” sirvieron de inspiración para crear ‘Psicosis existencial’.

Con este trabajo, el artista “revela el estado mental caótico de la pérdida de la conciencia por las cosas que importan para la vida”, comenta. Además, asevera que “el ser humano es su propio depredador y no se da cuenta de ello -o no  quiere hacerlo- por lo que vive en una completa psicosis existencial”.

Y fue precisamente esta reflexión la que le permitió ganar el primer lugar del prestigioso concurso artístico, que llegó a su edición número 54, ya que el jurado sentenció que esta obra tiene “coherencia entre concepto y representación de los valores plásticos como composición, color, fuerza expresiva y manejo en la resolución de la obra. Asimismo plasma una vivencia, que es un campo abierto de respeto al espectador”.

El artista asegura sentirse halagado con la distinción recibida porque “en Guayaquil hay una corriente artística muy importante, dándosele cabida a todas las expresiones y corrientes sin diferenciaciones”.

La obra de Seraquive Valarezo se exhiben desde hoy, al igual que los 19 trabajos finalistas, a partir de las 19:30, en la pinacoteca Manuel Rendón Seminario, y estará abierta al público hasta fin de mes, de martes a viernes, desde las 10:00 hasta las 18:00, y los sábados, de 10:00 a 15:00. La entrada es gratuita.

El segundo lugar del Salón recayó en Marcel Moyano Mera, con la obra ‘Postales’, un óleo sobre lienzo. El jurado sustentó este premio en “la interrelación entre el concepto y su representación plástica. Fundamentalmente porque adopta un enfoque frontal muy trabajado, de manera clásica, que se interrelaciona con las imágenes, en una simbiosis entre lo antiguo y moderno, y entre fondo y forma”.

El premio Revelación fue para  Jhonald Delgado Troya, con la obra ‘Mil artistas en una obra’, con la técnica óleo sobre lienzo. El jurado se decidió por esta obra “por el tratamiento de la luz y la gesticulación de los personajes, además de la expresividad de los rostros. La correspondencia entre el texto literario y la representación plástica compositiva que se resalta en expresividad.”

Las tres menciones de honor fueron para los artistas César Augusto Guale Vera, por la obra ‘Si estoy en vida y me sepulta la pintura, es como estar muerto’; Jacqueline Villamar de la Cruz, por la obra ‘Proyecto de restauración en paisajes urbanos’; y para el estadounidense, residente en Quito, Howar Ira Taikeff Sorkin, por la obra ‘Nocturna’.

Félix Aráuz

El jurado de premiación estuvo conformado por Xavier Puig, Inés Flores y el maestro Félix Aráuz, quien exhibió dos pinturas en la Unión Panamericana, en Washington DC, y en la galería Kromex en Nueva York. Ambas exposiciones fueron consideradas notables.

En 1971 Aráuz obtuvo el Gran Premio del Salón de Julio en Guayaquil. En 1987 viajó a Basilea, Suiza para exponer junto a su amiga Eloísa Melo.

A partir de ahí, Aráuz viajó a Bruselas y exhibió con Víctor Mideros. Aráuz ha sido profesor en la Escuela de Bellas Artes desde 1966 y continúa pintando en su taller en Guayaquil.