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Fassbender, un Steve Jobs que suena a Oscar

Los cambios en su apariencia física constituyen otro plus para este actor en su contienda por un Oscar.
Los cambios en su apariencia física constituyen otro plus para este actor en su contienda por un Oscar.
Foto: Internet
26 de diciembre de 2015 - 00:00 - Redacción Agencias

Este fin de semana llegó a las salas de cine ecuatorianas Steve Jobs, el biopic definitivo del carismático genio de Apple. Una cinta nada convencional protagonizada por un imponente Michael Fassbender, entregado física y mentalmente a la difícil pero fascinante tarea de dar vida al hombre que, en palabras del propio actor, “cambió nuestras vidas”.

Con guión de Aaron Sorkin -ganador del Oscar por el libreto de La Red Social- y dirigido por Danny Boyle -que se alzó con el premio de la Academia por la multipremiada Slumdog Millionaire- Steve Jobs pone ahora en la órbita de la preciada estatuilla a Michael Fassbender.

Gracias a su poderosa encarnación del cofundador de Apple, su nombre es uno de los que más suena para alzarse con el Oscar como mejor actor protagonista, junto con candidatos como Leonardo DiCaprio, Tom Hardy o Eddie Redmayne, el último ganador que también aspira a repetir triunfo con La chica danesa.

Y en su asalto al Oscar, Fassbender -que está ya entre los nominados como mejor actor del año en premios tan prestigiosos como los del Sindicato de Actores de Hollywood (SAG) o los Satellite Awards- cuenta con varios ases en la manga. El primero, la transformación física a la que se somete para encarnar a Jobs, especialmente en el tercero de los tres actos que presenta el arriesgado y trepidante guión de Sorkin.

Una baza nada desdeñable de cara a la cita del próximo 14 de enero, cuando se anuncien los nominados a los Oscar, teniendo en cuenta la predilección que los académicos ya han mostrado en el pasado por actores que se sometieron a cambios radicales para interpretar a su personaje.

Ahí están los oscarizados casos de Elizabeth Taylor en ¿Quién teme a Virginia Woolf?, Robert De Niro en Toro Salvaje, Nicole Kidman en Las Horas o Charlize Theron en Monster. De hecho, el ejemplo más reciente lo encontramos precisamente en el último ganador del Oscar al mejor actor protagonista, Eddie Redmayne, que conquistó la estatuilla con su increíble transformación en Stephen Hawking en la cinta La teoría del todo.

Pero más allá del aspecto físico, las grandes fortalezas de Fassbender -nominado al Oscar como mejor actor de reparto hace un par de años por su papel en 12 años de esclavitud- son la colosal dimensión de su personaje y, sobre todo, su potente y vigorosa actuación.

En cuanto al primero de estos elementos, la importancia de una figura como Jobs y lo que supuso para el mundo en el que vivimos hoy en día, el propio Fassbender no duda en referirse al cofundador de Apple como “el hombre que cambió nuestras vidas”. “Cambió la forma en que funcionaba el mundo, la manera de comunicarnos e interactuar, de ver cine, de escuchar música e incluso de hacer compras”.

En todo caso, destaca Fassbender, el guión de Sorkin no huye de los aspectos menos amables de la figura de Steve Jobs, conocido también por no ser un hombre de trato fácil, ni con su familia ni con sus colegas ni, por supuesto, con sus empleados.

“Creo que había elementos maquiavélicos en Steve Jobs. Puede que algunos aspectos de su personalidad fueran crueles. ¿Realmente era necesario tratar a la gente así? Puede que no. Pero la personalidad y los logros van unidos”, opina Fassbender, quien subraya que hay veces en las que es necesario “provocar y manipular” para seguir avanzando, para no quedarse atrás. “Tenía una visión, y pasó unos 40 años persiguiéndola; me parece toda una hazaña”, afirma el actor.

Una técnica que -reconoce- en el mundo del cine también utilizan muchos realizadores para sacar lo mejor de sus historias y, cómo no, de sus actores. Precisamente eso, lo mejor que tenía Fassbender, fue lo que consiguió sacar Boyle con su ritmo frenético durante el rodaje de la película.

El director admite que exigió mucho a Fassbender y que su respuesta ante el reto fue admirable. “Nunca había trabajado con un actor que hiciera el recorrido que realizó Michael con semejante ferocidad de entrega”, afirma Boyle, quien, como curiosidad, señala que durante la filmación nunca vio a Fassbender repasar el guión, pese a que tenía que recitar cada día parrafadas comparables a los diálogos de ‘Hamlet’ o ‘El rey Lear’.

“Absorbió el guión de una forma que fue mucho más allá que aprenderse el papel. Nunca preguntó en qué momento debía decir una frase. Conocía el guión como si lo hubiera escrito, lo que dio a su interpretación una fuerza incomparable”. El director señala esa “increíble intensidad” que exhibe Fassbender como el punto más en común con su personaje, el empeño y entusiasmo que Jobs le ponía a todo lo que hacía.

“Eran casi 200 páginas de rápidos diálogos. El ritmo de Aaron es muy particular y pasé muchas horas solo trabajando con el guión”, recuerda Fassbender, que se sirvió de los muchos ensayos que durante el rodaje programó el director. “Se lo agradeceré eternamente, jamás habría podido filmar a esa velocidad sin haber ensayado antes”, admite el actor irlandés de origen alemán. (I)

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