De sus paredes aún se desprende la rusticidad de aquellos años cuando llegaban los turistas a tomarse unos tragos y compartir su recorrido por la ciudad. Los garabatos en sus muros, que no son más que firmas de quienes han pasado por ahí, son parte de ese toque rústico que llevó al bar Rob Roy a marcar la diferencia de otros y estar en una guía turística mundial de los años 90.

Luis Sandoval, uno de los clientes más asiduos del bar, cuenta que el bar ha tenido varias modificaciones desde que el escocés Ian Markland -su primer dueño- dejara el país y quedara en manos de otros administradores. “Aquí llegaban muchos extranjeros. Realmente se veían los mismos rostros de siempre, quizás por esa misma camaradería. De ellos, con pocos se mantiene contacto”, asegura.

Recuerda que antes el bar, cuyo piso tenía serrín y sus asientos sacos de lo mismo, “era muy vaquero”. “Ian era de los que todo lo que encontraba lo llevaba al bar y los colgaba como sogas, lámparas viejas. Esa era la atracción, para quienes entraban a tomarse unos tragos y conversar entre amigos”, agrega.

Y ese aire nada refinado es el que intenta rescatar Yvonne Velarde, quien hace seis meses se encargó del lugar que está ubicado en la VII etapa de la Alborada.

Precisamente aquello se nota por el sinnúmero de notitas jocosas y otras que hablan de declaraciones amorosas que están pegadas en una de las paredes. Del otro lado, en cambio un gran collage con los rostros de los mejores grupos de rock del 80 y 90 alberga casi todo el espacio del muro.

“Para mí es muy importante mantener esa línea que lo caracterizó tanto, porque al igual que Luis hubo varias ocasiones en las que junto a unas amigas no dejábamos de visitar el lugar. Por eso el que pise aquí no se olvida de poner su firma”, afirma.

Y es que Yvonne y Luis coinciden con que el bar es un lugar de encuentro entre amigos, para venir a recordar y salir de la bulla de la discoteca. Otra de las curiosidades que muestra el sitio y que probablemente en otros bares no se vea, es el comercio de pulseras, cadenas, camisetas con leyendas. “Aquí se le da la oportunidad a los artesanos y músicos independientes que buscan presentar su arte”, expresa.

Según su dueña, otra de las atracciones que tiene Rob Roy es el karaoke rock los días miércoles. “Aquí los amantes de este género pondrán a prueba sus dotes como cantantes con los temas de Enanitos Verdes, Los Hombres G y otras bandas”, indica.

También menciona la presentación de bandas independientes como Desacato, Tres atados, algunas de las que han pasado por ahí. “Lo que intentamos es impulsar tocadas con bandas nacionales desconocidas que llegan de diferentes provincias.

Para ellas es como su lanzamiento al estrellato. Por eso en el pequeño espacio del bar las presentaciones que se realizan son más unplegged”, manifiesta.

Añade que lo de las tocadas surgieron como un intento por rescatar a géneros como el heavy, trash metal, que con el transcurso de los años perdieron sus espacios. “Por eso hemos creado un día específico para esa cultura”, señala.

Para todos, Yvonne dice, existe un día especial. “Los martes se escucha baladas rock, los miércoles es karaoke rock, los jueves latinos, mientras que los viernes se oye todo tipo de rock de los 80, 90 y contemporáneo, los sábados, en cambio, es un rock mas fuerte”, menciona.

Es lo que propone el bar Rob Roy, donde su toque rústico se mezcla con la buena música de bandas roqueras.

NOVEDADES

El lugar está abierto de martes a sábado. No se cobra entrada sino el consumo. El próximo 25 de enero, Alfredo Noboa se presentará. Se prevé también la presentación de Lalo Wong.

A finales de enero una banda de Milagro de heavy metal será otra de las invitadas. El bar fue bautizado como Rob Roy en honor al héroe escocés que tenía ese nombre y del que incluso existe una película y un libro.