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El Telégrafo

Las victorias de Cuba

21 de diciembre de 2014 - 00:00

Cuba y Berlín eran las dos esquinas más tensas de la guerra fría. La caída del muro sacó a Berlín de esa condición. La normalización de las relaciones entre La Habana y Washington hace lo mismo con Cuba.     

Cuba siempre consideró que un gobierno demócrata en segundo mandato –cuando ya no dependía tanto de la colonia cubana en la Florida- era la chance más grande de que esa normalización se diera. Jimmy Carter no tuvo segundo mandato. Al final del segundo mandato de Bill Clinton, hubo intensificación de las acciones terroristas contra Cuba –incluso con una avioneta repartiendo panfletos sobre La Habana-, lo cual llevó a que Cuba abatiera una de esas avionetas, con la muerte de sus dos tripulantes y la aprobación de parte de EE.UU. de leyes todavía más duras del bloqueo.

Ahora, intermediado por otros factores –la prisión de un empresario norteamericano que llevaba materiales de comunicación a sectores de la oposición clandestina al gobierno y la campaña por la liberación de 3 de los 5 cubanos que todavía permanecían en las cárceles de EE.UU.– se confirmó la previsión: un presidente demócrata es quien protagoniza el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba.

La ruptura de relaciones y el bloqueo, hace ya más de medio siglo, eran instrumentos con los cuales EE.UU. consideraba que asfixiaría al nuevo gobierno cubano. Había un dogma hasta aquel momento según el cual: “Sin cuota, no hay país”, esto es, si EE.UU. dejaba de comprar la cota de azúcar cubano, el país se hundiría.

Cuando EE.UU. suspendió la compra del azúcar cubano, una parte de la burguesía del país cerró sus casas y se fue a Miami esperar la caída del régimen de Fidel Castro. Cuba sufrió duramente esas medidas. Todos los países latinoamericanos –a excepción de México, que mantuvo solo relaciones diplomáticas– hicieron lo mismo que EE.UU., rompiendo relaciones con Cuba, haciendo que para cualquier compra tuviera que apelar a algún país europeo.

Cuba tuvo que sufrir el intento de invasión de 1961, el cerco naval de 1962, cantidad innumerable de acciones de terrorismo, de intentos de asesinar a Fidel Castro, sanciones económicas que bloquean su capacidad de desarrollo económico. Pero Cuba logró resistir.

EE.UU. no contaba con que la URSS lo sustituyera,  comprando el azúcar cubano, además de proveer el petróleo que Washington también dejaba de entregar a la Isla. La inolvidable imagen de un inmenso buque soviético, con la hoz y el martillo, entrando al puerto de La Habana, a 90 millas de los EE.UU., era un gesto de audacia que empezaba a romper el bloqueo a Cuba.

Con el paso del tiempo, países de América Latina fueron restableciendo relaciones con Cuba, primero diplomáticas, después comerciales, hasta que la situación se revirtió. Si Cuba estaba aislada al inicio del bloqueo, eran los EE.UU. los que pasarían a estar aislados, en las votaciones en Naciones Unidas, donde desde 1992 pasaron a contar apenas con el apoyo de Israel y de alguna islita lejana en contra de las abrumadoras votaciones de condena del bloqueo. El aislador se volvía aislado.

Ahora, a la vez, Cuba logra dos grandes victorias en un solo día: resiste al bloqueo, rompe el bloqueo, no cede para nada frente a las amenazas y ataques de la más grande potencia imperial de la historia de la humanidad, logra el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, en los términos que siempre ha planteado, con el respeto entre iguales, como naciones soberanas e iguales. Y, a la vez, logra el retorno de los 5 cubanos que estaban presos en EE.UU.  

Entre los temas de las densas discusiones que se desarrollarán a partir de ahora estará seguramente Guantánamo. Ese pedazo del territorio cubano apropiado por EE.UU. cuando desembarcó en Cuba con el pretexto de pacificar el conflicto entre la Isla y España, cuando Cuba estaba cerca de expulsar a los antiguos colonizadores y volverse independiente. La apropiación de Guantánamo estuvo en el marco de las sanciones impuestas a España, junto con Filipinas y las Islas Gwan.   

Lo que debiera ser una ocupación de un siglo impuesta por los EE.UU., se ha vuelto permanente –al contrario del Canal de Panamá, que volvió a la soberanía panameña. Como base militar Guantánamo no tenía ninguna importancia, pero permanecía como presencia soberbia de la potencia imperial derrotada por los cubanos. Hasta que recién se ha vuelto la vergonzosa prisión fuera de cualquier cobertura jurídica internacional para que EE.UU. procediera a los salvajes tratamientos que dio a los acusados de terrorismo.  

Ahora no hay ninguna razón más para que Obama no transfiera los más de 160 presos que todavía quedan, cierre la base naval y devuelva a Cuba el territorio que pertenece por todo derecho a la Isla. Ahí sí se habrán normalizado totalmente las relaciones entre Cuba y los EE.UU.      

Obama tuvo que confesar que la estrategia norteamericana de intentar asfixiar a Cuba por el bloqueo económico y el asedio terrorista, ha fracasado. Los dos países vuelven a tener relaciones diplomáticas, el inmenso edificio volcado hacia Miami, en el Malecón habanero, abrigará de nuevo a un embajador de EE.UU., mientras que Cuba tendrá, en el mismo sitio de hace décadas, en Washington, un embajador. Se cierra la última página de la larga guerra fría de la segunda posguerra. A lo mejor empezamos otras, con carácter y dimensiones distintas, pero aquella ahora está definitivamente cerrada. Y de la mejor manera posible para Cuba y para todos los que le apoyaron en contra del injusto bloqueo.

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