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Ecuador, 19 de Mayo de 2025
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El Telégrafo

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Los partidos de Ecuador en Quito tienen otros protagonistas fuera del campo de juego

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Separados por gradas y muros, o a escasos metros de la cancha, los expendedores del comedor, los vigilantes y los socorristas, echan mano de la imaginación para entender lo que pasa en el césped.

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Los vendedores del patio de comidas se percatan de los goles cuando el estadio Atahualpa vibra

Teresa Jácome y su nieta Karen Fabara forman 2 de las 3 generaciones que mantienen viva la tradición de los sánduches del estadio Atahualpa. Teresa comenzó en el estadio El Arbolito. Foto: John Guevara / El Telégrafo

El himno de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) suena a lo lejos. Los pocos compradores que quedan aceleran las cucharadas sobre sus platos o los sorbos de sus bebidas. La música alerta a todos de que el partido está por comenzar.

Roberto Salas (33 años), uno de los comerciantes del patio de comidas del estadio Atahualpa, celebra junto a Paúl, su hermano menor, que los canales de televisión, dueños de los derechos de transmisión de las eliminatorias, pasarán el cotejo Ecuador-Venezuela para Pichincha.  

- ¡Abrieron la señal, abrieron la señal!

- Bueno, para ver algo por lo menos.

Ambos ocupan uno de los puestos del patio de comidas del escenario y siguen las incidencias del cotejo a través de un viejo televisor de 12 pulgadas. Más allá, otras vendedoras le alzan el volumen a las radios.

Pese a estar en las entrañas del ‘Coloso del Batán’, sus obligaciones y los guardias de acceso a los graderíos les impiden seguir los encuentros en vivo y en directo. Bien podrían hacerlo, pues mientras los duelos se desarrollan, casi nadie se acerca a comprar. A tiempo que un relator radial narra un avance por la derecha, en el que Renato Ibarra deja el balón servido a ‘Felipao’, Roberto le da vueltas a la guatita, uno de los platos típicos que vende junto a sus hermanos Paúl (28 años) y Álex (25 años). Todos crecieron en medio del olor a hornado, llapingachos y empanadas de morocho, alimentos que ofrecen a los aficionados. Los tres constituyen la cuarta generación dentro del negocio; la pionera fue su bisabuela Rosario Michelena (+), que comenzó las ventas en el recordado estadio El Arbolito, predecesor del Atahualpa. “Ella dejó el secreto de las empanadas de morocho”, dice Roberto, mientras levanta la cabeza con orgullo. Por la sazón de su bisabuelita han pasado reconocidos personajes del balompié tricolor, entre ellos Fausto Carrera, Alfredo Encalada y Antonio Valencia.

Pero si de remembranzas se trata, a pocos metros, se encuentra doña Teresa Jácome (73 años), cuya historia con el rey de los deportes empezó en el estadio de El Arbolito, cuando tenía 10 años y ayudaba a su hermana mayor, Blanca (+), a vender frescos de naranjilla, hornado y empanadas de morocho. Todavía tiene en mente los partidos que en esos tiempos protagonizaban Aucas, Liga de Quito, Argentina (luego Deportivo Quito), Gladiador, España...

Tras casarse, para dedicarse de lleno al hogar, abandonó el emprendimiento, pero años después, volvió porque su esposo la dejó para irse a vivir a Estados Unidos. Sola, gracias a su esfuerzo, sacó adelante a sus 4 hijos, quienes la ayudaban en el negocio. “Desde mi regreso vendo café, no cualquier café, claro; el que hago es filtrado por chuspa y se acompaña con sánduches, que llevan mi crema especial que consta de pepinillos, pickles y queso holandés”. Con ella, apuraditas en la elaboración de los emparedados, están Anita Escobar (48 años), la tercera de sus hijas, y su nieta Karen Fabara (19 años), quienes le colaboran en el trabajo y no dejan ni dejarán morir el pequeño comercio. Karen, además, manifiesta que el encanto de mercadear en el estadio es vivir de cerca los compromisos de la Selección Nacional.

Otra que almacena memorias relacionadas con el balompié es Gladys Morales (57 años), vecina de Teresa, quien también ocupa uno de los puestos del principal punto gastronómico del Atahualpa. Rodeada por color del seco de pollo, el hornado, el menudo y las empanadas de morocho, relata que el establecimiento y el amor al fútbol los heredó de su madre, Clara Acurio (+).

Gladys, hincha declarada de El Nacional, sonríe al recordar los gritos de gol que marcaba el conjunto ‘criollo’. En noviembre de 1984, cuando el ‘Rojo’ conquistó el segundo tricampeonato, se escapó un ratito para observar la vuelta olímpica. Otro lindo momento es el que pasó hace 4 años, cuando la entrevistó el ‘Gringo’, personaje del programa cómico No-ticias. Algo que le parece relevante, es que a través de su labor genera empleo. Seis miembros de su familia y una persona particular trabajan en el comedor.

La calma en el recinto le indica que Ecuador aún no anota, cuando estas se concretan, el cemento vibra. Las vibraciones están a pocos minutos de llegar. (I)

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Los encargados de la seguridad le dan la espalda a los encuentros y se dejan guiar por los sentidos

Los integrantes que brindan seguridad durante los partidos de Eliminatorias deben vigilar el buen comportamiento de los aficionados durante los partidos de la selección nacional. Foto: John Guevara / El Telégrafo

El desborde de emociones que baja desde los graderíos no los conmueve. Los goles de la selección los celebran para sus adentros, pues la euforia está prohibida para ellos. Los elementos de seguridad, que observan el comportamiento de los aficionados en las gradas viven el partido de espaldas a la cancha y a pesar de que la tentación de voltear a ver el espectáculo siempre está, saben cómo controlarse.

En los partidos de Eliminatorias, entre 25 y 30 personas deben vigilar el comportamiento de los aficionados en las gradas y estar pendientes de cualquier acción peligrosa; por ejemplo, si hay intentos de agresión entre el público o lanzamientos de objetos al campo de juego.

Roberto Pantoja, de 48 años, fue uno de ellos y tuvo que observar a las gradas en la general nor-oriental. Los gritos de los aficionados, que celebraron los goles de Arturo Mina, Miler Bolaños y Énner Valencia contra Venezuela, lo pusieron al límite. “El corazón late más fuerte y la gente te transmite la emoción del gol. No podemos expresar de forma externa la felicidad de que la selección anote un gol, pero sí para nuestros adentros”, contó el aficionado de El Nacional, que labora hace 4 meses en la empresa que provee la seguridad en el escenario.

Los que están de espaldas al espectáculo perciben de otra manera las incidencias de cada partido. Saben que si los gritos van en aumento, se trata de un ataque de la selección; si las caras de preocupación aparecen, es una acción de peligro de los rivales y si viene acompañado de un silencio prolongado, el tanto fue a favor de los visitantes.

Tratan de cumplir a cabalidad su trabajo, pero muchas veces la pasión del fútbol es más fuerte. Unos segundos bastan para ubicar el balón y ver un poco del partido para algunos trabajadores, pero de inmediato se centran en su tarea principal. Sus sentidos se afinan para poder entender lo que sucede en el campo de juego, mientras supervisan que en las gradas lo único que exista es júbilo por lo que sucede en la cancha.

Ahora que ya no existen mallas entre las diferentes localidades del Atahualpa y el gramado, la tarea se ha intensificado, pero están capacitados para responder en situaciones de emergencia. Sin embargo, siempre existirán imprevistos como el incidente al finalizar el partido entre Ecuador y Brasil, cuando un aficionado saltó a la cancha y fue en carrera para acercarse a Neymar.

Daniel Idrobo, uno de los encargados de seguridad, corrió para tratar de detener al joven, pero el astro brasileño, con un gesto, le indicó que no lo haga. Al final, el jugador del FC Barcelona español salió abrazado del ecuatoriano y le regaló una chaqueta de la selección ‘auriverde’.  

Pero su labor también les ha permitido conocer un poco más de cerca a los futbolistas que han pasado por el estadio Atahualpa. La seguridad también la brindan a las selecciones en los camerinos, por lo que han podido compartir un poco con los mejores del mundo. “Neymar es una persona muy abierta y tranquila, contrario a lo que se puede pensar. Conversó incluso con nosotros y se portó de gran forma. Lo mismo Arturo Vidal, que a pesar de la goleada sobre Chile, mantuvo la calma y bromeó con los miembros de seguridad”, contó Idrobo.

Cuando Lionel Messi vino en la pasada Eliminatoria, los ecuatorianos no pudieron estar cerca de la estrella argentina, pues la selección ‘albiceleste’ tenía su propio cuerpo de seguridad y estaban centrados sobre todo en la ‘Pulga’ durante su estadía en la capital.

La FIFA tiene ciertas directrices en cuanto a los miembros que proveen seguridad en cada encuentro internacional y una de ellas es evitar cualquier tipo de celebración o festejo por parte de esos trabajadores. “Hay varios supervisores que están atentos al desempeño del equipo de seguridad. Si gritan o hacen algún gesto pueden ser multados. Saben cómo comportarse y sobre todo mantener autocontrol en las situaciones del espectáculo”, dijo Idrobo.

Su labor inicia desde las 06:00, para recibir las indicaciones de la organización y establecer los lugares en los que estarán durante el partido. Cuando la gente ingresa al estadio es cuando inicia su trabajo y deben soportar los soles y las lluvias para cumplir su tarea. El gusto por el fútbol no lo han perdido, a pesar de que viven los partidos de espaldas y solo guiados por los sentidos. (I)

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