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Brasil prioriza el control del balón a la adaptación

Neymar Jr. saluda a varios hinchas que vieron arribar a la ‘selecao’ al hotel Sheraton de Quito.
Neymar Jr. saluda a varios hinchas que vieron arribar a la ‘selecao’ al hotel Sheraton de Quito.
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Para su partido ante la selección de Ecuador, Brasil prioriza el control del balón a la mitigación de los efectos de la altura. Por este motivo, el director técnico de la ‘verdeamarela’, Adenor Leonardo Bacchi, ‘Tite’, prefirió aterrizar directamente en Quito y entrenar en la capital hasta el día del encuentro, que pasar en el llano e ir a los 2.850 metros sobre el nivel del mar pocas horas antes de la competencia.

César Benalcázar, preparador físico de El Nacional, indica que la decisión de ‘Tite’ no encontrará ningún beneficio en el orden fisiológico, pues una adaptación total a la altitud le tomaría de 3 a 6 meses, dependiendo de las condiciones, tiempo y lugares en los que hayan actuado sus elementos.

La única respuesta a la resolución del estratega ‘canarinho’, según el deportólogo José Reinhart, es que Brasil optimizará el tiempo en acostumbrar a sus jugadores a la biomecánica de la pelota, o sea, a utilizar la fuerza y el modo adecuado de pegarle a la bola, que en la altitud se desplaza más rápido.

En la altura, prosigue, disminuye la densidad del aire, teniendo el implemento menos resistencia de este y logrando más rapidez. Si un exponente patea la pelota con la fuerza que suele hacerlo a nivel del mar, esta se irá más lejos, sin llegar a su objetivo.

“Los brasileños quieren aprovechar al máximo su buena técnica y 3 o 4 días son suficientes para acoplarse a la biomecánica del entorno en el que van a presentarse, porque si quieren hacer un pase de 20 metros y no hacen el ejercicio apropiado, la esférica se irá a 30 metros, ocasionando que el receptor tenga que correr más para alcanzarla. La mejor forma de que la pelota corra más que la persona es con la técnica y fuerza correctas; así ahorrarán energía”, explica.

‘Tite’ desea que su elenco se desgaste lo menos posible, por eso sus hombres de campo, como sus arqueros están asimilando los cambios que sufre el balón en la altitud. Ellos, al jugar a nivel del mar, tienen reflejos condicionados diferentes.

Esto puede ser positivo tanto con la bola en movimiento como con pelota quieta. Si calculan en forma efectiva podrán marcar de tiro libre o penal; con que anoten un gol tendrán ya una recompensa.

Hace varios años, Guillermo Goldes, doctor en Astronomía de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación de la Universidad Nacional de Córdoba, interpretó lo que quería decir el entonces timonel de la selección de Argentina, Alejandro Sabella, cuando indicó que en la altura la pelota “no dobla”, refiriéndose al efecto que le quieren dar los atletas al golpear el balón. “Cuando se va a desviar o curvarse, la trayectoria depende de varios factores, entre ellos a qué velocidad gira sobre su eje, pero también de la densidad del aire. Donde hay menos presión atmosférica, en la altura, el fútbol se va curvando menos que a nivel del mar”, citó.

No obstante, Reinhart expresa que si bien Brasil puede dosificar su energía con pases precisos, no puede dosificar la energía de los cultores de la ‘tricolor’, quienes deben adueñarse de la esférica y atacar con insistencia. Si Ecuador ataca y gana la posesión de la bola, irremediablemente, los deportistas del ‘scratch’ tendrán que defenderse, o sea, correr tras sus adversarios.

Para Reinhart, si bien es un inconveniente que la gran mayoría de futbolistas ecuatorianos están en clubes del llano, al haber jugado en el país y con ello en ciudades andinas, tienen memoria fisiológica; eso significa que su organismo y cerebro retienen experiencias pasadas y les es más sencillo habituarse a terciar en la altura.

A eso se agrega que al venir de ligas europeas, mucho más competitivas que la local, el promedio de kilómetros recorridos por partido en esos torneos es de 12 kilómetros, mientras en el campeonato nacional y de algunas naciones sudamericanas es de 8 kilómetros. Con los efectos de la altitud, para quienes actúan en el Viejo Continente, esa media baja a 10 kilómetros, superior al indicador regional.

Benalcázar, en tanto, recuerda que cada 1.000 metros de altitud que un atleta del llano sube, se reduce el 10% de su VO2 máx, que se refleja en su capacidad aeróbica (funcionamiento eficiente del organismo), lo que equivale a que en Quito los del llano tendrán el 28% menos. (I)

Datos

José Reinhart, quien trabajó como jefe de la comisión médica de la Ecuafútbol, menciona que la adaptación a la altura comienza a las 3 o 4 semanas de estar en dicha situación.

Brasil practica en el estadio de Liga de Quito. Reinhart dice que lo hace sobre las 16:00 para adaptarse al ambiente de la hora en la que será el lance, con condiciones de viento, temperatura... similares.

César Benalcázar manifiesta que los jugadores de Argentina, Brasil, Uruguay  llegan psicológicamente condicionados a ciudades de altura. Sienten que no rinden igual y eso es una ventaja para los locales.

Para Benalcázar de nada sirve el factor altura si no existe un equipo anfitrión con los recursos técnicos, psicológicos y físicos que saquen provecho de esa circunstancia. Antes Ecuador era menos competitivo.

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