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El Telégrafo

Walter Ayoví / jugador de Guayaquil City

"A Quinteros nunca lo han dejado trabajar tranquilo en la selección"

"A Quinteros nunca lo han dejado trabajar tranquilo en la selección"
Foto: Karly Torres / EL TELÉGRAFO
06 de agosto de 2017 - 00:00 -

Armando Solís y Martín Alaniz ‘aprietan’ el paso por un camino polvoriento que conecta la cancha con los camerinos del complejo donde se entrena Guayaquil City, en la vía a Salitre. El objetivo de ambos futbolistas es alcanzar a Walter Ayoví, quien camina presuroso unos metros más adelante tratando de escapar del sol y del calor.     

Cuando lo alcanzan lo abordan inmediatamente y le preguntan sobre un hecho en particular que había ocurrido durante la práctica. “El defensa va a salir a presionarlos si no sueltan pronto la pelota. Tienen que entregarla y pasar rápido por atrás de la jugada”, les dice mientras, con sus manos, dibuja en el aire la maniobra en una pizarra invisible.          

Escenas como esta se repiten con frecuencia en los entrenamientos del equipo guayaquileño. Ayoví, múltiple campeón con el Monterrey de México, país en el que también defendió las camisetas del Pachuca y Dorados de Sinaloa, se ha convertido en un consejero personal para sus compañeros.       

Su experiencia le da para eso. Ha disputado 5 Copas América con la selección nacional, el mismo número de eliminatorias sudamericanas y 2 mundiales (2002 y 2014, aunque en el primero no jugó y fue suplente de Raúl Guerrón). Además, ganó 3 campeonatos nacionales, 2 con Emelec y uno con El Nacional. Dos torneos Apertura con el Monterrey (2009 y 2010) y tres Concachampions con el mismo club (2011, 2012 y 2013).

La dirigencia de Guayaquil City también lo contrató para que comparta su experiencia en el camerino. Y el día de su presentación lo reafirmó. “Vengo a hacer las cosas como las he hecho en otros equipos. Busco aportar con la experiencia que he adquirido en todos estos años”, advirtió el futbolista esmeraldeño que, el próximo 11 de agosto, cumplirá 38 años.                    

Los amantes y entendidos del fútbol reconocen en Ayoví su potente disparo de zurda, pero la infancia del jugador nacido en la parroquia Camarones, cantón Eloy Alfaro (Esmeraldas), estuvo marcada por otro tipo de disparos. Escondido detrás de las ventanas de su casa en el barrio Nueva Esperanza del cantón Esmeraldas, veía como los delincuentes se enfrentaban entre sí a punta de plomo. Eran tiempos difíciles y formar parte de una pandilla estaba de moda entre los adolescentes. Justamente 2 de sus mejores amigos de ‘peloteo’ murieron acribillados por la Policía.        

Aunque se separaron cuando tenía 4 años, sus padres fueron fundamentales para mantenerlo alejado de esa problemática. Olga Corozo, su progenitora, no lo dejaba salir a la calle. Iba a jugar en la cancha de cemento del sector solo bajo el cuidado de uno de sus nueve hermanos. Walter es el menor de todos. Ahora, después de una larga y prolífica carrera dentro y fuera del país, Walter se siente con las fuerzas suficientes para jugar por lo menos hasta los 43 años.

Muchos lo quieren fuera de la selección y él no se aferra al equipo porque cree que las convocatorias son para los que están en mejor momento. Su secreto para seguir vigente lo guarda con celo, pero revela que duerme al menos 2 horas en las tardes y pasa acostado en la cama más de 4.

El día de su presentación, el presidente de Guayaquil City, Julián Aguilar, tuvo que aclarar que usted llegaba al equipo para jugar como volante por izquierda y no como lateral. Pero ha actuado también como mediocampista de marca y como enganche. ¿Cuál es su posición real en la cancha o en cuál se siente más cómodo?

Toda mi vida fui enganche, pero cuando salí de Esmeraldas para probarme en Rocafuerte FC me presenté ante el técnico Jesús Cárdenas como lateral izquierdo. Lo hice porque en las pruebas había más de 100 chicos que decían que eran armadores y otros 200 que decían ser delanteros. Así que renuncié a mi posición natural porque quería quedarme en el equipo. Y me fue bien, me decían Roberto Carlos (risas). Metía pases de 40 metros y hacía diagonales. Unas semanas después, cuando ya había pasado la prueba y estaba dentro del equipo, Cárdenas me dijo que me probaría como enganche y le hice un paseo en esa posición. Anoté un gol de 30 metros, di asistencia entre líneas. Eso hizo que me siga utilizando en ese puesto, pero cuando llegué a Emelec volví a jugar como lateral.

Un día, después de un entrenamiento en el estadio Capwell, Carlos Alberto Juárez le dijo a Paulo Massa, técnico del equipo en aquel entonces, que debía ubicarme como enganche porque todos los pases que yo le daba terminaban en gol. Le lanzaba centros precisos a la cabeza y le ponía pases a espaldas de los defensas. Estaba maravillado conmigo porque lo ayudaba a hacer goles. Massa le hizo caso y cumplió su capricho, así que yo me convertí en el complemento ideal del ‘Cuqui’, pero poco después la dirigencia sacó a Massa y contrató al argentino Rodolfo Motta.

El día de la presentación, mientras estábamos reunidos en el centro de la cancha, Motta preguntó en voz alta quién era Ayoví y pidió que levantara la mano. Yo, en lugar de levantarla me escondí, pensaba que me iba a botar del equipo. Preguntó 2 veces más y mis compañeros terminaron señalándome. Motta sonrió y me pidió que me acercara, me abrazó y me dijo: “Quiero que de ahora en adelante juegues por la banda izquierda de tres cuartos de cancha hacia adelante. Te están  desperdiciando como enganche”. Y en esa posición marqué muchos goles. Aprendí mucho de Motta. Estoy cómodo en cualquier posición, ahora me siento un comodín, lo único que me interesa es jugar.      

¿Podría decirse que Motta fue el estratega que más lo marcó durante su carrera?

Definitivamente. Una vez me dijo que estaba listo para jugar en el exterior. Que el presidente Omar Quintana me estaba negociando con un equipo extranjero, pero las gestiones se cayeron y terminé jugando en Barcelona, que compró mis derechos deportivos.    

Pero su primer paso por Barcelona duró poco tiempo...

Estuve 6 meses hasta que me prestaron al Al-Wasl de Emiratos Árabes Unidos. Cuando la dirigencia me planteó esa alternativa la acepté sin pensarlo mucho, aunque yo quería ir a Europa, pero no hubo propuestas.  

¿Con qué se encontró en Dubái?

En director técnico del Al-Wasl era un brasileño apellido Silva (no recuerda el nombre). Por mi técnica y estilo de juego pensaba que yo era brasileño. Cuando me presenté ante él me dijo que me iba autorizar como doble 5, yo le dije que en mi vida había jugado en esa posición, pero acepté el desafío y empecé a cogerle el gusto a esa nueva faceta en la cancha. Me fue bien, pero no me acostumbré. Después de esa experiencia regresé a Barcelona y en 2006 pasé a El Nacional.

¿Es cierto que extrañaba comer carne durante su estadía en Emiratos Árabes?

Dubái era un lugar muy desierto, yo me preguntaba de dónde sacaban la carne. No había vegetación como para criar ganado. Un día tuvimos una reunión con los compañeros del equipo y había carne, yo no comí porque pensaba que era de camello (risas). Después me enteré de que allá importaban el pasto para alimentar a las vacas. Fue una linda experiencia, aunque se entrena poco por las restricciones religiosas.

Pero su mejor etapa sin dudas fue en Monterrey. ¿Qué le recuerdan nombres como Oswaldo Martínez, Humberto Suazo, José Basanta y Neri Cardozo?

Ellos son mi otra familia, mis hermanos. Con ‘Chupete’ me pasó algo similar que con Juárez. Me decía pónmela que yo la meto. Y así fue. Hicimos una dupla letal en el fútbol mexicano, ganamos varios títulos. Gracias a que él convertía en goles las asistencias que le daba, yo pude firmar mejores contratos cada año. Pero a todos ellos les debo algo. Me enseñaron a ser una mejor persona, un mejor compañero y un mejor jugador. Con Neri y Martínez me llevaba mejor, así que cuando me retire, donde sea y cuando sea, ellos deben estar en ese momento especial.

Entonces Suazo le hizo ganar también el carro Mercedes Benz que apostó con Christian Benítez en 2010.

Apostamos, pero nunca me pagó (risas). Esa apuesta fue imprevista. Dos días antes de la primera final del torneo apertura entre Monterrey y Santos Laguna nos reunimos a comer con nuestras familias y yo en tono de broma le pregunté qué íbamos a apostar. Él, sin dudarlo, me dijo que un carro. Luego discutimos la marca y decidimos que un Mercedes. Al siguiente día hablé con el presidente del Monterrey para avisarle que había apostado y que si perdía él pagaba la mitad y yo la otra. Me recriminó por eso, me dijo que estaba haciendo mal. Que no podía comprometerlo así. Yo le dije que no se preocupara, que no íbamos a perder. Y así fue. Ganamos. Empatamos en Torreón y les metimos 3 en Monterrey. Pero no le cobré la apuesta, nos reunimos a cenar nuevamente en familia y él pagó la cuenta.   

¿Le costó mucho decidir volver a Ecuador después de 8 años en el fútbol mexicano?

Mi familia se opuso desde el principio. Mi esposa me dijo que busque otro equipo en México porque no quería volver. Mis hijos tienen más amigos allá que acá. La familia tenía una vida hecha, pero la vida tiene estas cosas. Yo quiero seguir jugando y si me quedaba allá no iba a tener minutos en cancha. Me costó convencerlos de regresar, nadie quería dejar Monterrey. Mi esposa y mis hijos aún siguen en México, llegarán en los próximos días. Una de las reglas de mi familia es que vamos juntos a donde sea.      

¿Influyó en esa decisión el hecho de saber que empieza a perder espacio en la selección? Hay quienes exigen que le dé su lugar a nuevos elementos.

No me aferro a la selección, si me toca estar, bien, si no, seguiré trabajando para ser tomado en cuenta. No es algo que me inquiete en este momento. Por ahora quiero seguir jugando. Lo importante es que estoy cerca de mi mamá, de mis hermanos, de la gente que me vio crecer. Eso es lo más gratificante. Si me llaman o no para jugar eliminatorias dependerá del técnico.    

Sus palabras denotan un poco de resignación. ¿Siente que ya no tiene un puesto fijo en la ‘Tri’ como antes?

Nadie tiene el puesto asegurado, he jugado el 80% de las eliminatorias y el técnico sabrá valorar eso. Gustavo Quinteros decidirá si estoy o no, pero la selección no es de Walter Ayoví, es de quienes están en mejor momento. Aplaudo la decisión del DT de probar nuevos elementos. Entiendo que mucha gente pide cambios, pero deben ser progresivos. Así como yo me esforcé para ganarme un puesto, los que vienen atrás deben hacer lo mismo.    

¿En qué momento Ecuador perdió el rumbo?

En el momento en que la prensa empezó a decir que ya estábamos en el Mundial con apenas 4 partidos ganados. Se exageró mucho y nosotros nos dejamos convencer. Todos nos equivocamos. Se creó una imagen de selección invencible, pero cuando perdimos el primer partido se empezaron a reclamar cambios, se decía que debían dejar la selección mínimo 7 jugadores, yo estaba en ese grupo. Eso solo ocurre en Ecuador. Se empezó a decir que el profesor no hace bien las convocatorias, que hace mal los cambios, etc.

A Gustavo Quinteros nunca se lo ha dejado trabajar tranquilo, y cuando no se lo molestó, los resultados fueron positivos. Cuando un jugador tenía un problema la prensa lo sobredimensionaba y eso desconcentraba al grupo. Ni Quinteros ni la selección han tenido un buen ambiente de trabajo después de las 4 primeras fechas. Esperemos que eso no nos cueste la clasificación a Rusia 2018.  

¿Cuál fue el momento más duro de su carrera?

En 2006 me sentí rechazado por Éver Hugo Almeida, en El Nacional. No me tomaba en cuenta y eso hizo que no fuera convocado para el Mundial de Alemania. Pero me sentí aliviado cuando jugué en Brasil 2014. Era una meta pendiente.

¿Es cierto que el grupo estaba ‘partido’ en ese Mundial?

Fueron especulaciones. Se dijo que Felipe Caicedo le había pegado al profesor Reinaldo Rueda, que los jugadores no respetamos la concentración, pero nada de eso fue cierto. Ese tipo de mentiras son las que le hacen mal a la selección.

La ‘Tri’ tiene 3 capitanes fijos: Antonio Valencia, Christian Noboa y usted. ¿Cuál es la diferencia en el liderazgo de cada uno?

Yo soy más tranquilo para dirigirme al grupo, ellos son más explosivos y dicen las cosas de una manera cruda. Me inclino más por la mesura, el diálogo.  

¿Regresará a vivir a México tras el retiro?

No, pienso quedarme en Guayaquil. Me gusta estar cerca de mi gente. (I)

Foto: karly Torres / EL TELÉGRAFO

DATOS SUELTOS

Un histórico de la 'Tri'

El 28 de marzo de 2015, en un partido amistoso contra México, Walter Ayoví cumplió 100 partidos jugando con la selección. En la actualidad suma 121 encuentros con la Tricolor y su gran anhelo es despedirse del equipo disputando el Mundial Rusia 2018.

Una carrera llena de títulos

En Emelec, Walter Ayoví quedó bicampeón nacional en 2001 y 2002. Fue compañero de Carlos Alberto Juárez, Daniel Viteri, Augusto Poroso, Otilino Tenorio (+), Wellington Sánchez, Moisés Candelario, Moisés Cuero, Wilson Carabalí, entre otros. Con Monterrey también logró 2 títulos consecutivos en 2009 y 2010.  

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