Los jugadores hacen el espectáculo, pero Reinaldo Rueda es el dueño de las alegrías que ahora disfrutamos tras un contundente triunfo y con 20 puntos en la Eliminatoria Sudamericana.

Sí, Rueda no solo conoce bien a sus jugadores y les otorga las herramientas (ideas muy claras para hacer fútbol poderoso) para ganar partidos, sino que tiene para cada rival una estrategia concreta.

Ahí el mérito del técnico de la Tricolor: no se casa con un solo esquema. Ante Chile vimos cómo establecía el funcionamiento de las líneas para romper una defensa poderosa; con Venezuela hizo un juego más complejo para un contrincante compacto; ante Argentina intentó, pero los gauchos fueron más efectivos en la delantera.

Por ahora el técnico colombiano advierte una idea: con el talento de sus jugadores puede armar todos los esquemas necesarios y en cada uno, para cada cotejo, resolver las dificultades sobre la marcha.

Ayer todos los ecuatorianos estábamos convencidos del triunfo. La duda era cómo ocurriría, quién haría los goles. Y lo que nadie esperaba: Jefferson Montero desbordaría a la defensa paraguaya con sus entradas, pases, goles y elegancia para tocar la pelota. Todo eso gracias a una disposición de Rueda muy evidente en el tablero: lo mandó a correr con absoluta libertad (esto es, a ganar la línea de fondo pero también a hacer la diagonal y encarar el arco) por la izquierda para que Caicedo y Benítez tuvieran las chances necesarias de concretar. Todo esto, acompañado por la potencia de Toño Valencia en la otra banda.

Por todo lo visto, Ecuador debe estar muy satisfecho por contar con un técnico inteligente, con un talento especial para dialogar con sus jugadores y entender cómo afrontar cada partido. Por ahora hay alegría y muchas ganas de llegar a Brasil con un equipo muy convencido de lo que hace. Se nota en la alegría de cada uno que se trata de un conjunto compenetrado con un solo propósito.

Fiesta en todo el país, satisfacción por una jornada futbolera para imaginar cómo será nuestra participación en un tercer mundial del deporte más dinámico del mundo, por todo lo que provoca en los pueblos. Rueda no descansa y pone a soñar a todos.