Ecuador recupera dos de sus mejores virtudes: llegar con creatividad al arco contrario y jugar con gran sentido colectivo, donde no caben las individualidades absolutas.

Y eso se une a una dirección técnica sobria para afrontar las complejidades de una eliminatoria con grandes equipos del otro lado de la cancha. Ni siquiera se sintió la fuerza de estos factores porque el ritmo fue intenso para un cotejo muy complicado.

Reinaldo Rueda tuvo el libreto correcto para este cotejo: no dejó que por las bandas llegaran los uruguayos; supo diseñar el ataque para que Felipe Caicedo arrastrara la marca y Jéfferson Montero descolocara por la banda izquierda; dio las órdenes precisas cuando en la mitad del segundo tiempo sintió la presión y hasta el riesgo del empate; y, como para no dudar de su gran visión estratégica, tuvo la sapiencia de meter en el Atahualpa a Joao Rojas, Renato Ibarra y Álex Bolaños (los 2 primeros muy jóvenes) para refrescar el medio campo y con ello frenar el arrebato con el que Uruguay  buscaba el gol.

Y sin lugar a dudas, Antonio Valencia es un eje dinamizador de un gran juego, el abastecedor de los goles históricos que pone sobre el resto del equipo un espíritu de victoria, hasta para corregir los errores de sus compañeros. El pase para  Montero fue perfecto. Vio que todos esperaban la bola aérea para  Caicedo y por entre las piernas de Diego Lugano hizo lo que todo profesional piensa: llenar de emoción con la técnica más limpia.

Los seleccionados festejaron la victoria contra Uruguay como un homenaje a “Chucho” BenítezEvidentemente, el juego que no brilla pero es efectivo es el realizado por Alejandro Castillo y Christian Noboa: sudan, corren, marcan, ponen bolas, sostienen con su mirada al rival y generan la confianza para desarrollar un esquema organizado y coherente. No obstante, no se puede dejar de lado que en la parte trasera hay una madurez en la coordinación de Jorge Guagua, Frikson Erazo, Walter Ayoví y Juan Carlos Paredes.

El de ayer fue un juego donde la “Tricolor” recuperó esa identidad de juego y de colectivo que solo se puede reflejar en un Uruguay sin sentido del orden ni garra para sobrepasar a una oncena poderosa.

Los seleccionados festejaron  la victoria contra Uruguay como un homenaje a “Chucho” Benítez, como solo él se lo merecía. La sombra del gol nos devolvía a ese gran jugador que bien pudo estar entre los goleadores sudamericanos.

No fue un partido fácil. El elenco uruguayo vino a poner un bloque defensivo sólido y un ataque solvente. Además, jugó mucho con la prepotencia de su habilidad para no dejar espacio a la delantera encabezada por “Felipao”.

Todo el país celebra la victoria  con la gran confianza de llegar a Brasil tras ganarle, por fin, a Uruguay en nuestra propia cancha. Y es un triunfo que concreta un récord: ser la selección que mejor juega de local, que no pierde y garantizando a su público toda la emoción posible para llenar de energía a todo un pueblo.