Publicidad
Es una emoción comprometida. Celebrar estos 129 años de fundación de El Telégrafo, ahora el primer diario público de Ecuador, tiene un hondo significado político, obviamente. Lo decimos con absoluta certeza y humildad: si la política es una ciencia del servicio al público, nosotros lo hacemos con absoluta responsabilidad. No ocultamos para nada nuestra conducta pública y nuestra obligación social: dar a diario información relevante, comprometida con las causas de las mayorías y minorías, respetando las leyes y la Constitución, valorando los hechos positivos, cuestionando a todos los poderes sobre la base de información contextualizada, confirmada y provista de todos los argumentos periodísticos.
Somos el diario más antiguo de Ecuador, y por ello hay una memoria que cuidar y valorar. Tenemos ante nuestras audiencias un inmenso compromiso para sobrellevar más de un siglo de esfuerzo, calidad y ejercicio profesional patriótico.
Jamás dudaremos en hacer de este oficio un tributo a nuestra nación, por todo lo que hace su pueblo para salir de la pobreza y la inequidad. Nuestra mejor política es informar bien, debatir con profundidad, poner a circular todas las ideas de nuestros compatriotas y garantizar con ello la toma de decisiones más reflexivas.
Caminamos rumbo a los 130 años y seguiremos el ejemplo de las mejores plumas que pasaron por estas páginas y, ¿por qué no?, con las de ahora, que nos honran con sus trabajos. Estamos aquí, además, para resignificar el periodismo ecuatoriano desde una postura pública, sin conceder ni un milímetro a las mentiras, generando una sola línea editorial: la verdad, con todos sus matices y visiones.
Hoy festejamos con ustedes este aniversario y lo hacemos con la misma modestia de todos los días: sin alardes ni bombos fatuos, solo como un día que inicia una nueva jornada para forjar muchos más años de trabajo responsable.